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Las autoridades de Cultura “han usado la pandemia para hacer cambios que no han sido consultados con toda la base trabajadora”, acusa Patricia Ramírez, integrante de un sindicato del Instituto Nacional de Bellas Artes .
El editor Tomás Granados lamenta que en estos meses de “pasmo económico” no se pensara en cómo estimular a las industrias culturales.
“La Secretaría de Cultura sí ofreció una alternativa para que se viera la expresión artística de muchos”, opina a su vez la soprano Verónica Murúa.
“La pandemia nos rebasó en muchos sentidos y evidenció la fragilidad que vivimos en el gremio de la danza”, refiere la coreógrafa Cecilia Lugo.
“Las decisiones que han tomado han beneficiado, otra vez, más al centro del país”, señala el coreógrafo Miguel Mancillas.
En el aire quedó un proyecto de exposición que Francisco Castro Leñero iba a curar en el Museo Nacional de la Estampa: a consecuencia del Covid-19 no hubo presupuesto.
Escritores, investigadores, artistas, coreógrafos, músicos, académicos y trabajadores entrevistados por EL UNIVERSAL, ofrecen diversas lecturas y balances del manejo de la pandemia en el sector Cultura y hacen un balance de estos dos años de gobierno de la 4T para la Cultura.
Contigo en la Distancia ha sido el programa central de la Secretaría de Cultura federal, ante la pandemia. De acuerdo con la Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, la audiencia es de 10 millones de usuarios, con 10 mil contenidos, 80% de ellos generados durante la pandemia.
Leonardo Lopez Luján
, arqueólogo: “Debido a la parálisis casi total de la Secretaría de Cultura, no existe materia suficiente para hacer una valoración a fondo. Sin embargo, ante los enormes retos que nos han significado la pandemia y la dramática reducción de los presupuestos federales dedicados a la cultura, veo con agrado que la Secretaría y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) estén retransmitiendo por internet una serie de documentales, conferencias y encuentros de sexenios anteriores, ahora abrigados bajo el logo de “Contigo en la distancia”. Hago votos para que muy pronto se revalore la enorme trascendencia de la cultura en nuestro país y para que más temprano que tarde podamos retomar con nuevos bríos nuestras actividades sustantivas en beneficio del pueblo de México".
Tomás Granados, escritor y editor de Grano de Sal:
“Es desolador que, al cabo de dos años, no exista un documento que exprese de manera explícita cuál es la política respecto del libro, con un diagnóstico, unas acciones y unas metas concretas. La tenue actividad estatal está hoy separada de la privada y no hay un interlocutor institucional que permita explorar soluciones imaginativas a los muchos problemas de la creación, la producción, la distribución y el acceso a los libros”. Granados sostiene que lo que le ha faltado a la Secretaría de Cultura es imaginación para ofrecer respuestas a los problemas que enfrentan quienes actúan en el mundo del libro: “Estos meses de pasmo económico podrían haber servido para repensar la forma de estimular a las industrias culturales (no necesariamente con subsidios), favorecer esquemas de solidaridad para los eslabones más débiles como las librerías, y corregir modelos precarios en las relaciones laborales”.
Cecilia Lugo, coreógrafa.
“Han desaparecido festivales, compañías de danza, teatros, escuelas de arte, etc., desde antes de la pandemia y con ella. Con voluntad política esta condición se podría revertir”. Lugo, directora artística de Contempodanza, demanda que la comunidad dancística esté insertada en un panorama formalizado de trabajadores frente al Estado y la sociedad, y propone “crear un diálogo oportuno y constructivo con la Secretaría de Cultura para redimensionar el daño que la pandemia causó”.
Bolfy Cottom, investigador del INAH:
“La pandemia sólo es un factor que se añade al sector Cultura como desafío. La Secretaría sigue siendo un desafío en cuanto a su consolidación, su estructura orgánica y su capacidad organizativa del sector. A la Secretaría le hace falta tener una mayor vinculación, cercanía y claridad con la investigación y la docencia; ha trabajado en comunidades, con artesanos y dedicado un gran esfuerzo al Proyecto Chapultepec, pero es fundamental que haya un puente de comunicación, de más diálogo entre la cabeza de sector, sus instituciones y la comunidad. No estaría mal que hubiera mayores mecanismos de comunicación para conocer los resultados reales de los trabajos en las comunidades y el cómo se enfrentará la crisis en las instituciones históricas de Cultura”.
Francisco Castro Leñero, pintor:
“La pandemia tuvo como consecuencia el aislamiento de todos los actores culturales, y ese aislamiento ha sido muy perjudicial -no sólo porque la cultura vive de su contacto con el público sino también en las relaciones con quienes la organizan en el Estado--. Me parece un poco violento que se asigne un gran presupuesto a un proyecto, Chapultepec, mientras se le recorta al INAH; hubiéramos deseado que se pospusiera o cancelara, que ese dinero se reasignara a necesidades que hay aquí y en otros estados. En la 4T permea la teoría de que todo lo que se hizo en gobiernos anteriores estaba mal; hay una invención de corrupción en el Sistema Nacional de Creadores que nunca fue probada ni nunca existió. Estamos volviendo a ser una cultura débil, dependiente”.
