En Tercer ojo, la exposición de arte latinoamericano que el pasado viernes 26 de agosto inauguró el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), hay obras de reconocidos artistas, como Wifredo Lam, Remedios Varo, Miguel Covarrubias y Diego Rivera, entre otros —pertenecientes tanto a la colección del MALBA como a la colección privada del empresario de bienes raíces y coleccionista de arte argentino Eduardo Costantini—, pero hay una obra y una artista que han hecho que los argentinos formen largas filas para verla desde su primer fin de semana: Diego y yo, de la mexicana Frida Kahlo.
“Frida es Frida, tiene un magnetismo muy especial con las personas y mucho carisma a nivel mundial”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL el orgulloso propietario de Diego y yo, quien también afirma que la intensidad es el atributo que logró que 26 mil personas la hayan visto en el MALBA en sus primeras dos semanas. La muestra dedica una sala completa a Frida Kahlo; ahí también se exhibe su Autorretrato de chango y loro, así como un conjunto de objetos personales como fotografías, cartas y prendas.
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“La obra Diego y yo muestra a flor de piel el dramatismo de Frida, es una obra muy expresiva, muy bella que está describiendo un momento muy penoso de su relación con Diego”, agrega el coleccionista. Y eso evoca aquella leyenda de que esta pieza fue la reacción de Kahlo ante el amorío de Rivera con la diva del cine María Félix.
¿Esas características lo llevaron a comprar la obra?
Sí. A través de los años me incliné más por las obras más dramáticas de Frida. La primera obra que pude comprar, en el 95, fue el Autorretrato de chango y loro (1942). Esta es una obra menos comprometida, pero en realidad siento que lo que me ha atraído de la vida de Frida es que ella no sólo tiene genialidad del manejo del autorretrato, sino que a través de su obra describe su biografía, que estuvo atravesada por el accidente —tan traumático, pobre— y por la relación dramática con Diego Rivera, el gran amor de su vida. Este cuadro es muy representativo del drama porque, si bien es pequeño, está Diego como el tercer ojo, su lágrima, el simbolismo de su cabello envolviendo su cuello, la angustia que ella tiene.
¿Qué opina de que llamen a Diego y yo la “Gioconda latinoamericana”?
La han apodado de esta manera porque tuvo un recibimiento tan unánime, tan popular, que se convirtió en la gran atracción de esta exhibición de arte latinoamericano, que tiene piezas que “rajan la tierra”, como decimos acá. Esta colección tiene piezas históricas: Frida, dos Diego Rivera, tiene obras de grandes maestros argentinos, hay de Remedios Varo. Hay obras muy potentes, pero Diego y yo es la bebé de la exhibición, sin duda.
¿Cómo recuerda la experiencia de la subasta?
Yo no sabía que esta obra iba a ser vendida. Es una obra que conocía hace más de 40 años y siempre me ha conmovido, pero no la había visto de manera presencial. Y de repente apareció el anuncio por parte de la casa de subastas. Pensé en ir por la obra, me atrajo, no pensé en la importancia de la cantidad, al final seguí la subasta a distancia.
¿Fue una puja reñida?
No fue tan larga. Pero me subieron el precio hasta 30 millones de dólares, la obra se vendió en 31, más las comisiones es el precio que conocemos.
¿En algún momento dudó seguir ofertando?
Bueno, yo hubiese seguido un poco más, pero no quería pagar más de 40 millones de dólares porque ya me parecía mucho.
¿Se dio cuenta que estaba por romper el récord de subasta de arte latinoamericano?
En el remate sí, pero no es la primera vez. Con la primera compra de Frida también me pasó, con Baile de Tehuantepec, de Diego Rivera, también ocurrió.
Como empresario, ¿qué significa hacer esta inversión?
