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En 1982 el escritor colombiano Gabriel García Márquez recibió el Nobel de Literatura “por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real se combinan en un mundo ricamente compuesto de imaginación, lo que refleja la vida y los conflictos de un continente”.
El Gran Diario de México dio a conocer los pormenores de la entrega, desde las especulaciones, Mario Vargas Llosa y Octavio Paz figuraban entre los posibles ganadores de los 16 mil dólares que el premio entregaría en aquél entonces, hasta el discurso que declamó el autor de “Cien años de soledad” en la Academia Sueca , abordó temas como la pobreza, las violaciones a los derechos humanos y los problemas de desarrollo de Latinoamérica. Fue aplaudido durante varios minutos.
Días antes de viajar a Estocolmo para recibir la presea, EL UNIVERSAL conversó con “Gabo”, quien comentó que el dinero que recibiría se destinaría íntegramente para establecer un periódico en su natal Colombia y que no se presentaría a la ceremonia de frac, sino con guayabera o mezclilla.
Foto: Hemeroteca El Universal
Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura
22 de octubre de 1982
*Anunció su decisión la Academia Sueca
*Un premio a las letras iberoamericanas
*Reflejo de riquezas y miserias humanas
ESTOCOLMO, 19 de octubre (UPI, AP, AFP, ANSA y EFE).— Un Nobel que corona a las letras latinoamericanas significó hoy en definitiva la decisión tomada por la Academia Sueca al premiar aquí al colombiano Gabriel García Márquez con el máximo galardón mundial de literatura.
La Academia, que compara al laureado con William Faulkner e incluso con el Honoré de Balzac , señala que, al concederle el Nobel de 1982, no sólo puede pretender destacar la obra de un escritor desconocido, sino que la literatura latinoamericana “ha dado pruebas hace mucho tiempo de gran vitalidad y adquirido destacada posición en la vida cultural contemporánea”.
El microcosmos de García Márquez con su “tumultosa autenticidad y al mismo tiempo tremendamente convincente refleja un continente con todas sus riquezas pero también con sus miserias humanas”. Un diverso, dice la Academia, donde las fuerzas del corazón y de la historia aunadas desbordan sucesivamente los límites del caos en su obra de muerte y de creación.
Una literatura, sigue, “pródiga en impulsos y tradiciones que cruzan con la influencia de la narración oral, de la antigua y alta cultura india, el barroco español y las influencias del surrealismo”.
Foto: Hemeroteca El Universal
Escritor que “en el espléndido vuelo de su imaginación mezcla la más prosaica realidad y las más truculentas bromas con alusiones literarias”...
El Jurado sueco estimó asimismo que el éxito alcanzado en 1967 por los millones de ejemplares de su novela “Cien años de soledad” hubiera “podido ser fatal a un escritor con menos recursos que los del autor colombiano, pero que su épica obra ”El Otoño del Patriarca” , publicada ocho años más tarde, puede sin desmedro medirse con la precedente.
La muerte es posiblemente, concluye la Academia, el más importante escenógrafo en el mundo inventado y descubierto por el escritor colombiano, un mundo —podría decirse— descubierto a la luz de la opresión y la injusticia.
“Los violentos conflictos de índole política provocan la fiebre del clima intelectual”, dijo el Jurado a referirse al combate político del laureado, “del lado de los pobres y los débiles contra la opresión y la explotación económica del extranjero”.
Foto: Hemeroteca El Universal
Ataca García Márquez a las dictaduras y a las guerras que se enseñorean en América Latina
9 de diciembre de 1982
*Fue aplaudido durante varios minutos el ganador del Nobel de Literatura, en Estocolmo
*La independencia de la corona española no libró de la demencia a Latinoamérica
*En voz baja narró “noticias fantasmales” de la región*
ESTOCOLMO, 8 de diciembre (UPI, EFE y ANSA).—El escritor colombiano Gabriel García Márquez, ganador del Premio Nobel de Literatura 1982, atacó esta tarde a los dictadores y guerras que aterrorizan a América Latina.
