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Alasita
, la feria de los deseos en miniatura, se estrenó hoy como Patrimonio de la Humanidad con un mensaje al mundo de que esta tradición andina está abierta a hacer realidad los sueños del mundo entero.
Gallinitas para los hombres que busquen esposa, pequeños gallos para las mujeres que quieren un marido, pollitos si se anhela tener hijos, sapitos de la abundancia, autos, casas, títulos académicos o billetes de avión a escala.
Un sinfín de esperanzas plasmadas en artesanía diminuta que son bendecidas cada 24 de enero para que se hagan realidad.
La feria de figuras en miniatura de La Paz , declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de La Humanidad por la Unesco hace poco más de un mes, se celebró también esta jornada en Buenos Aires, Sao Paulo (Brasil), Virginia o Los Ángeles (Estados Unidos), en su misión de difundir la suerte por el resto del planeta.
"Qué el mundo se apropie de nuestra capacidad cultural", exclamó el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en la inauguración de la feria.
Alasita significa "cómprame" en aimara, es una tradición ancestral que celebraba el solsticio de verano austral el 21 de diciembre, pero que en época colonial fue trasladada al 24 de enero en honor de Nuestra Señora de La Paz.
Por eso presidían una figura de esta virgen y otra del Ekeko, deidad andina de la fortuna, abundancia y fertilidad, el palco de autoridades en el acto de apertura de la feria instalada en un parque de La Paz con cientos de artesanos vendiendo sus figuritas.
Además de mostrarse como una celebración potencialmente "universal", en palabras del vicepresidente, la declaración de la Unesco se quiere aprovechar también para que esta tradición recupere sus orígenes, el culto a las "illas e ispallas" o deidades andinas.
Ser Patrimonio de la Humanidad exige además que los artesanos que venden las miniaturas sean no solo capaces "de reducir las cosas, sino de hacerlo con una maestría inigualable", advirtió el político.
Los puestos de venta no pueden vender piezas de importación fabricadas industrialmente, sino que tienen que ser artesanas.
Personajes ataviados como el icono de la feria, el Ekeko, una figura regordeta, se pasean con multitud de deseos colgados en pecho y espalda, desde electrodomésticos y cajas de dulces hasta reproducciones de autobuses o edificios a escala.
Como las figuritas que a mediodía son bendecidas, tanto en iglesias, a cuya entrada una multitud alza sus miniaturas en busca del agua bendita, como por chamanes, en una costumbre ejemplo de sincretismo.
Sahumerio o humo ritual, gotas de vino y cerveza, pétalos de flores esparcidos sobre el cabello y un hilo atado a la muñeca acompañan a las palabras, en aimara y castellano, de los "amautas" o sabios ante los que la gente hace cola en la feria con sus figuritas en busca de sus buenos augurios.
"Alasita ahora está en casi todo el mundo", sentenció el presidente boliviano, Evo Morales, en un acto de entrega de certificados con los que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) hizo realidad el reconocimiento deseado por La Paz y por toda Bolivia.
sc