El pasado sábado informamos que el colectivo artístico “Dragas en la calle” acudió a Bellas Artes para apoyar a Fabián Cháirez, cuya obra La Revolución ha estado en medio de la polémica. A pesar de que las visitantes eran apenas una docena y sólo llevaban un par de carteles con leyendas como “Si Zapata viviera, con nosotras estuviera”, las puertas del recinto se cerraron de inmediato y los guardias de seguridad informaron al público que ya no sería posible entrar y que volvieran al día siguiente. Media hora después, las puertas se volvieron a abrir al considerar que las artistas no eran “una amenaza”. Ellas decidieron visitar la muestra y cuando estaban formadas para comprar su boleto, personal del recinto las invitó a visitar la exposición Emiliano. Zapata después de Zapata y les ofreció una visita guiada. Al final del recorrido, el director del museo, Miguel Fernández, les agradeció su visita y les aseguró que Bellas Artes es de todos los mexicanos. Con este suceso queda claro que Bellas Artes está tomando medidas después de que una turba tomara el recinto y agrediera física y verbalmente a jóvenes de la comunidad LGBTI. El INBAL tiene enfrente una tarea difícil ¿cómo identificará quiénes son “amenaza” y quiénes no? Organizaciones campesinas radicales como la UNTA, que tomaron el recinto, amenazaron con volver hoy y todos los días hasta que la obra de Cháirez sea retirada.

¿Vallas para proteger La Revolución?

Y hablando de protocolos de seguridad, éstos se notan en las salas de exposición. Según personal, hay por lo menos 30 vigilando la muestra y hasta cinco sólo para La Revolución, incluso han llevado a Bellas Artes a vigilantes de otros museos. Debido a que La Revolución se encuentra detrás de un muro, el espacio para apreciarla es muy reducido; por momentos se hacen filas, la gente toma selfies y esto ha orillado a que los guardias estén todo el tiempo muy cerca de la pieza y a pedir al público que, mientras espera, no se acerque tanto a otras obras alrededor. Nos dicen que se ha planteado la necesidad de poner vallas en torno del muro para tener más control y otra más en la obra para que las personas guarden distancia, pero las autoridades no han querido ceder porque creen que se podría mal interpretar la medida.

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