Yo lo veo como coleccionista. Para mí es una obra que está en la historia del arte. Yo colecciono arte latinoamericano; Frida Kahlo es sin duda de sus artistas más importantes. Esta es una obra icónica, es histórica. En lo personal me llega profundamente en mis sentimientos. Creo que las obras buenas mantienen en definitiva su valor, pero yo no la compro para hacer una inversión, sino como coleccionista.
¿Cómo trajo Diego y yo de Estados Unidos a Argentina?
Se envió un correo especial, una persona que acompañó la obra en todo momento y de la casa de subastas al aeropuerto hubo un auto custodio. Se hicieron todos los pasos en ambos aeropuertos y del aeropuerto al museo se transportó en un camión, que también iba con un auto custodio y la persona que no se separó de la obra.
¿Tercer ojo es una muestra creada en torno a Diego y yo?
No, en realidad es un diálogo entre la colección permanente del MALBA y mi colección particular, que abarca mis últimos 20 años de coleccionismo, porque los anteriores culminaron con la donación que le hice al MALBA, que son más de 40 años. Ambas colecciones son de arte latinoamericano, entonces hay muchas obras importantes, entre ellas Baile de Tehuantepec, de Diego Rivera, que no está presente porque está en el MoMA de San Francisco. También hay de Wifredo Lam, Miguel Covarrubias…
¿Pero el título es a propósito del cuadro de Kahlo?
Sí, el título hace alusión al cuadro, pero también hace alusión al ojo del coleccionismo. Como aquel ojo, esa mirada que compra obras superlativas de la historia del arte latinoamericano.
En esta exposición también hay fotografías y objetos personales de Frida Kahlo.
Esta es una documentación que hace pocos meses apareció en venta y tuve la oportunidad de adquirir. Son dos prendas de Frida y un pañuelo con sus labios impregnados; hay una serie de fotografías que están divididas en fotos familiares y en fotos muy cercanas al final de su vida, en el hospital, con Diego. También hay cartas. Para toda esta documentación, más dos autorretratos de Frida, se hizo una sala especial. Frida evoca algo muy especial y entendíamos curatorialmente que merecía una sala más contemplativa, entonces redujimos el color de la sala, las luces y creamos un espacio más místico.
¿Diego y yo fue sometido a un proceso de restauración para la exposición?
No, sólo la hemos protegido con un vidrio.
¿Considera esta obra de Frida Kahlo como la joya de su colección personal?
De la mía sí. Del MALBA hay una obra que se llama Abaporu, de Tarsila do Amaral, que es la obra más importante de Brasil, que no podemos dejar de verle. Luego está el Baile de Tehuantepec, que es una obra increíble de Diego Rivera, que hizo en el 28 y es una de las principales obras sobre tela de Rivera.
Esta obra de Rivera que está prestada, ¿se incorporará a la exposición del MALBA?
La idea es incorporarla, efectivamente, a la exhibición.
En la exhibición hay también obras de Juan O’Gorman y Miguel Covarrubias, ¿qué le interesa del arte mexicano?
Todo el objetivo de mi coleccionismo es arte latinoamericano, vengo comprando obras de todos los países. México es tal vez el país más importante en el arte, o entre los de mayor importancia y tiene artistas muy relevantes.
Terminada la exposición en el MALBA, ¿Diego y yo se va del museo?
Estará un año, hasta septiembre de 2023. Después va a regresar a Estados Unidos y veremos qué recorrido hace la obra. Yo siempre facilito mis obras en préstamo al MALBA, después veremos.
¿Ya le han pedido en préstamo Diego y yo?
Todavía no me lo han solicitado, pero continuamente nos piden prestadas obras, como el Baile de Tehuantepec, que estuvo en el Whitney y ahora está en el MoMA San Francisco, y hay dos Remedios Varo en la Bienal de Venecia. También tenemos obra de Cecilia Vicuña, la chilena, en el Guggenheim de Nueva York. Continuamente obra de las colecciones están siendo prestadas, es nuestra vocación.
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