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En la industria del libro hay un sector humano vulnerable y desprotegido, los freelancers, cuyo trabajo abarca varias aristas del quehacer editorial, va de la redacción a la corrección de estilo, la traducción, el cuidado editorial, la dictaminación de libros, las reseñas literarias e incluso la relaciones públicas, los materiales de promoción, el diseño de estrategias y el acompañamiento de los autores.
En época de Covid-19 también la industria editorial ha reducido y hasta cancelado su producción y por ellos los freelancers de la edición han dejado de tener trabajo, se han reducido drásticamente sus contratos o de plano se los han suspendido o cancelado, incluso les han detenido pagos por trabajos ya hechos.
Adán Ramírez Serret, Claudia Orozco, Raquel Zárate, Isaura Leonardo, Alexis Jiménez y Daniela Valdez, socia de Tinta Roja Editoras, colectivo de mujeres que da servicios de edición, son freelancers de la industria del libro, cuyas historias de trabajo representan a las de otros creadores relacionados con el mundo de la edición en México que padecen la parálisis por la pandemia.
Su labor es esencial en los buenos tiempos, pero prescindible cuando se atraviesan periodos económicos críticos como el que ha traído a México el coronavirus. “El problema es, sobre todo, que si algo se suspende, es trabajo perdido y no hay ninguna cobertura económica en caso de cancelación”, afirma Adán Ramírez Serret, quien hace corrección de estilo, es dictaminador, lector, traductor, intérprete y enseña literatura.
¿Cómo ha impactado a tu economía la falta de proyectos? y ¿son los freelancers el sector más afectado de la industria del libro? fueron preguntas planteadas a estos seis creadores del mundo del libro que sortean la actual crisis económica
Adán Ramírez Serret dice que trabajar por su cuenta depende en gran parte del día a día y de trabajos extras. “Vivo de manera parcial de la docencia, de dar clases de idiomas y literatura en una escuela y algunas clases independientes. También trabajo como periodista cultural en radio, periódico y televisión. Por lo tanto, mi situación económica está condicionada 50% por el trabajo que realice día con día. Todo es con la iniciativa privada, no hago ningún trabajo para el estado”, afirma.
Daniela Valdez cuenta que ya les han cancelado trabajos, en especial la corrección de estilo para una revista que es posible que dejen de editar unos meses por la pandemia; y el Festival de la Ciudad de México.
“Por el momento no ha afectado la economía la falta de proyectos porque tenemos una contabilidad y administración bastante efectiva que nos permite planear y proyectar los meses que siguen en lugar del mes corriente, pero francamente sí pensamos que podría afectarnos a la larga. Ha ayudado que llevamos redes sociales a empresas, redactamos textos mes con mes, corregimos estilo para revistas y vendemos paquetes de traducción, corrección de estilo y redacción a agencias y clientes particulares y eso nos permite que nuestra entrada mensual sea bastante fija”, afirma Valdez.
La creativa del libro asegura que lo que hay es un desorden en los pagos por trabajos ya realizados, y esos sí se han visto afectados por la contingencia por Coronavirus, lo que ha generado una situación más precaria, “idealmente en mayo-junio retomo proyectos grandes, pero ahora mismo no sé si tendrán retraso o si se cancelarán”.
Por su parte, Claudia Orozco, quien se dedica a la comunicación, difusión en medios y hace relaciones públicas, dice que las editoriales con las que colabora le ha dicho que se viene un recorte, “por lo tanto, para poder mantener mi colaboración, debo mostrar mayor resultados para justificar mi pago. Se han cancelado actividades por el Covid, lo cual repercute en un bajo nivel laboral”.
La freelance del mundo del libro desde hace más de 15 años señala que, de momento, no ha sentido el impacto porque aún es poco el tiempo que ha pasado, “supongo que esto se vería más reflejado un mes después de que las editoriales hagan números”.
Raquel Zárate, quien trabaja con autores desde el dictamen literario, la corrección de estilo, la impresión y la distribución hasta la promoción editorial, indica que le han pospuesto más de la mitad de los trabajos realizados y ha tenido que pausar algunos proyectos.
Y Alexis Jiménez, quien realiza edición de videos promocionales de libros, redes sociales y contenido digital, afirma que en estos días le han cancelado dos proyectos de grabación con autores, y aunque en marzo no tuvo afectaciones “porque el pago ya está firmado bajo contrato, abril es muy incierto y es una situación estresante”.
Asegura que actualmente trabaja para una editorial, de manera externa, y eso le permite mantenerse con esos ingresos, pero como los proyectos extras se han cancelado, eso genera que “mi situación económica se encuentre algo apretada”.
Un modus vivendi
Adán Ramírez Serret sabe que con cualquier imprevisto, cualquier proyecto se puede acabar y es el modus vivendi de los freelancers. “También porque no es un trabajo muy bien remunerado y los pagos en general, por no decir siempre, tardan mucho más de lo determinado, al grado que se cobra seis meses o más después de haber hecho el trabajo. También una cosa definitiva es que el SAT, al final en Servicios Profesionales termina cobrando el 30% de IVA, y si no estás dado de alta te puedes considerar fuera de todo”.
En el caso de Tinta Roja, Daniela Valdez señala que ellas además de editar libros, como el de fotografía Héroes sin nombre, la novela Vigilantes y el álbum infantil sobre la cultura tének Y esto ¿qué es?”, traducen para otras editoriales más grandes, también hacen corrección de estilo para editoriales grandes y medianas que las subcontratan cuando ya no tienen tiempo de hacer ellos los trabajos.
Claudia Orozco trabaja para dos editoriales de manera externa y se mantiene de ello, pero dice que el gremio editorial en general es un sector mal pagado, y con la situación actual seguramente afectará su estabilidad económica pues afirma que el sector va sufrir mucho esta crisis brutal que se avecina.
Raquel Zárate sabe que todas las áreas de la industria han sido afectadas, incluyendo las grandes editoriales y las librerías, ni se diga a las editoriales independientes o librerías de barrio. “En mi caso, desde la agencia, al no tener el mismo trabajo, se ha parado el generar más empleo a nuestros colaboradores; considero que nos afecta a todos”.
Isaura Leonardo indica que aunque también hay autores que pasan situaciones de precariedad porque o no reciben regalías o reciben pocas, los freelancers “somos de los más desprotegidos, más dejados a nuestra suerte”; una opinión que comparte Alexis Jiménez, quien asegura que en las editoriales “por jerarquía va a tener mayor prioridad alguien de base que las personas que estamos como freelance”.