Fue una visita fugaz la de László Krasznahorkai (Gyula, Hungría, 1954), Premio Formentor de las Letras 2024, a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. Manteniendo un perfil bajo, se reunió con sus lectores en una conferencia magistral y también con un grupo de prensa, a quienes convocó para una plática.

En este círculo “familiar”, como lo definió, atendió con calma y de forma afable a cada una de las preguntas. El también guionista y colaborador del cineasta Béla Tarr, habló sobre su novela El barón Wenckheim vuelve a casa (Acantilado, 2024), recién publicada en español, que cuenta la historia del regreso de un barón húngaro que, tras vivir en Argentina por décadas, regresa a su país natal sin ni una moneda, pero con el objetivo de reencontrarse con su amor adolescente. Al encontrarse que su interés amoroso ya no es una jovencita, se decepciona y lo orilla a la muerte. “Es una historia divertida y trágica al mismo tiempo, porque los habitantes de Hungría esperaban a un rico que les fuera a dar dinero, lo esperaron como si fuera Jesús, pero no tenía ni un centavo”, dice Krasznahorkai sobre esta historia.

El autor de Tango Satánico también abordó temas como el extremismo político, su complicada relación con su natal Hungría, la condición humana y el porqué considera que su obra literaria es un fiasco.

¿Cómo es su proceso de escritura? ¿Tiene alguna rutina?

Digamos que estaba ahí cuando el barón regresó y así fue como empezó la historia de El barón Wenckheim vuelve a casa.

Yo no trabajo como escritor, de hecho no soy un escritor, escribo libros. Soy un artista que llega a escribir libros, novelas, cuentos cortos. No trabajo en un escritorio, con una computadora y esas cosas, sino en mi cabeza, como un viejo poeta. Escribo de 15 a 50 páginas en mi cabeza, siempre revisando y corrigiendo. Luego, ya llego a mi escritorio y lo transcribo en mi computadora. Todo sucede en mi cabeza, en mi memoria.

¿Entonces para usted qué es ser un escritor?

El escritor es una categoría social y yo estoy fuera de la sociedad, desde toda mi vida.

¿Cuáles son sus principales intereses al escribir?

Condition humaine, la condición humana. Ese es mi único tema. No depende de una época concreta, el humano no cambia ni a lo largo de la historia, siempre es lo mismo. La gente de los imperios antiguos es exactamente igual a nosotros. El libro El barón Wenckheim vuelve a casa no es una historia de Hungría, es absolutamente universal.

¿Qué significa Franz Kafka para usted?

Sin Kafka nunca habría escrito. Tenía 12 años cuando leí El castillo, de Franz Kafka, lo leí de inicio a fin y no entendí nada. La razón fue porque tengo un hermano seis años mayor que yo y escuchaba sus conversaciones con sus amigos sobre Kafka y quería pertenecer a este pequeño e importante círculo. Así que fui a su librero, tomé El castillo y lo leí todo durante las noches. Fue como una neblina: ¿quién es este personaje?, ¿qué es este castillo? El castillo y toda la literatura de Kafka permaneció por siempre, incluso hoy, como un secreto para mí. No puedo ver ni decir que entiendo a Kafka, pero sin este significado secreto yo creo que jamás habría empezado a escribir. Puedo decir que sin el hebreo ni la religión hebrea no puedes entender a Kafka, pero creo que también con todo este conocimiento, tampoco tienes oportunidad de entender lo que es Kafka.

Hay una superficie, claro que puedes entender sus novelas, pero este significado secreto de lo que lees es la fuente de poder de la literatura.

¿Qué papel juega la ironía en su obra?

Sin ironía no podría ni vivir ni escribir. Sin ella no aguantaría esta vida.

¿Qué opina sobre que en el mundo ha regresado una ola de gobiernos con tendencias totalitarias?

