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Las culturas que habitaron la región de Mesoamérica se caracterizaron, entre otros elementos, por una cosmogonía conformada por diferentes mitos, leyendas y rituales, y en algunos de ellos hubo seres especiales, como los chaneques, aluxes, nahuales y Xtabay.
Algunos de esos seres siguen vigentes, pues han pervivido hasta nuestros días debido a una tradición oral, como es el caso de los chaneques , a quienes se les considera ambivalentes por sus acciones.
“Los chaneques viven en el monte, en la humedad, junto a los ríos. Sienten gran curiosidad por la vida de los hombres y se acercan a ellos –suelen ser chaparritos como niños. Cuento y testimonio nos dicen que los chaneques y otros seres extraordinarios no son siempre malos; si bien espantan, también conceden dones. Ellos guardan la medida de la caza, norman el uso de los recursos, castigan o premian la obediencia o transgresión de los humanos. Como todos los seres sobrenaturales que toman la apariencia humana –o son humanos que se transforman, como en el caso de los nahuales–, hay algo que los distingue de éstos: patas de guajolote, modos de comer, comportamientos inusitados”, escribió la socióloga Elisa Ramírez Castañeda .
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Gerardo Ávila Pardo
, investigador de la Universidad Veracruzana , señaló que en México se conoce a los chaneques como “pequeñas criaturas (más o menos “tipo duende”) que habitan principalmente en regiones selváticas normalmente cerca o en el agua, aunque también pueden hacerlo en montes y bosques. Hay diversas versiones sobre ellos, pero hasta ahora donde sé, la más común es la de que son criaturas malas que se dedican a hacer ‘travesuras’, cuya peor maldad es extraviar a los niños de la jungla, en el monte o el bosque, aunque también hay algunas, detenidas de la tradición prehispánica, en que se les considera como seres buenos que protegen y velan por sus ecosistemas”.
La creencia en los chaneques aún sigue vigente en regiones de estados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, pero más hacia la península, en Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Yucatán, existen otros seres: los aluxes.
“En algunas comunidades creen que los traviesos aluxes, espíritus o duendecillos de los montes, habitan en las cavernas y en los cenotes, y por lo tanto, es necesario procurarlos con ofrendas; de igual manera, está muy generalizada la creencia de que ahí viven ciertos seres míticos, como la sukan, serpiente gigante que guarda los mantos de la vital sustancia. Esta idea, en apariencia fundada en la existencia de una singular anguila que habita en aguas cavernosas, parece ser una reminiscencia de la antigua serpiente celeste, relacionada con la lluvia, y de la terrestre, asociada a las corrientes de agua superficiales y que son conocidas como chicchán por los actuales mayas chortí”, describió el investigador Luis Alberto Martos, en el artículo “Los cenotes en la actualidad. Entre la veneración y la explotación”, publicado en la revista "Arqueología mexicana".
En un comunicado de 2009, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indicó que para “los mayas contemporáneos de la Península de Yucatán, los aluxes o “duendes” cuidadores de los terrenos, son residentes de las zonas arqueológicas que hay en la región, a quienes los investigadores antes de explorar estos sitios, deben solicitar permiso mediante ceremonias que realizan junto con los trabajadores del proyecto”.
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Lo anterior porque en “el sitio de Xcambó, en la costa del estado de Yucatán, se encontraron ofrendas contemporáneas que podrían aludir al culto de estos pequeños seres, los que pueden ser representados mediante figuritas de 5 a 20 centímetros de altura, hechas de barro, cera, piedra, madera, tela u hoja de elote, además de nueve gotas de sangre del dedo pequeño del campesino, quien se convertirá en su amo”.
Sin embargo, los aluxes no son los únicos seres que habitan en Yucatán, también está Xtabay, un ser femenino que habría surgido como “producto de un amor desdichado entre una pareja y una rival despechada, que se conviene al morir en una flor hedionda, enemiga de la amada, quien a su vez se transforma en flor de xtabentún. Se dice también que la Xtabay lleva las almas al fondo de la tierra, es la dueña de los animales o una encarnación femenina del diablo. En las diversas versiones aparece en noches de Luna, tiene una larga cabellera y va vestida de blanco. Seduce, pierde en el monte o enloquece a los que la vieron, sin que sanen ni olviden su pasión. Vive en las ceibas y pierde a los hombres en el monte”, documentó Elisa Ramírez para el artículo “Xtabay, Ciguanaba: Tentaciones”.
A esos seres sumamos la existencia de los nahuales, pero ¿qué se entiende por nahual? El investigador Roberto Martínez González, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM , planteó:
“Generalmente, en el contexto mesoamericano, se utiliza el vocablo náhuatl ‘nahualli’, ‘nahual’ o ‘nagual’, para hacer referencia a dos nociones diferentes: Por un lado, dicho término alude a un cierto tipo de especialista ritual caracterizado por las fuentes en razón de su capacidad de cambiar de forma a voluntad. En tanto que por el otro, tal palabra es usada para designar a una suerte de alter ego o doble animal de los individuos, tan íntimamente ligado a las personas que la muerte del uno supondría el deceso inmediato del otro. Entiéndase por nahualismo, el conjunto de prácticas y creencias que se estructuran en torno al nagual”, definió
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Por su parte, Alessandro Lupo , doctor en ciencias etnoantropológicas por la Universidad de Roma , indicó que el nahualismo es “la creencia de que determinados individuos (los cuales a menudo ocupan puestos sociales importantes) están investidos de poderes espirituales particulares, que les permiten transformarse asumiendo a su gusto semblanzas de animales (o también, en raras ocasiones, de fenómenos naturales como rayos, viento, nubes, bolas de fuego, etc.) y realizar bajo tales “disfraces” acciones prodigiosas”.
melc