El del que se tiene constancia se habría producido hace unos 3 mil años en Japón, en el que murió un varón adulto, cuyos restos, encontrados en el yacimiento de Tsukumo , estaban plagados de lesiones traumáticas.

Los hechos se habrían producido en el mar interior de Seto, en el archipiélago japonés, según un estudio que publica Journal of Archaeological Science: Reports y firma un equipo internacional de investigadores, quienes trataron de reconstruir los hechos usando una combinación de ciencia arqueológica y técnicas forenses.

Los restos de la víctima fueron encontrados por investigadores de la Universidad de Oxford mientras estudiaban pruebas de traumas violentos en los restos óseos de cazadores-recolectores prehistóricos conservados en la Universidad de Kioto, donde encontraron un individuo identificado con el número 24.

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En un principio, los expertos Alyssa White y Rick Schulting quedaron "perplejos" ante la profundidad y cantidad de heridas -casi 800- de forma dentada que presentaban los restos, explica en un comunicado la Universidad de Oxford.

Las lesiones se limitaban principalmente a los brazos, las piernas, la parte delantera del pecho y el abdomen y los expertos realizaron un proceso de eliminación para descartar que su origen fuera por conflictos humanos, depredadores o los carroñeros más comunes.

El equipo concluyó que el individuo murió hace más de 3 mil años, entre 1370 y 1010 a.C y que la distribución de las heridas sugiere que estaba vivo en el momento del ataque.

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Los arqueólogos estiman que el individuo número 24 fue recuperado por los suyos poco después del ataque y enterrado. Los registros de la excavación muestran que le faltaba una mano y la pierna derecha, mientras la izquierda estaba colocada sobre el cuerpo en posición invertida.

La hipótesis de los expertos es que el hombre podría estar pescando junto a sus compañeros cuando sufrió el ataque, por lo que su cuerpo pudo ser recuperado rápidamente, y consideran que pudo tratarse de un tiburón tigre o blanco, teniendo en cuenta la distribución y carácter de las marcas de dientes.

Otro de los autores Mark Hudson, investigador del Instituto Max Planck, señaló que este hallazgo no sólo proporciona una nueva perspectiva sobre el antiguo Japón, sino que también es un raro ejemplo de cómo los arqueólogos pueden reconstruir un episodio dramático en la vida de una comunidad prehistórica.

fjb

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