Históricamente se ha dicho que México es una potencia cultural, una sentencia que se mantiene e incluso la refuerza otra que afirma que la cultura en México es un pilar identitario. En el arranque de la nueva administración de la presidenta planteamos la pregunta de ¿qué peso real tiene la cultura para nuestro país, en cuanto a lo social, laboral y económico?

En el análisis de qué valor tiene el sector para la economía nacional y su representación del Producto Interno Bruto (PIB), también revisamos cuáles son los pendientes que deja Alejandra Frausto, quien centró sus acciones en la cultura popular, y cuáles son los retos que deberá atender la nueva secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, quien en su nombramiento prometió: “Seremos tradicionales y contemporáneos”.

El sector cultural aportó 815 mil 902 millones de pesos a la economía del país durante 2022, que representó el 2.9% del PIB nacional, según datos de la más reciente actualización de la Cuenta Satélite de la Cultura de México, que cada dos años levanta y presenta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y cuya actualización, de este 2024, está por presentarse.

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El sexenio que ayer finalizó tuvo en su inicio protestas de artistas, creadores y trabajadores de la Cultura, quienes siempre exigieron calidad laboral; hoy, el tema es para el nuevo gobierno. Archivo El Universal

En los datos de 2022 se informó que; de acuerdo con la clasificación funcional del sector cultural, las áreas con mayor contribución al PIB fueron: las artesanías, con 19.3 %; los contenidos digitales e Internet, con 18.6%; los medios audiovisuales, con 18.0%, y la participación del diseño y servicios creativos, con 12.8%. Seguidos de Patrimonio cultural y natural, con 6.7%; libros, impresiones y prensa, con 6.4%; y artes escénicas y espectáculos, con 5.5%, entre otros rubros.

Sandra Ontiveros, profesora e investigadora de la Universidad del Claustro de Sor Juana en temas de políticas públicas en materia de cultura y desarrollo de industrias culturales y creativas, asegura que a partir de las mediciones de la Cuenta Satélite de Cultura México hay un análisis detallado sobre la participación económica del sector Cultura, que sirve para destacar la importancia de la cultura, no solamente a nivel simbólico, sino también como motor de desarrollo económico.

La investigadora reconoce que México ha seguido las recomendaciones de la UNESCO en materia de cultura y nunca ha dejado de haber en los diferentes gobiernos programas de cultura, sin embargo, hay un gran rezago y desafíos significativos que tienen que ver con el equilibro en dar cabida y facilitar desde el Estado todas las manifestaciones culturales, pero también con los derechos laborales, la innovación y los presupuestos asignados.

“Debemos ver a la cultura no sólo como valor simbólico, sino como una inversión estratégica para el desarrollo sostenible. México ha comenzado a alinear sus políticas bajo esos principios reconociendo, por un lado, que el acceso a la cultura es muy importante para el desarrollo humano y, por otro, que también es un motor de crecimiento económico. La Cuenta Satélite de Cultura determina estas aportaciones en términos de dinero y hace más evidente que el sector cultural en México enfrenta desafíos significativos, incluyendo la calidad laboral de los artistas, creadores, trabajadores, trabajadoras culturales”, señala la consultora en gestión cultural.

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Dice que las condiciones de trabajo en este sector son muchas veces inestables, con bajos salarios, con la falta de acceso de derechos laborales como la seguridad social y en la última administración con una estrategia de establecer becas en lugar de contratos, “esto deja desvalida a una comunidad que, de por sí, tiene altibajos y un ingreso que fundamentalmente no ha sido constante. Depender de esas ‘ayudas’, llámese beca o convocatoria, afecta también su estabilidad. Habría que revisar esto, en los dos o tres años atrás se ha insistido mucho en leyes y de proteger laboralmente, pero si no hay un contrato, no hay derechos laborales”.

Antonio Mier Hughes, analista económico del sector cultural y profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, coincide en que primero se debe buscar una solución al problema de los trabajadores, y dice que la administración que terminó le quitó las pocas bases que tenían para ser sostenibles las actividades culturales, “creo que sobre todo no trabajaron en la en la sustentabilidad de los recursos culturales. A seis años tenemos más problemas, pero los problemas básicos que enumeramos, que es básicamente la seguridad social para los trabajadores, es un pendiente que sigue y que se ha mantenido en las últimas administraciones, no se hizo nada más que puros foros, discusiones, no se llegó a nada”.

Durante su campaña, Claudia Sheinbaum habló de centrar sus acciones en materia de Cultura en cinco ejes, entre ellos la generación de las condiciones para la justa remuneración y la seguridad social de los trabajadores de la cultura, así como la promoción del derecho al acceso a la cultura en todos los ámbitos, ampliación del programa de Semilleros Creativos, compromiso con el rescate y cuidado del patrimonio nacional, y reforzamiento de la “república de lectores”. Aunque en su discurso de toma de posesión no hizo ninguna mención directa al sector Cultura.

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Por su parte, la nueva secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, durante su nombramiento aseguró: “Seremos plurales, incluyentes y propositivos, seremos tradicionales y contemporáneos, seremos osadas y responsables. Armemos un programa que, como dijo Sor Juana Inés de la Cruz, ponga bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas”. Y aseguró: “somos una nación moderna, pródiga en talento, podemos aprender tanto de nuestros ancestros como de nuestros jóvenes” y prometió asumir “la cultura como un lugar de arraigo, de reconocimiento, de descubrimiento y encuentro”.

Ontiveros señala que, en América Latina, igual que en la pasada administración, hay una tendencia al borrón y cuenta nueva, “es como decir nada existe”, y también hay una tendencia a la visión local, interna, a retraerse y únicamente reconocer la cultura originaria, pero ella llama, como llama la comunidad, a coexistir con la llamada ‘alta cultura’”. También dice que el reto es trabajar en la economía creativa, en la inversión económica y en diversificar exportaciones y aumentar los ingresos nacionales.

“México ha tenido ciertos problemas en salir del término de industrias culturales para entrar de lleno el terreno de la economía cultural, llamarle industria a lo cultural es muy aventurado, son otros términos, hay otra situación infraestructural de inversión. En realidad, si hacemos una revisión, en México no podemos decir que haya una industria como tal”. Dice que se debe trabajar en materia fiscal, “la Secretaría de Hacienda llama privilegios al hablar de cambiar los impuestos para el sector, no entiende que es una industria que no es como consumir un refresco o un auto, son otros los parámetros, y que tendríamos que regirnos por indicadores no cuantitativos, sino cualitativos”.

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Además, hay que reimpulsar las encuestas de consumo cultural, el sistema de información cultural, remozar o poner al día la infraestructura cultural existente y dejar el centralismo, “en la Ciudad de México tenemos una barbaridad de infraestructura, por qué hacer más, y en el resto del país no hay casi nada, tenemos tres cinetecas en esta ciudad y hay ciudades que no tienen ni una”, dice Ontiveros y llama a trabajar por un incremento a la inversión del sector Cultura, que este año fue de alrededor de 16 mil 755 millones de pesos, de los cuales casi la mitad se fueron al Tren Maya.

Para Antonio Mier Hughes falta buscar mecanismos ágiles que faciliten la dispersión de los recursos, “que permitan que se ejerzan con transparencia y que exista una rendición de cuentas claras para darle sostenibilidad no sólo a la cultura, sino cambiar los mecanismos de financiamiento de las actividades. Esto se debe de trabajar al interior de la nueva administración”, y reitera el valor de la cultura al PIB que, dice es equivalente a la producción del sector agropecuario a nivel nacional.

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