La vigilancia extrema de la Escuela Nacional de Arte Teatral (), una de las más identificables del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), impide que personas ajenas accedan a los pasillos y aulas. Más allá de que la protección a los estudiantes es loable, maestros y alumnos coinciden en el abandono histórico del inmueble. Si al principio la confianza en que la documentación de dicho abandono no tendrá efectos graves en la relación que hay entre alumnos, administrativos y dirección de la escuela, algunos jóvenes piden, horas después, que su testimonio quede, por seguridad, en el anonimato. Duelas que se están hundiendo, puertas a las que les faltan cerraduras, ventanas sin seguros, la ausencia de aisladores de sonido y cortinas, equipo de cómputo viejo, el mal estado de los bancos, mesabancos y butacas; la biblioteca, cuyo catálogo necesita actualizarse; la humedad, la falta de iluminación, problemas con el suministro de agua, la sustitución forzosa de un piano, pizarrones a los que el gis ya no se adhiere, el nido de palomas que hizo de un salón su hábitat y una bodega que se inunda son, quizá, los aspectos más visibles a la hora de hacer un primer diagnóstico, cuentan los estudiantes.

Justo un observador externo podría pensar que, entre cientos de escuelas del país, las condiciones de la ENAT no son una excepción. Y el reto parece menor si se compara la cantidad de alumnos que hay en la ENAT contra los de la Superior de Música, pero no es menos grave. La escuela tiene 206 alumnos, divididos entre dos licenciaturas y dos posgrados (actuación y escenografía; dirección escénica y teatral).

En dichas licenciaturas se les cobran mil 300 pesos por inscripción semestral y, en las maestrías, alrededor de 6 mil pesos. El docente Hugo Martínez Bolaños informa que la directora de la ENAT, Lydia Margules, les ha dicho que el presupuesto de la institución es de 2 millones 500 mil pesos anuales (cifra que no cambió ni en el año pasado ni en el antepasado). El 75% del presupuesto se consume en el pago de trabajadores Capítulo 3000, dice.

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Alumnos dan cuenta del nulo mantenimiento de la infraestructura: hay lámparas desprendidas y techos y paredes con humedad. Fotos: Especial
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El problema, cuenta un alumno, es que la escuela debería posicionarse hoy, como en algún momento lo estuvo, a nivel internacional. Cada aspecto enlistado representa una situación compleja, un hecho, una dificultad en el desarrollo de las clases a nivel práctico y teórico.

“Nosotros, como estudiantes de actuación, tenemos una tendencia a trabajar descalzos. El deterioro de las duelas nos lleva a que, en ciertas partes, haya hundimientos. Corremos el riesgo de pellizcarnos el pie con la duela o herirnos”, detalla Rodrigo Abitua, estudiante que, junto a una alumna de Escenografía, representó a la comunidad estudiantil durante la revisión, salón por salón, que hicieron funcionarios hace tres semanas.

Cuenta que, con sus duelas sin mantenimiento, la humedad en los muros y el material de trabajo que parece no haber sido renovado en décadas, el abandono más notorio es, quizá, el de los salones de Escenografía. En el baño de hombres, en lugar de mingitorios individuales, hay una tarja de aluminio que incomoda a la comunidad. Otro ejemplo son los sillones de la sala de maestros, los cuales, sospechan, en 30 años no han sido cambiados.

De las bodegas subterráneas que se inundan, cuentan que, en ocasiones, fungen como foros en los que los estudiantes hacen presentación y también son aulas en las que las goteras y la infiltración del agua impiden su uso.

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Bancos y puertas inservibles son una constante en la ENAT. Fotos: Especial
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Tal como en el caso de las otras escuelas del INBAL, la catalogación del inmueble como pieza artística del arquitecto Enrique Norten es una gran barrera frente a cualquier intervención mínima, explican. “La escuela, en sí, es del INBAL, pero la estructura, el edificio que nos alberga, pertenece directamente al Centro Nacional de las Artes. Para el mantenimiento del edificio, estamos, en parte, a expensas del presupuesto que se otorga al Cenart. Con los recortes presupuestales, se ha dejado de dar mantenimiento y ha entrado más en deterioro la escuela”, dice otro alumno.

La forma en la que la ENAT se enfrenta al deterioro, en medio de la crisis de escuelas del INBAL, tiene particularidades. Las demandas son paralelas a las que el Conservatorio Nacional de Música, la Escuela Superior de Música y La Esmeralda tienen, pero la comunidad mantiene postura y una relación de conflictos más optimista.

El primer suceso reciente que develó el estado de las escuelas del INBAL fue la cancelación del mitin de siete representaciones sindicales del sector académico del Instituto y la subsecuente reunión con el subdirector general de Administración, Pedro Fuentes Burgos, el 19 de septiembre. El mitin fue convocado ante la irregularidad en los pagos de los trabajadores que llevaron al paro no sólo de la ENAT, sino de la Academia de la Danza Mexicana y la Escuela de Diseño.

