Desnudos, contenidos considerados como sexuales, violencia explícita y expresiones racistas son algunos de los temas que redes sociales como Facebook e Instagram eliminan y son motivos de sanciones a los usuarios por no cumplir con las reglas comunitarias. ¿Es censura? Para los especialistas sí, sobre todo cuando se trata de contenidos de interés público. Y es que si bien estas empresas tratan de contener incitaciones al odio, frenar publicaciones con contenido sexual no autorizados y trata de personas, el derecho a la información y la libertad de expresión, siempre y cuando no vulnere los derechos humanos, deben protegerse.
Luis Ángel Hurtado, Jenny Guerra, Rubén Darío Vázquez y Grecia Macías, especialistas en contenidos digitales y redes sociales, coinciden en señalar que redes como Facebook tienen un ideal ultraconservador que traspasa a su desarrollo de algoritmos. Y, cuando se enfrenta a la repercusión social, se disculpa, pero sólo por una cuestión de imagen.
En México, hace unos días, un juez federal admitió a trámite la demanda de amparo en la que un usuario reclamó la restricción de publicar una foto en Instagram, filial de Facebook.
Rubén Darío Vázquez, analista de redes sociales, explica que las reglas comunitarias de Facebook han logrado incluso eliminar cuentas con contenido médico en la que ni siquiera había imágenes, sólo texto.
¿Qué hacer ante la censura? Luis Ángel Hurtado, profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, advierte: "Hay tres cosas, ajustarse a sus políticas; acudir a una instancia legal para exigir el derecho a la libertad de expresión y, el ciberactivismo: la queja ciudadana colectiva con la que se puede incidir en las decisiones de las empresas para que cambien los algoritmos".
Macías explica que si bien Facebook tiene mecanismos de apelación, se debe revisar el caso y a veces se puede llegar hasta el consejo de asesores de contenidos. "Tenemos derecho a la privacidad de nuestros datos personales, a la libertad de expresión y a no ser discriminados por cuestiones raciales o de género. Necesitamos comprender que no estamos indefensos en línea y que son las empresas las que han intentado normalizar esa narrativa para extender su modelo de negocios en nuestras vidas. También se podría intentar una demanda, pero es un camino más largo y tortuoso, y no hay muchos casos de éxito. Los periodistas y defensores de derechos humanos tienen una protección reforzada por naturaleza de sus trabajos, y en el caso de servidores públicos se analiza que su contenido también es de interés público".
Jenny Guerra González, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM, apela también a que los usuarios conozcan las políticas de estas empresas. "No las revisamos y las aceptamos, amén de que deberían ser mucho más claras y comprensibles. Solemos pensar que las redes son democráticas, pero lo cierto es que cada vez hay más mecanismos de control, Shoshana Zuboff habla del capitalismo de vigilancia en el que existen estos espacios de control férreos, con herramientas con algoritmos. Antes confiscaban los talleres, las prensas, ahora nos bloquean, nos censuran, nos cancelan. ¿Toda la culpa es de los algoritmos? Sí, pero fueron creados por la mente humana", asegura.
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