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Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia ( INAH ) descubrieron una representación del joven dios del maíz en la Zona Arqueológica de Palenque , en Chiapas.
De acuerdo al instituto, se trata del primer hallazgo en el sitio de una cabeza estucada de esta deidad del panteón maya , que data de aproximadamente mil 300 años.
La nariz y la boca de la escultura fueron las primeras en emerger de la tierra suelta, en una cavidad semicuadrada.
“Conforme avanzó la exploración, se constató que la escultura es el eje de una rica ofrenda que se dispuso sobre un estanque de piso y paredes estucadas –de casi 1 m de ancho por 3 m de largo, aproximadamente–, para emular el ingreso de este dios al inframundo, en un entorno acuático”, informa el INAH a través de un comunicado.
Foto: Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH
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La cabeza del dios del maíz tiene una longitud y un ancho máximos de 45 cm y 16 cm, de manera respectiva, y 22 cm de altura y estaba colocada en una orientación este-oeste, lo que simbolizaría el nacimiento de la planta del maíz con los primeros rayos del sol.
“La escultura, la cual debió ser modelada alrededor de un soporte de piedra caliza, tiene características gráciles: el mentón es afilado, pronunciado y partido; los labios son finos y se proyectan hacia afuera –el inferior ligeramente hacia abajo– y muestran los incisivos superiores. Los pómulos son finos y redondeados; y los ojos, alargados y delgados. De la frente amplia, larga, aplanada y de forma rectangular, nace una nariz ancha y pronunciada”, detallan los arqueólogos.
La escultura se encontraba sobre un “plato trípode”, lo que da a entender que “se concibió originalmente como una cabeza cercenada”; los especialistas llegaron a esta teoría pues al revisar otras iconografías del dios joven del maíz, también aparece con la cabeza cortada. Por el plato, se sitúa la escultura hacia el periodo Clásico Tardío (700-850 d.c.).
Foto: Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH
El hallazgo se registró en julio de 2021, cuando se retiraba el relleno de un pasillo que conecta las habitaciones de la Casa B de El Palacio con las de la adyacente Casa F.
Debido a la humedad, la escultura está en un “proceso de secado paulatino”, para después ser restaurada.
Este descubrimiento da cuenta de “cómo los antiguos mayas de Palenque revivían de manera constante el pasaje mítico sobre el nacimiento, la muerte y la resurrección de la deidad del maíz”, sostiene el investigador del Centro INAH Chiapas, Arnoldo González Cruz.
Foto: Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH
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El descubrimiento se registró durante el proyecto “Conservación Arquitectónica y de los Acabados Decorativos de El Palacio”, la cual contó con recursos del Fondo de Embajadores del Departamento de Estado para la Preservación Cultural, auspiciado por el Gobierno de los Estados Unidos. El equipo arqueológico es codirigido por el arqueólogo Arnoldo González Cruz y la restauradora Haydeé Orea Magaña.
La ofrenda con la cabeza del dios del maíz
La escultura es el eje de una ofrenda que se dispuso sobre un estanque, emulando el ingreso de la deidad al inframundo, en un entorno acuático.
González Cruz explica que el estanque fue como un espejo de agua para ver reflejado el cosmos. Es probable que estos rituales, de carácter nocturno, partieran en la gobernanza de K'inich Janaab’ Pakal I (615-683 d.C.), y continuaran durante las de K’an Bahlam II (684-702 d.C.), K’an Joy Chitam II (702-711 d.C.) y Ahkal Mo’ Nahb’ III (721-736 d.C.).
Posteriormente, quizás en el reinado de este último, clausuraron ese espacio de forma simbólica, rompiendo una porción del piso de estuco del estanque y retirando parte del relleno constructivo, para depositar una serie de elementos: vegetales, huesos de animales –codorniz, tortuga blanca, pez blanco y perro doméstico–, conchas, tres fracciones de figurillas antropomorfas miniatura, entre otras.
La representación de la divinidad maya, de más de mil 300 años de antigüedad. Foto: Gibrán Huerta. INAH
“Algunos huesos de animales fueron sometidos a cocción, y otros tienen marcas de descarne y huellas de dientes, por lo que sirvieron para consumo humano como parte del ritual”, detalla el especialista.
En la ofrenda se “sacrificó” el plato rompiéndolo a la mitad, se colocó una laja de piedra caliza con una pequeña perforación y un lecho semicircular de tiestos y pequeñas almas de piedra, sobre el que se asentó la cabeza de la deidad.
Por último, todo el espacio fue clausurado con tierra y tres muros pequeños, dejando la cabeza del joven dios del maíz dentro de una especie de caja, donde permaneció oculta por alrededor de mil 300 años.
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