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La Galería OMR determinó que la destrucción de la obra Nimble and Sinister Tricks (to be preserved without scandal and corruption), de Gabriel Rico, fue un accidente y, por ello, no tomará acciones en contra de la crítica de arte Avelina Lésper. Y advierte: “Los accidentes suceden cuando te expones a riesgos, como es el caso con las acciones de la señora”.
El 8 de febrero, Lésper acudió a Zona Maco y, según su testimonio difundido en un video, acercó una lata de refresco vacía a la obra de Rico, hecha con vidrio templado, dos pelotas, un cuchillo y una piedra. En ese instante, aseguró, la obra implosionó. OMR publicó en sus redes sociales que no podía entender “cómo una supuesta crítica profesional de arte, destruyó una obra”. El suceso provocó una gran discusión en redes sociales y en espacios museísticos y culturales.
Ayer, OMR agradeció en Facebook la respuesta de la gente e informó que tras conversaciones con el artista, llegaron a la conclusión que la obra se perdió porque sufrió daños irreparables y aseguró que más allá de la especulación, “Éste incidente desafortunado fue accidental”. Además hizo un llamado: “Solamente, (a menos que esté explícitamente descrito) por favor ¡no toquen las obras!”
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Sobre estos riesgos, reflexionan las curadoras Ana Elena Mallet y Paula Duarte, y Mónica Amieva, subdirectora de programas públicos del Museo Universitario de Arte Contemporáneo.
Duarte, coordinadora del Campo de Estudios Curatoriales de la Maestría en Historia del Arte de la UNAM, sostiene que lo ocurrido en Zona Maco fue una interacción intrusiva. “En los museos hemos estado pendientes de que la gente tenga un espacio para involucrarse con las piezas sin ser intrusivos, que fue lo que ocurrió en la feria. Hay muchísimas estrategias curatoriales que se trabajan con los servicios educativos, con programas de capacitación con los custodios para que la presencia en sala no sea tan impositiva, pero sí que haya respeto para que no haya este tipo de accidentes”.
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En la importancia de los custodios coincide Mallet. Asegura que en muchos museos se han convertido en personal de apoyo para el visitante, porque no tienen que ser figuras prohibitivas. “Creo que Zona Maco ha ayudado a atraer un público distinto, un público que se relaciona de otra manera con el arte contemporáneo; y los museos han hecho un gran trabajo para que haya una seguridad respetuosa con el visitante. No hemos tenido un accidente grave, creo la gente entiende que no puedes tocar una obra salvo en casos que así lo determinen”.