La posición más privada e íntima de cada individuo respecto a cierta meta, una zona paradisiaca y anhelada a la que se ha nombrado como El lugar de la sombra y la brisa, así como las relaciones que se establecen con el poder en dicha búsqueda son las cuestiones que el dramaturgo y actor David Gaitán coloca sobre la mesa en su obra de teatro más reciente, producto de un laboratorio escénico, que se estrena hoy en el Teatro Orientación, del Centro Cultural del Bosque, a las 20:00 horas.

Estas preguntas, explica Gaitán son el punto de partida para que cada espectador obtenga respuestas que lo encaminen hacia un campo más fértil: en algunos resonará, dice, el poder adquisitivo; en otros, la propia honorabilidad, las tensiones entre la vida privada y la pública, y la cultura de la cancelación.

En El lugar de la sombra y la brisa, David Gaitán se sirve de un dispositivo y una estructura particular para explorar las cuestiones esenciales que el dramaturgo describe como un juego de mesa tridimensional sobre el camino que desemboca en el éxito de una persona. Señala que esto aplica, en particular, al mundo del arte, pero puede amoldarse a cualquier contexto en el que hay de por medio una relación con distintas fuerzas.

“A veces son meras fuerzas y a veces son aliadas. Me refiero a el poder, pero también a la propia moral, los discursos imperantes, los posicionamientos políticos, la edad y la vigencia frente a la juventud como idea un tanto persecutoria”, dice Gaitán en entrevista.

A partir de las variantes que ofrece el juego tridimensional se establecen factores, bifurcaciones que, como en casi todos los juego de mesa, van influyendo en el avance de los participantes.

Gaitán pone como ejemplo el poder adquisitivo, los lingotes que los personajes van ganando, supeditados al hecho de que sus actos sean dignos o indignos. En la ruptura de la cuarta pared, su honorabilidad es puesta en tela de juicio y votada por el público para determinar el avance sobre el tablero.

“Con todas estas variantes, lo que resulta es una obra que, función a función, es diferente. La combinación de escenas que puede salir las va determinado una ruleta que se utiliza allí. El azar determina, cada día, lo que sucederá. A partir de esa estructura variable, el espectador tiene una experiencia diferente en cada función. Se trata de escenas distintas, como si hubiéramos preparado tres o cuatro obras de teatro en una. En cada función se mezclan las posibilidades a partir de lo que el azar dicta”, abunda y explica que la ruleta determina un rumbo, el turno del siguiente personaje y sus acciones. Ese personaje puede elegir entre las escenas posibles que marca el azar, lo cual, en algunas casos puede significar que todo el equipo llevará a cabo una coreografía o que un personaje interpretará un monólogo e interactuará con alguien más.

Un elemento particular destaca el dramaturgo: la presencia de E. P., moderador de las escenas, casi un hilo conductor cuyo nombre alude a las siglas de los conceptos que pueden encarnar bien el eje de la obra: El Poder, El Privilegio, El Primero, El Padre. “Él es quien va organizando, moderando, acotando, reprimiendo. Es la voz autoritaria y, al mismo tiempo, la voz conciliadora. ¿Cómo nos relacionamos con las figuras de poder?, ¿las amamos, les besamos los pies, les damos la espalda, hablamos mal de ellas?”

La obra puede verse los jueves y viernes, a las 20:00 horas; sábados, 19:00 horas y domingos, 18:00 horas, hasta el 8 de septiembre.

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