La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE) atraviesa por un conflicto doméstico, pues Julio Gutiérrez , conserje que desde hace 54 años vive junto con su familia en la azotea de la sede de la Sociedad ubicada en Justo Sierra 19, Centro Histórico, dice sentir miedo porque le han prohibido el acceso a todas las áreas del edificio y cree que lo quieren desalojar. Esa percepción es compartida por su hija, Clara, quien acusa a la Sociedad de haberla sacado de una habitación que ocupaba. Sin embargo, Hugo Castro, presidente de la SMGF, niega ambas versiones y asegura que los movimientos se deben a que el edificio está en reconstrucción, porque resultó afectado por el sismo del 19 de septiembre de 2017.
Julio Gutiérrez llegó a la Sociedad en 1967, cuando era presidida por Raúl Álvarez Gutiérrez. “Tenía 27 años cuando llegué. Les urgía alguien que se quedara. Al ver las ventajas (en ese trabajo) dije que aceptaba quedarme, me dieron las llaves y me quedé instalado en la vivienda que me dieron en la azotea, que tiene cocina, sala, comedor y cuartos”, dice el señor de 80 años.
“Siempre he estado ahí. Al inicio me encargaba de la vigilancia del edificio, limpieza de oficinas y patios, y cualquier cosa que se necesitara de mensajería. Ya después me encargaron imprimir boletines, programas e invitaciones”, detalla.
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Julio no llegó sólo, lo hizo con su esposa Elvira y sus tres hijos. El tiempo pasó, sus hijos mayores crecieron y “volaron del nido”, aunque en el camino tuvo a otras dos hijas: Clara y Elvira.
Sin embargo, sostiene que recientemente “nos clausuraron los espacios, ya no podemos entrar. Antes entrábamos y salíamos sin ninguna restricción. Siento que no valoran el cariño que le he dedicado a la Sociedad en todos estos años. Además, desde la anterior directiva nos quedaron a deber dos años y desde que llegó la nueva, en 2018, con Hugo Castro, tampoco nos han dado nada”.
Clara secunda lo expresado por su padre y afirma que sienten temor, aun más porque “hay muchas personas ajenas a la asociación moviendo todas mis cosas, las pertenencias de mis dos hijas y las de mis padres. Ellos dicen que son representantes de la asociación pero nunca se acreditan. Mis hijas son niñas con discapacidad y al cerrar algunos espacios se quedaron con una silla de ruedas de una de mis hijas, sus actas de nacimiento y algunos medicamentos”.
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Ella asegura que tenía una vivienda que estaba en un espacio antes de llegar a la azotea: “Lo hemos habitado desde siempre”. Ante esa serie de movimientos, Clara pidió ayuda a la policía capitalina el miércoles 28 de abril; en ese momento, la autoridad le pidió acreditar que ella era la propietaria. “Tengo miedo, no sé a dónde iré, siempre he vivido aquí”, expresa Clara.
Obras de reconstrucción
Sin embargo, Hugo Castro asegura que todos los movimientos se deben a que actualmente se lleva a cabo la reconstrucción de los dos edificios que constituyen la sede de la SMGE.
“Esos trabajos los realiza el Fideicomiso del Centro Histórico y una empresa especializada. Hay movimientos dentro de los edificios porque es una reconstrucción. Ambos edificios resultaron afectados por el sismo de 2017 y hasta ahora se ha emprendido la reconstrucción. Ello implicó reacomodar interiormente espacios. La Sociedad está cerrada desde el 17 de marzo del año pasado por la pandemia. De ahí la inconformidad de la familia de Julio Gutiérrez. Nosotros no tenemos inquilinos. La Sociedad es una institución científica y nada más, no tenemos nada que ver con inquilinos ni nada de eso”, dice Castro.
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El presidente de la SMGE enfatiza que todo lo que se ha movido es lo que estaba en la bodegas, pero que nada es de las pertenencias de Julio Gutiérrez.
“Es extraño esto. Sí sé que hubo la presencia de policías, pero no puede haber ningún desalojo porque no tenemos inquilinos. Ignoro si en las bodegas de la Sociedad había algún bien de la familia Gutiérrez. Las bodegas tienen cosas de la Sociedad y si hubo cosas ajenas -cosa de la que no estoy entereado-, se habrán movilizado, pero no puede ser más allá de objetos personales porque ellos no viven ahí. Las bodegas no son habitaciones. No se les debe salario, de hecho Julio ya es jubilado”, concluye.