Verónica Murúa, soprano, investigadora y maestra en la Facultad de Música de la UNAM:
“Me parece que la Secretaría de Cultura reaccionó hasta que los artistas se manifestaron ante la preocupación real de que no iban a tener ingresos porque los espacios habían cerrado. Hubo una primera convocatoria bastante exprés y el resultado es que hubo algunos seleccionados con proyectos de cuestionable calidad. Sin embargo, creo que sí hubo una preocupación de la Secretaría y sí ofrecieron una alternativa para que se viera la expresión artística de mucha gente. El INBAL ha tenido un desempeño muy pobre; tuvo la oportunidad de programar conciertos con sana distancia con artistas locales, pero no lo aprovechó”.
Luis Ángel Silva, narrador oral y dramaturgo en Tijuana:
“No hay una política cultural de izquierda que lleve el arte a toda la población y a todas las comunidades. El Presidente es insensible ante la profesionalización de los agentes culturales, llámense comunidad artística, empresas culturales; promotores, gestores, etcétera. Con ello se aparta de una tradición de izquierda que procuraba el equilibrio entre la cultura popular y el arte. Esto es evidente si revisamos los recortes del presupuesto a la cultura. Ante la pandemia, la Secretaria de Cultura se volvió indolente y mentirosa, a la usanza del viejo régimen, --barrió el polvo y lo puso debajo del tapete--, pues la funcionaria, Alejandra Frausto, negó el despido de compañeros y la falta de pagos en su comparecencia con los diputados. Mi caso es emblemático, ya que no sólo fui despedido del Cecut, y se me adeudan pagos, pone en evidencia la subcontratación que supuestamente intenta combatir el gobierno, en el tan mencionado outsourcing. Es una prueba más de que esta administración violenta los derechos laborales, culturales y humanos de los artistas”.
Miguel Mancillas, coreógrafo y director artístico de Antares Danza Contemporánea, en Hermosillo:
“La respuesta de las autoridades culturales ha sido, en términos generales, tardía. Los artistas tuvieron que organizarse y protestar para que empezara un primer diálogo. Los que no estamos en el centro llevamos muchos años trabajando y generando muchos proyectos, pero en el discurso oficial no estamos. Alternativas como la de Contigo en la distancia es, para los artistas escénicos, deficiente. Esta estrategia no debería ser la única. Llevamos dos años de esta administración y seguimos sin poder traducir los objetivos de este gobierno. Los artistas nos preguntamos si nunca nadie va a entendernos”.
Cecilia Barreto, artista visual:
“A dos años del gobierno de López Obrador el termómetro en materia de Cultura ha sido muy tibio; si bien el Presidente no se ve como el más interesado en saber quiénes son los artistas del país, al igual que en otros sexenios se ha comportado como un político que quiere mostrar su poder con inmuebles nuevos. En el año 2020 la crisis del Covid agravó la situación en todas las instituciones, desapareció el Fonca y hasta el momento no se sabe su futuro. Como etapa final del desencuentro, aparece una nueva macro obra con un valor estimado en más de 10 mil millones de pesos. Me preocupa que se refuerce una idea neoliberal más recargada, en donde sólo las personas con más acceso económico o allegados puedan vivir dignamente de su labor como creadores”.
Patricia Ramírez, miembro del Sindicato Alterno de Trabajadores del INBAL:
“Han sido tiempos muy complejos porque hay problemas que se arrastran desde administración pasadas y no se han podido corregir. Los que somos del INBAL siempre hemos sentido un desapego del sector central y, en esta administración, ha sido mucho más evidente que la Secretaría de Cultura no tiene nada que ver con nosotros. Durante este año nos han quitado prestaciones que ganamos tras muchos años de luchas. A lo largo de estos meses hemos denunciado que han usado la pandemia para hacer cambios que no han sido consultados con toda la base trabajadora. En este momento ya somos 20 sindicatos (en el INBAL) y las autoridades sólo hablan con la representación sindical, sin tomarnos en cuenta. Además, nos hemos tenido que enfrentar a la pérdida de compañeros que han fallecido por Covid y a pérdidas de entornos familiares y de amistad. Todo ha sido muy doloroso”.
Faustino Díaz, trombonista y trompetista:
“Lo que vi, como siempre, es que el centro del país es el que siempre termina siendo más beneficiado de las convocatorias que se lanzaron como apoyo a los artistas. Me queda la idea de que siguen sin saber cómo descentralizar. Hubo pocos recursos y se repartieron mal. No tuvieron la capacidad para crear mecanismos de apoyo más eficientes”.
María de los Ángeles Medina González, redactora de Radio Educación:
“Me parece que desde la Secretaría de Cultura se han impulsado acciones para que en medio de la pandemia por Covid-19 las actividades culturales sigan llegando a la ciudadanía, sin embargo, esas acciones abonan a la apariencia de 'seguimos trabajando', pero no al fortalecimiento de la institución, ni de sus trabajadores; porque en realidad la Secretaría de Cultura entró en un impase, todo se detuvo, se vaciaron oficinas, se cerraron museos, recintos culturales y artísticos y las y los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, así como creadores y artistas quedamos a la deriva. Los sindicalizados sin posibilidad de organización y los demás sin contratos, apoyos ni materia de trabajo. Para mí, la Secretaría de Cultura tiene varios retos en medio de esta pandemia, fortalecer sus direcciones y órganos desconcentrados para realmente acercar la cultura a la ciudadanía; diseñar acciones para la atención a artistas y creadores; impulsar nuevas vías -desde el entorno digital- para el desarrollo de la cultura y las artes y, finalmente, generar iniciativas que promuevan cambios de fondo en la política cultural del país”.