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Ayer, en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas , Café Tacvba tocó 28 canciones durante las dos horas y media que duró su concierto con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) en el marco del 50° Festival Internacional Cervantino .
En el transcurso del día, muchas horas antes de que iniciara el concierto, un grupo de gente apartó su lugar en la explanada. Horas antes, Café Tacvba ensayó allí. En la esquina de Alhóndiga y Rodrigo Rangel, una pantalla proyecta el concierto para quienes no lograron entrar, que cientos y cientos de personas ven detrás de las vallas de seguridad en calles de las inmediaciones, como 28 de septiembre.
Foto: EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso
A las 20:00 horas en punto salen Rubén, Meme, Joselo y Quique. Mientras Rubén lleva un vestido con cuello mao, una especie de túnica con estampado de flores a la manera de un traje típico, los demás visten de negro.
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Al fondo del escenario, los miembros de la orquesta comparten el punto de fuga con una lona negra. Al frente, en el suelo, hay una hilera de flores de cempasúchitl. Se escuchan las primeras palabras de la primera canción: sale sola de noche María. Y el concierto empieza a tomar forma rumbo a los tres sets preparados para la noche. En pistas como “Futuro” se anuncia la atmósfera de todo el concierto: las luces parpadean, se acompasan el ritmo y los instrumentos de viento. Con los arreglos, éxitos ya conocidos toman una forma más emotiva.
Foto: EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso
El instrumento de Quique, a la distancia, se reconoce como un tololoche o un contrabajo. “Vamos a tocar algunas viejitas, pero bonitas”. Empieza “Las batallas” y le sigue “Rarotonga”, con la que el público estalla, baila, palmea en el aire, mientras Rubén pasea por el escenario y las luces parpadean. Suena, en la parte instrumental, una trompeta que le da un matiz de suspenso a las próximas canciones.
Ciertas personas en el público piden a gritos que alguien le aviente un peluche del doctor Simi a Rubén. Se ve que la ciudad tiene una bonita orquesta, dice el cantante, y en la escena hay un organillero escondido detrás de una máscara de diablo. Su música es la introducción de “Mediodía”.
Foto: EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso
El público sigue gritando, pide “Eres”. Una y otra vez, “Eres”. Pero empieza la “Chilanga banda” con música de cámara. La parte emotiva que se alcanza con las interpretaciones de la OSUG es notoria al principio de “Volver a comenzar”, en cuyo coro el público mueve las manos de derecha a izquierda y de izquierda a derecha en el aire. Rubén brinca, da vueltas en círculos para minutos después decirle a los espectadores, justo antes de cantar “El puñal y el corazón”: “Vamos a bailar un poco, muchachos. Agarren pareja; si no tienen pareja, agarren parejo, no hay pedo”.
Cuando todo queda en manos de la orquesta —la parte instrumental—, los cuatro hacen una coreografía en fila, pasos conocidos por videos y otros conciertos.
“Otra, otra, otra” se escucha desde la explanada y, con los celulares en alto, del público viene una tonada común: Pa para pa pa eo eo… Pero Rubén, Meme, Joselo y Quique abandonan el escenario.
Siguen las ovaciones. Oé-oé-oé-café-café-café. En lo oscuro, los músicos de la orquesta permanecen en silencio hasta que regresan los cuatro para interpretar “El espacio”. Ahora Rubén viste un sombrero y un poncho negro, bajo el que lleva una camiseta ya conocida, con la foto estampada de unos senos en blanco y negro.
Después, Café Tacvba le dedica “De este lado del camino” a quienes han muerto. Una luz roja ilumina a Rubén al repetir las palabras “Me amo”. Y llega el momento en que Emmanuel del Real toma el micrófono. Con él, hay una luz morada arriba; una roja, debajo.
Eres, canta, lo que más quiero en este mundo, eso eres, y todo destella, se ilumina bajo las luces del escenario. Joselo está de perfil con su guitarra. Por unos segundos, el viento frío atraviesa al público. “Lo que la gente promete cuando se quiere”.
Foto: EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso
Primero, la gente ovaciona a Café Tacvba; luego, a la orquesta. Se escucha de nuevo el coro del público: Pa para pa pa eo eo… Rubén regresa al escenario. Cerca del staff hay niños. Ahora, es el turno de “El baile y el salón”. Entonces, Rubén danza, mueve las manos como si tomara y devolviera hacia el público, algo del canto que llega desde el aire.
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Los cuatro salen de escena.Se apagan las luces. Parece definitivo. El público grita: otra, otra, oé-oé-oé, hasta que se prenden las luces y el staff devuelve los micrófonos a su lugar original. La gente pide “Ingrata”, su voz colectiva se escucha con más fuerza.
Una vez más, Rubén entra al escenario. Empieza “Ojalá que llueva café”, cover de Juan Luis Guerra. Ya no están los músicos de la orquesta. En la explanada, dos niños se toman de las manos y bailan dando vueltas.
Alguien avienta una figura del doctor Simi que cae al pie de la batería. Rubén lo ve de reojo y lo ignora o finge ignorarlo. Después, recoge algunas flores de cempasúchil y forma un ramo que le da a un integrante del staff; recoge más y se queda de pie. Mientras, Emmanuel del Real lanza un par de baquetas al público.
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melc