Según José Martí, hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
Y si estás leyendo este artículo quizás es porque has contemplado la idea de cumplir la última de las tareas sugeridas por el escritor modernista, filósofo y poeta cubano (quien además tuvo tiempo de crear el Partido Revolucionario Cubano y organizar la Guerra Necesaria).
Pues... ¡ánimo!
Nada garantiza que te conviertas en el próximo Jorge Luis Borges o Emily Brontë, pero si tienes una historia que contar y lo quieres hacer por escrito, aquí encontrarás unas recomendaciones de Robert Lane Greene, editor adjunto de libros y artes de la revista The Economist, quien además escribe una columna sobre el lenguaje y es el autor de "Talk on the Wild Side".
1. Empieza con ambición
No con la esencia de su argumento o el núcleo de la historia que estás tratando de contar, sino con un detalle o ejemplo que atraiga al lector, ya sea por que despierta su curiosidad, o lo maravilla, lo deja extrañado, lo que importa es que lo invites a embarcarse en ese viaje con tus personajes.
¿Recuerdas cómo te atraparon algunos de los siguientes magistrales principios?
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". (1)*
"Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa". (2)*
"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación". (3)*
"Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto". (4)*
"Las familias felices son todas iguales; las infelices lo son cada una a su manera". (5)*
"Esta es la historia más triste que jamás he leído". (6)*
"Al día siguiente no murió nadie". (7)*
"Encuentra al hombre que me asesinó y te contaré detalladamente lo que hay en la otra vida". (8)*
O aquel que nos cautivó tantas veces en los primeros años: "Erase una vez, hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano…".
* En caso de dudas: 1. "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez / 2. "Orgullo y Prejuicio", de Jane Austin / 3. "Historia de dos ciudades", de Charles Dickens / 4. "La metamorfosis", de Franz Kafka / 5. "Anna Karenina", de León Tolstoi / 6. "El buen soldado", de Ford Madox Ford / 7. "Las Intermitencias de la muerte", de José Saramago / 8. "Me llamo Rojo", de Orhan Pamuk
2. Escribe oraciones cortas
No se trata de simplificar o bajar el nivel del texto.
De hecho, escribir bien con oraciones cortas es muy difícil, pero también, muy importante.
No por cuestiones de estilo sino de biología humana, de la manera en la que funciona nuestra memoria.
Para procesar una oración larga, especialmente una con muchas cláusulas integradas, se requiere que un lector mantenga la gramática y el contenido de todo el asunto suspendidos en la mente.
Eso es difícil y es importante no obligar a los lectores esforzarse para entender tu gramática, especialmente cuando deseas que dediquen su atención al contenido.
3. Al mismo tiempo, varía la longitud de tus oraciones
Por ahí se dice que es bueno "todo con moderación, incluyendo la moderación".
Aunque las oraciones cortas deben ser las más frecuentes, si todo el tiempo escribes pocas palabras antes de un punto tu prosa adquirirá un ritmo staccato que puede cansar a tus lectores.
4. Usa palabras concretas
Me refiero a palabras que se refieren a cosas que se pueden ver, oler, saborear; cosas con las que te puedes tropezar.
Con ellas le ayudas a tus lectores dándoles algo que puedan imaginar.
Lo visual y lo verbal se apoyan mutuamente, haciendo que tu mensaje sea memorable y convincente.
5. Por la misma razón, evita las abstracciones…
… especialmente lo que a veces se llama "nominalizaciones" o (mucho mejor) "nombres de zombis": palabras sin vida, como "evento", "fenómeno", "nivel" u "observación".
¿Cómo suena un fenómeno? ¿Cómo se siente una observación?
Géneros académicos, burocráticos y otros tipos de prosa de madera están llenos de palabras como esas.
Trata de que tus sujetos sean identificables y hagan cosas claramente imaginables.
6. Lee tu obra en voz alta
Si tienes tiempo, considera no solo reescribir y editar tú mismo lo que escribiste, sino también leerlo en voz alta.
Cuando lo hagas, descubrirás frases incómodas que podrías haber omitido al escribir.
Si es difícil de decir, también será difícil de leer.
También descubrirás lugares donde el ritmo se pierde y los podrás corregir.
7. Termina con fuerza
Resérvate algunas de tus frases favoritas para el final.
Considera incluso de terminar con una buena sílaba tónica.
La sílaba tónica, también llamada sílaba acentuada, es aquella que presenta mayor prominencia fonética en una palabra, como explica el Diccionario de Dudas.
Así, por ejemplo, la palabra 'ideal' termina con una sílaba tónica mientras que 'independencia', no.
Las últimas palabras son las más importantes de todas.
Según Lane Greene, las últimas palabras son las más importantes y alguien que indudablemente las podía hacer más que memorables fue Gabriel García Márquez.
"Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra". (Cien años de soledad)
"El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites. —¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? —le preguntó. Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.—Toda la vida —dijo". (El amor en tiempos de cólera)
"El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto— para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:—Mierda". (El coronel no tiene quién le escriba)
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