En el caso de la ENAT, el paro activo se mantuvo entre el 18 de septiembre y el 7 de octubre, y se disolvió hasta que todos los pagos pendientes fueron saldados. Fue el primer paro, además, que hacen los maestros desde que la ENAT tuviera como sede el Cenart. En el momento que el paro activo se levantaba —protesta con la que fueron solidarios los alumnos—, el Conservatorio Nacional de Música sostenía su propio paro que era atendido por la secretaria de Cultura del gobierno federal, Claudia Curiel de Icaza; ese mismo día, cerca de 60 alumnos de la Superior de Música, la Esmeralda y la ENAT bloquearon Tlalpan, en las inmediaciones de los Estudios Churubusco, para pedir que la autoridad de primer nivel también debía voltear a ver sus planteles. La protesta dio pie para que ciertos funcionarios visitaran las escuelas para conocer su estatus.

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Utensilios y escenografías viejas son lo
que usa la comunidad. Foto: Especial
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Cuatro días después, el 11 de octubre, la comunidad de la ENAT envió un pliego petitorio, en el que coinciden maestros y alumnos, dirigido a la presidenta Claudia Sheinbaum, así como a Curiel de Icaza. En el pasado, los estudiantes de la ENAT ya habían hecho protestas pacíficas y tenían como antecedente la movilización del colectivo Morras ENAT.

“Este movimiento lo crearon compañeras de generaciones anteriores con la intención de erradicar la violencia que se ejercía en ese momento por parte de los docentes. Con el paro de hace dos años se retomó el pliego”, cuenta Abitua.

Este pliego, el más reciente, condensa las demandas que se han hecho en los pliegos anteriores.

Para los maestros, algunas de las demandas que se recapitulan en el documento son la oficialización y regulación de los procesos de contratación. Piden basificar a los profesores; homologar sueldos con otras instituciones universitarias y revisar por qué en más de 10 años no ha aumentado el sueldo del personal de Capítulo 1000 y Capítulo 3000, entre otros puntos. “La mayor demanda sería la regulación de las plazas docentes de interinato, que se pudieran basificar la mayoría de las plazas; desde hace mucho se dejó de basificar o ha sido desorganizada de acuerdo al reglamento. La segunda demanda es la seguridad y el bienestar de toda la comunidad, en específico de los alumnos y alumnas, sobre todo tras el amedrentamiento de la Guardia Nacional afuera del Cenart. La tercera son las condiciones físicas y de insumos de todas las escuelas del INBAL, que están sobreviviendo con poco presupuesto y el deterioro de las instalaciones, sin atención ni mantenimiento”, recalca Martínez Bolaños.

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Pero, a diferencia de la tensión entre directivos y alumnos, que presentan otras escuelas del INBAL (basta como ejemplo la renuncia de la pianista Silvia Navarrete a la dirección del Conservatorio Nacional de Música desde el 21 de octubre), en la ENAT, los maestros, alumnos y administrativos tienen una comunicación sólida. Los estudiantes cuentan que es un modelo que les gustaría que otras escuelas pudieran emular y subrayan que el apoyo de Margules, el respaldo hacia los maestros y alumnos ha llevado por un rumbo distinto al manejo de los problemas que desde hace décadas arrastra la ENAT y son un engrane más en una estructura que los rebasa, la crisis educativa del INBAL.

“La administración que ahora se encuentra a cargo de la escuela ha hecho lo posible, lo que ha estado en sus manos, para encargarse de la dignificación de nuestros espacios”, afirma Abitua y Martínez Bolaños coincide en aplaudir que Margules tiene la voluntad de velar por la comunidad de la ENAT.

El 24 de octubre hubo una reunión entre la comunidad de la escuela y la secretaria Claudia Curiel, la subsecretaria Marina Núñez Bespalova, la directora del INBAL, Alejandra de la Paz y Déborah Chenillo, titular de la Subdirección de Educación e Investigación Artísticas, puente de diálogo de sindicatos y estudiantes con la institución.

El compromiso de Curiel, relatan alumnos, es la continuación de las reuniones con todas las escuelas y el seguimiento de sus necesidades. Lo cual confirmó Curiel el 30 de octubre, durante la presentación de titulares de coordinaciones y compañías del INBAL: son más de 30 escuelas, dijo, y el Conservatorio no es la única escuela en conflicto. Dos años son lo que la secretaria estima que llevará el trabajo para devolverle la dignificación a las escuelas.

Una de las esperanzas que Martínez Bolaños cuenta que dejó el contacto de la exdirectora del INBAL, Lucina Jiménez, con la comunidad, fue la promesa de que el Capítulo 3000 se desvinculará del presupuesto de la ENAT.

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