Madrid.— pasa desapercibido en España, que desaprovecha la oportunidad para estimular el debate y la reflexión, además de contribuir a la visibilidad de un hecho histórico que sigue alejado del gran público.

Salvo algunos congresos previos en universidades españolas y dirigidos al mundo académico, hacen falta convocatorias y recordatorios más populares de esta efeméride en un país donde hay un amplio desconocimiento de la derrota del imperio mexica a manos de los hombres de Hernán Cortés y sus aliados indígenas.

A diferencia de la lluvia de eventos en España y América Latina en 1992 con motivo del V Centenario del llamado Encuentro entre dos Mundos, la caída Tenochtitlán no ha suscitado mayor interés en España, a pesar de que los foros abiertos, conferencias, documentales, exposiciones y otras iniciativas podrían haber contribuido a la divulgación y esclarecimiento de un capítulo de la historia que aún genera posiciones encontradas en las dos orillas.

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Pero no hubo planeación; y tampoco inventiva de ninguno de los dos países, aunque según los especialistas también México tiene su grado de responsabilidad por la falta de coordinación con España para promover aquí acciones conmemorativas.

“Ni la diplomacia española ni la mexicana han tenido voluntad, imagino que con la conciencia de que se generaron muchísimos conflictos con el V Centenario del Descubrimiento cuando la diplomacia española, especialmente con México, tuvo que afinar tanto que al final se celebraron dos cosas diferentes. Hay mucha sensibilidad hacia estos temas”, señala a EL UNIVERSAL Pablo Fernández Sánchez, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Sevilla.

Desinterés en España por los 500 años de la caída de Tenochtitlán
Desinterés en España por los 500 años de la caída de Tenochtitlán

“En México, además, no se dan las mejores circunstancias para que España realice este tipo de conmemoraciones, con el presidente López Obrador insistiendo en que el rey Felipe VI pida disculpas por los agravios de la conquista. Es impensable que España vaya a conmemorar hechos de la conquista que molestan. Eso es antidiplomático, por lo que algunos pueden considerar que es mejor no remover esas aguas”.

Experto en historia militar y catedrático en Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, Antonio Espino López, considera que la cuestión fundamental es que España nunca ha acabado de asumir que la conquista de América tuvo aspectos oscuros, muy negativos.

“Ante el hecho de que en los últimos años hay un revisionismo acusado, con derribo de estatuas y muchas críticas desde los países latinoamericanos a lo que aconteció, no todo el mundo en España entiende esos ataques. En los sectores que se sienten agredidos se produce lógicamente una reacción, una resistencia a conmemorar este tipo de efemérides sobre un pasado que consideran poco menos que intocable”, asegura el autor de Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México y La conquista de América. Una revisión crítica.

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“No hay voluntad de revisitar nuestro pasado más difícil, intentar entender por qué existen esos tintes oscuros, lo que nos llevaría a comprender también por qué desde ciertos ámbitos de los países latinoamericanos se nos exigen disculpas por una conquista que se vende desde la época franquista como parte de un glorioso pasado imperial que, desde luego, es difícil de rebatir”, indica.

“En México hay actitudes que no calificaría de hostiles, pero que siguen observando a la academia española como parte de una imagen americanista muy trasnochada, muy conservadora. Pero esto no es del todo cierto, muchos estamos trabajando desde otra perspectiva, más crítica y reivindicativa, y no tenemos nada que ver con esa corriente americanista”, subraya.

La ignorancia que tienen los españoles sobre episodios como la caída de Tenochtitlán se explica en buena parte por las lagunas de sus programas escolares. No hay libros de texto que recojan oportunamente lo más significativo de la historia de México y otros países latinoamericanos.

“Impensable que España vaya a conmemorar hechos de la Conquista que molestan. Eso es antidiplomático... para algunos es mejor no remover esas aguas”; Pablo Fernández Sánchez.

“En España tenemos un déficit educativo respecto a la historia de América Latina. En los contenidos de primaria, secundaria y bachillerato saltamos de la llegada de Colón a América al desastre de Cuba en 1898. En ningún momento se estudia la historia precolombina ni colonial de esos 400 años”, dice María Moreno, profesora de geografía e historia en un colegio de Madrid.



 

En sus etapas democráticas, España ha evitado rememorar los episodios de la Conquista de forma oficial, como si el sólo hecho de evocarlos le produjera cierta incomodidad. La disección de estos sucesos históricos se suele realizar en ámbitos académicos o culturales, más allá de las manifestaciones que sobre el tema, y a título individual, puedan realizar políticos, intelectuales, escritores o artistas.

España sólo ha recuperado acontecimientos más asépticos, menos conflictivos, como la llegada de Colón a América. En esta línea, y más allá de los debates entre especialistas, el país prefiere inhibirse a la hora de escarbar en las etapas más polémicas de su pasado colonial que se prestan aún hoy a interpretaciones antagónicas y que generan reclamos políticos en la otra orilla.

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El recelo que siguen despertando en América Latina hechos como la caída de Tenochtitlán dificulta que España y los países latinoamericanos puedan llevar a cabo acciones conjuntas para acordar el formato de las conmemoraciones referidas a la conquista y promoverlas luego sin reservas. A pesar de los avances de historiadores iberoamericanos hacia una comprensión más integral de esa etapa histórica, alejada de los prejuicios y las vertientes ideológicas, las diferencias de enfoque entre los implicados siguen teniendo mucho calado.

Ciertamente, hay otros factores menores que han contribuido al deslucimiento en España de los 500 años de la toma de Tenochtitlán, como las restricciones por la pandemia, que continúa ralentizando las actividades culturales. Tampoco ayuda el mes de agosto, periodo vacacional por excelencia aquí, lo que implica el cierre de centros escolares y que muchas empresas y dependencias hagan un paréntesis laboral en estas fechas.

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