Su pelaje irresistiblemente lustroso es su perdición. El visón, pequeño mamífero carnívoro de la familia de los mustélidos, es uno de los animales más cotizados en la industria peletera. La cría de visones comenzó a fines del siglo XIX, la recolección de ejemplares salvajes era insuficiente para satisfacer la demanda. Se requieren alrededor de 60 visones para fabricar un abrigo.
Hace un siglo esta especie fue introducida a Europa con gran éxito y muy pronto varios países, como Dinamarca y Finlandia, se enfocaron en su reproducción que mantienen hasta la fecha. Aunque en los últimos años, el uso de pieles ha disminuido por el llamado de las sociedades protectoras de animales que han evidenciado la crueldad en su crianza, se mantienen las granjas de cría de especies con pelaje, como zorro, perro mapache y chinchilla, entre varias más.
Según datos del Banco Mundial, el negocio genera alrededor de 4 mil millones de dólares al año. Uno de sus principales productores es China. En este país se realizó un estudio en las granjas de cría que puso en evidencia otro problema más allá del conflicto ético: podría esconderse (y fortalecerse) el virus protagonista de la próxima pandemia.
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Autopista de virus
En el estudio publicado en la revista Nature y liderado por investigadores de la Universidad de Sidney, se intentaron identificar los virus que circulan en las granjas chinas. Tomaron muestras de tejido pulmonar e intestinal de 461 animales que murieron entre 2021 y 2024. De estos animales, 164 procedían de cuatro especies criadas para su piel: visón, zorro rojo, zorro ártico y perro mapache, pero también había otras especies como cobayas, ciervos y conejos.
Todos los animales seleccionados habían estado enfermos y quizá murieron por una enfermedad infecciosa. Los investigadores secuenciaron el ARN y el ADN en las muestras de tejido e identificaron 125 virus en total, incluidos muchos virus de la gripe y coronavirus; 36 nunca se habían visto, y varios se encontraron en especies que no se sabía que los albergaban. Por ejemplo, encontraron el virus de la encefalitis japonesa en cobayas y el coronavirus en visones.
Hallaron un virus de influenza aviar H6N2 en una rata almizclera, la primera identificación conocida de este subtipo en mamíferos, pero uno de sus hallazgos más importantes es que encontraron en el visón un coronavirus similar al HKU5, un virus relacionado con microrganismos que hasta ahora sólo se habían identificado en murciélagos. Para el virólogo Eddie Holmes, quien forma parte del proyecto, esto evidencia que las granjas de pieles pueden actuar como una autopista para que los virus que se esconden en animales salvajes lleguen fácilmente a las personas. Este temor llevo a que en 2020 fueran sacrificados 17 millones de visones al encontrar entre ellos una version mutada de un coronavirus.
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Es uno de los estudios más amplios y puntuales sobre virus que albergan animales de peletería. Además de la amplia gama de virus, se descubrieron nuevos patógenos y otros conocidos se encontraron en nuevos huéspedes, una evidencia de cómo se puede preparar un caldo de cultivo para la próxima pandemia.
La moda que ya no acomoda
Los investigadores de enfermedades infecciosas piden medidas de bioseguridad más estrictas en las granjas que crían animales para obtener pieles y evitar que patógenos peligrosos pasen de los animales a las personas. En muchos países, como Canadá y naciones del norte de Europa, la tradición ligada al comercio de pieles es muy compleja de erradicar, pero la tendencia es la sustitución de este tipo de pieles por materiales artificiales.
Entre 2011 y 2021, el valor de las importaciones en la UE se redujo a 138.3 millones de dólares desde 363.6 millones, según la base de datos Comtrade de las Naciones Unidas. La iniciativa ciudadana europea Fur Free Europe pide prohibir la cría y venta de pieles en toda la Unión Europea. Las razones son variadas. El sufrimiento animal no justifica la producción de artículos de lujo. Un solo ejemplo: los zorros y otros animales sufren canibalismo en las condiciones de hacinamiento y estrés. Siguen siendo animales con fuertes tendencias salvajes.
Muchos países ya prohibieron este tipo de granjas, como Reino Unido que además se ha convertido en uno de los líderes mundiales en el diseño de textiles sustentables que tengan la mullida y sedosa apariencia de las pieles naturales. Una prohibición casi total de las pieles en la UE supondría el cierre de miles de granjas y obligaría a fabricantes de ropa a optar por colecciones sin piel o con piel sintética.
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Surge la pregunta de la sustentabilidad de los materiales que sustituyen la piel natural y la alternativa laboral para la gente que trabaja en esta industria ¿de qué está hecha la piel sintética? Los diseños de pieles artificiales se consideran una alternativa para muchas marcas de moda; sin embargo, los especialistas señalan que esta parte también tiene un lado oscuro, pues existe un gran número de estudios que aseguran que el planeta no está preparado para absorber los residuos de la fabricación de pelo sintético. Prueban alternativas en laboratorios de productos sostenibles con la apariencia buscada.
Una investigación de la Coalisión Internacional de Ropa Sostenible destaca el uso de dos formas de acrílico (acrílico y modacrílico), así como poliéster en la creación de pelaje artificial. Ambos materiales requieren mucha energía y recursos para ser creados, y pueden causar liberación de fibras tóxicas cuando se lavan, además de que no son biodegradables. Las suspicacias llegan: ¿cuáles serían las ventajas ambientales de un producto con base química sobre uno natural?. La investigación brinda datos más específicos sobre el impacto integral de las granjas.
El informe detalla que el alto impacto ambiental, por ejemplo, de la piel de visón, se debe tanto a la producción de alimentos como a las emisiones de N2O del estiércol. La escala en la que operan estas granjas industriales de pieles es completamente insostenible, pero definitivamente el punto que logra que la balanza se desequilibre tiene que ver con los peligros relacionados con los virus que se mueven entre el territorio salvaje y el doméstico.
La piel sintética puede verse como un material de transición: detiene el daño a los animales y la explosión de virus, pero aún promueve el uso de materiales dañinos, así que el reto es encontrar una piel verdaderamente sostenible. Existen muchas empresas que están experimentando positivamente con esta misión, como la empresa francesa Ecopel, cuya misión es crear pieles sintéticas basadas en plantas y no en plástico. Su última creación, en asociación con DuPont Biomaterials, KOBA, produjo el primer abrigo de piel sintética de base biológica.
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Otras marcas siguen los pasos de Ecopel, incluida House of Fluff, una marca con sede en Nueva York que fabrica productos de alta costura cruelty-free. En noviembre de 2020 debutó con su colección de pieles de origen biológico, BIOFUR. Cada pieza está hecha de plantas, textiles reciclados o ha sido tratada con un aditivo para ayudar a descomponer las fibras sintéticas.
Por otro lado, la diseñadora de moda londinense Katharine Hamnett propone Bio-Fur, un material creado con mohair cortado de cabras de angora, al igual que lana de oveja, que luego se une a un algodón orgánico certificado 100% GOTS como tela de respaldo. Lo han creado específicamente para encontrar una alternativa que no signifique ningún daño para los animales, pero que también sea biodegradable.
Se busca que los materiales de base biológica se conviertan en la nueva norma para las pieles sintéticas. El aumento de la conciencia sobre el bienestar animal provocó que el valor de las importaciones de ropa, accesorios y otros artículos de piel haya descendido a nivel mundial; hoy se busca que el valor de estos productos tenga un nuevo peso a través de creaciones más sostenibles. No es una cuestión de vanidad, literalmente, la humanidad podría estar en riesgo si la apuesta no va en este sentido.