Cuando García Márquez entró al salón de ceremonias para pronunciar su discurso fue aplaudido durante varios minutos.
Más de 400 invitados se congregaron para escuchar a García Márquez, quien habló en voz baja sobre la desafortunada historia moderna, dando “noticias fantasmales” sobre América Latina.
En la conferencia que ha pronunciado, en la Academia Sueca, el premio Nobel de Literatura de 1982, Gabriel García Márquez, ha dicho que “América Latina”, ha merecido la inusitada puntualización previa del secretario de la Academia Sueca, Lars Gyllensten, de que en esa casa no se hace política. Pero al escritor colombiano se le ha permitido.
Inusitado, también, ha sido el aplauso prolongado, al principio y al final de su conferencia, que el “frío” público de académicos y escritores ha dado, puesto en pie, al “huracán del Caribe”.
García Márquez ha pedido a toda Europa que comprenda a Latinoamérica, mirándose en su propia y sangrienta historia de hace unos años. Y parece que lo ha conseguido.
“La soledad de América Latina” bien podría ser un capítulo de ‘Cien años de soledad’, cuando cuenta cómo Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió, a su paso por la América meridional, una crónica rigurosa que, sin embargo, parece una aventura imaginada.
Afirmó el escritor galardonado que la independencia del dominio español no salvó a Latinoamérica de la demencia.
El escritor recordó al poeta chileno Pablo Neruda , que hace once años pronunció una conferencia en el mismo lugar, llamando la atención sobre América Latina en las conciencias de Europa.
Habla García Márquez de “esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con su leyenda”.
Y añade que no ha habido un solo instante de sosiego para los latinoamericanos: “un presidente prometeico, atrincherado en su palacio en llamas, murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos, sospechosos y nunca esclarecidos, segaron la vida de otro corazón generoso y la de un militar que había restaurado la dignidad de su pueblo”.
El narrador sigue contando la historia reciente de un mundo sangriento y fascinante, superior a la imaginación: “ha habido cinco guerras y 17 golpes de Estado, y surgió un dictador luciferino que, en nombre de Dios, lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo”.
“Los desaparecidos por motivos de represión son casi 120, 000, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de Upsala”.
“Numerosas mujeres arrestadas encintan dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares”.
Y sigue contando que “por no querer que las cosas siguieran así, han muerto cerca de 200,000 mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100,000 perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de América central: Nicaragua, El Salvador y Guatemala”.
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Foto: Hemeroteca El Universal
Toda la realidad que angustia al escritor comprometido sale a flote en su discurso: Chile, con más de un millón de personas huidas; Uruguay, que ha perdido en el destierro a uno de cada cinco de sus ciudadanos; la guerra de El Salvador, que ha causado, desde 1979, casi un refugiado cada 20 minutos.
“La interpretación —sigue diciendo García Márquez— de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez más solitarios”.
Y afirma que, tal vez, la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de ver a América en su propio pasado: “la solidaridad con nuestros sueños no nos hará sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo”.
Y se pregunta, como en un lamento “¿por qué la originalidad que se nos admite, sin reservas, en la literatura, se nos niega, con toda clase de suspicacias, en nuestras tentativas difíciles de cambio social?”.
“¿Por qué pensar —sigue cuestionando el escritor colombiano —que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes?”.
El tamaño de la soledad de Latinoamérica es el de la violencia y el dolor desmesurados de su historia, “resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a tres mil leguas de nuestra casa”.
Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes asisten esta noche a la cena que, en su honor, les ofrece la Academia Sueca de Letras.
El Congreso Nacional de Colombia superó profundas diferencias políticas para aprobar por unanimidad un proyecto de ley de honores al Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, cuyo empobrecido pueblo recibirá ahora los servicios de que ha carecido durante más de 100 años.
