Más Información
Diputadas celebran a emprendedoras; reconocen a la doctora Araceli Alonso, incluida en las 100 mujeres líderes
Yasmín Esquivel defiende la reforma judicial en Con los de Casa; alejado de la realidad pensar que es una venganza política, afirma
Elección judicial: Aspirantes a cargos comparten carta de motivos y hasta currículum; “Justicia no debe ser inaccesible”, afirman
Niño de 3 años toca “la campana de la victoria” por vencer al cáncer; recibió quimioterapias en el IMSS
Tres de cada 10 estudiantes es víctima de violencia en planteles; exigen reforzar medidas de seguridad
yanet.aguilareluniversal.com.mx
“En la política cultural, y en toda política pública, resulta fundamental la certeza y transparencia de las reglas”, afirma el escritor Armando González Torres al reflexionar sobre la potencia del ensayo en México y a propósito de que este año no se lanzó la convocatoria para el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry.
Armando González Torres, Daniel Salinas Basave y Luis Felipe Lomelí son tres de los escritores mexicanos que han ganado el certamen literario creado en 1986 y que han obtenido otros autores como José Emilio Pacheco, Ernesto Lumbreras y Gilberto Prado.
Para González Torres puede resultar conveniente “evaluar la cobertura, impacto cultural y derrama social de muchos reconocimientos, pero ello debe partir de análisis sólidos y razonamientos detallados”. Celebra que este premio fomenta un género fundamental en el florecimiento de la vida intelectual y la crítica social. “El ensayo es uno de los géneros literarios con menores incentivos institucionales en el país y con la desaparición del Lowry se resta otro estímulo. Por otro lado, como es sabido, el premio Lowry requiere un ensayo sobre algún escritor extranjero que haya estado en nuestro país y en este sentido resulta muy significativo, pues rompe la tendencia a la insularidad de nuestras letras y nos ayuda a observarnos en espejos muy variados”, señala el ganador del Lowry en 2015.
Por su parte, Daniel Salinas Basave, ganador en 2014 de ese Premio, pide que “las convocatorias sean limpias e imparciales y que dejen competir libremente y sin candados”. Asegura que él ha sido jurado no pocas veces y “la mayoría de los premios (a diferencia de las becas) se rigen por criterios estrictamente literarios. Evaluar literatura siempre será subjetivo, pero al menos en mi limitada experiencia, cuando he sido juez ha imperado la buena fe y la honestidad”.
El ganador en 2018, Luis Felipe Lomelí, señala: “Yo entiendo por legitimidad el cumplimiento en tiempo y forma de los acuerdos. En mi caso, el INBAL me pagó su parte correspondiente del premio Lowry 2018 a tiempo, mientras que el Estado de Morelos tardó nueve meses en hacerlo”, pero de mayores violaciones a la convocatoria, dice no saber.
Salinas Basave dice que se ha declarado desierto o en varias ediciones no se ha lanzado la convocatoria pero no por falta de ensayistas, sino de difusión del género. “Si el cuento lo tiene difícil, para el ensayo lo es aún más. En lugar de eliminarlo, pudieron ampliar su espectro temático, no limitarlo a ensayo sobre plumas extranjeras, pero no matarlo”.
González Torres sabe que se ha declarado desierto en ocasiones; pero no se debe necesariamente a la ausencia de ensayistas, sino quizás a la falta de difusión.