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Ayer, la escritora novohispana, representante del Siglo de Oro, Sor Juana Inés de la Cruz, fue declarada Mujer Ilustre por el presidente Enrique Peña Nieto, en reconocimiento a “su aportación destacada en los campos de las ciencias, de las artes y de la cultura nacional”.
El Ejecutivo instruyó a la Secretaría de Gobernación a conmemorar, mediante homenajes póstumos, a Sor Juana, quien es considerada la Décima musa.
La escritora novohispana (quien nació entre 1648 o 1651 y falleció en 1695) cultivó múltiples conocimientos que fueron registrados en sus manuscritos. Incursionó en distintas disciplinas de las ciencias sociales y de las ciencias exactas, como la retórica, física, matemáticas, gramática latina o arquitectura.
Entre sus obras más reconocidas están Neptuno alegórico (1680) y Carta atenagórica (1690); las comedias para teatro Los empeños de una casa (1683) y Amor es más laberinto (1689); y en el campo de la poesía, donde también destacó, se encuentran Inundación castálida (1689), y el poema filosófico Primero Sueño (1692).
El presidente Peña Nieto expresó en el decreto, publicado en el Diario Oficial de la Federación, la importancia de difundir la vida y obra de Sor Juana: “Difúndase la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz, destacando el referente cívico que ofrecen a las mexicanas y los mexicanos de hoy y del mañana, a través de acciones que deberán desplegar las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, en el ámbito de sus respectivas competencias y bajo la coordinación de la Secretaría de Gobernación”.
Nacida en la hacienda de San Miguel Nepantla, hoy Estado de México, el 12 de noviembre, Sor Juana estudió en la biblioteca de su abuelo en la Hacienda de Panoayan. A los ocho años escribió una loa eucarística. Muy joven viajó a la Ciudad de México, donde estudió latín (en sólo 20 lecciones). En 1665 entró a la Corte al servicio de la virreina, doña Leonor Carreto, marquesa de Mancera.
Tras pasar un periodo en el convento de San José de las Carmelitas Descalzas, en 1669, ingresó de forma definitiva al convento de San Jerónimo de la Ciudad de México.