Mientras en Estocolmo el laureado escritor colombiano leía su discurso histórico sobre la pobreza, las violaciones a los derechos humanos y los problemas de desarrollo de Latinoamérica, en Bogotá se aprobaba una ley que dotará a Aracataca de teléfonos, nuevas redes eléctricas, un mejor acueducto y se declara monumento nacional la casa en donde nació García Márquez.
García Márquez recibirá el Premio Nobel de Literatura el próximo viernes en Estocolmo.
Foto: archivo El Universal
De blanco, con una rosa
11 de diciembre de 1982
García Márquez no siguió el ejemplo de los laureados en Medicina, Física, Economía y Química, que acudieron en traje de etiqueta negro. La aparición del autor de “Cien años de soledad” causó sensación, en un ambiente inundado de personalidades y recipiendarios del Nobel vestidos rigurosamente de frac, según prevé el ceremonial de la Academía Sueca.
En la ceremonia abundaron los discursos, flores y música pomposa. El Rey Carlos Gustavo entregó a cada uno de los ganadores un cheque por 1.150,000 coronas suecas (157,000 dólares), medallas de oro y diplomas.
El interés local estuvo centrado este año en torno a García Márquez, cuya producción literaria ha sido publicada en todo el mundo. Su mayor éxito, “Cien años de soledad” alcanzó ya millones de ejemplares.
En el día del aniversario de la muerte de Alfredo Nobel se ha celebrado simultáneamente, en Estocolmo y en Oslo, el acto oficial en el que fueron solemnemente entregados a los laureados de 1982 los cheques de los premios, la medalla de oro y el diploma correspondiente.
Mil setecientos treinta invitados, con un 70% de extranjeros, latinoamericanos y norteamericanos en su mayoría, presenciaron la solemne y tradicional ceremonia, que tuvo lugar en el Palacio de Conciertos de Estocolmo.
El escenario estaba adornado con claveles amarillos, donados por la Oficina de Turismo de San Remo (Italia), donde vivió sus últimos años y murió Alfredo Nobel.
Los intervalos musicales estuvierona cargo de la Orquesta Filarmónica de Estocolmo , dirigida por Sixten Ehrling, que interpretó, especialmente dedicado a García Márquez, el “Intermezzo interrotto” , de Bela Bartok , de quien el escritor colombiano había dicho que era uno de sus músicos favoritos.
El discurso de presentación del conjunto de los premios Nobel 1982 estuvo a cargo del vicepresidente de la Fundación Nobel, doctor Tore Browaldh .
Gabriel García Márquez, como es tradicional en el banquete que sigue a la ceremonia de entrega de los Nobel, tomó la palabra para hacer un brindis por la poesía.
El rígido protocolo sueco fue roto por la música de cumbia y por el traje típico regional de los llanos que vestía García Márquez, denominado el liqui-liqui, un sobrio traje blanco de lino a modo de guerrera que pertenecía a su abuelo, el coronel Nicolás Márquez , personaje que aparece en su novela “El Coronel no tiene quien le escriba” .
Foto: Hemeroteca El Universal
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El público que asistió también rompió con la seriedad habitual y acompañó con palmas a los cinco grupos colombianos que han actuado, entre ellos Leonor González “La negra de Colombia”, la cantante de cumbia “Toto la Mamposina” y “Los ballenatos”, grupo que está dirigido por Rafael Escobar, amigo personal de sus novelas.
A los postres del banquete tradicional, al que asistieron los reyes de Suecia y 1,300 invitados, García Márquez pronunció el siguiente discurso.
“Majestades, altezas reales, señoras y señores, agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir”.
“Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como la evidencia, a menudo agobiante, del compromiso que se adquiere con este honor”.
“Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa suele ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido…
“Confieso, sin falsas modestias, que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía.
“El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora evidencia de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestra América, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía”.
fjb