Van y vienen. Esto se ha visto en toda la historia humana. Lo nuevo es la estupidez general en el mundo. No soy un romántico, no soy un viejo que los tiempos de antes eran mejores, para nada. No creo en el progreso ni en la posibilidad de cambio de la condición humana. Creo que sólo podemos vivir a través de las palabras.

¿Los gobiernos de derecha e izquierda podrían ser igualmente totalitarios?

Podría ser. La derecha radical en el siglo XX fue el fascismo, la izquierda radical hizo al terrible y antihumano estalinismo, que absolutamente no fue comunismo, fue dictadura pura y eso no fue una sociedad comunidad, fue un sistema social insoportable contra la clase humana. No creo que los movimientos políticos radicales ayuden, porque para ser radical después de un tiempo necesitas hacer cosas con agresión.

El totalitarismo es más difícil vivirlo que pronunciarlo en inglés. Viví casi la mitad de mi vida bajo la Rusia soviética y fue absolutamente inhumano y fue una mentira, porque los comunistas dicen a la gente pobre: “este es tu momento, estamos aquí para ti”. Esa es la mentira más grande y cínica. En el comunismo, la gente pobre permanece pobre, ese es su destino. Pero hay una diferencia entre la gente en Sierra Nevada y la gente pobre en una fábrica en Guadalajara, porque los de Sierra Nevada tienen su cultura, tienen sus festividades, vestimenta, creencias, memorias y ancestros; pero en una ciudad grande, los pobres no tienen nada, no una cultura.

“Libertad de prensa, libertad de expresión” dice el protagonista de El barón Wenckheim vuelve a casa. ¿Cómo ve la violencia contra periodistas en regímenes totalitarios y los asesinatos en México?

Es una historia terrible, siempre. Si un dictador o un político agresivo o un policía agresivo ataca la libertad de expresión es absolutamente insoportable para mí. La libertad es la única fuente, la única condición natural para los periodistas. Estoy en contra de todo ataque, agresión contra el periodismo libre, el arte libre.

¿Cuál es el rol de la ficción para entender la historia?

Si aquí frente al hotel pasara un choque de autos, si quisieras describir lo que sucede no puedes hacerlo. No podemos atrapar la realidad, porque todo depende de millones de cosas. Si pudiera decir lo que pasó, sólo sería una opinión, un cuento corto, mi versión de lo que habría ocurrido. Es por eso que estamos absolutamente indefensos ante la historia. Sólo podemos contar el pasado, no crearlo, sólo podemos contar la historia, no hacer la historia. Puedes creer que esto es la historia de México, pero sólo es un increíble cuento. No podemos atrapar la esencia, sólo podemos hacer un cuento.

¿Por qué construir catástrofe a través de la premonición en su obra?

La gente siente que la catástrofe, el apocalipsis vendrá en el futuro, pero en mi opinión es hedonista creer eso porque vivimos en una sociedad que está en catástrofe permanente. La gente cree que debemos sentir cuando llegue el apocalipsis, pero no tiene sentido porque ya estamos viviendo el apocalipsis, es una condición permanente, no es algo que tengamos que esperar. El apocalipsis no es una catástrofe, es un juicio y el juicio es un proceso.

Ha vivido en varios países de Europa y Asia, ¿por qué siempre regresa a Hungría?

No lo hago por placer, no es porque sea un gran país ni porque ame mucho a mi país. Es difícil decir algo malo sobre mi país, pero digamos que Hungría no es un país, es una clínica psiquiátrica. Los doctores abandonaron esta clínica y la gente enferma mentalmente hace una obra: “los lunes, miércoles y viernes yo seré el doctor y tú serás el paciente”. Hungría no es un país, es una clínica psiquiátrica y claro, quién está tan loco para querer regresar a la clínica. Regresé porque esta es mi tierra natal y el idioma húngaro es mi tierra natal, sin el húngaro no regresaría. La lengua madre no sólo es un lenguaje, es un complejo muy extraño, si uso otro idioma, sólo es otro idioma más, pero si uso mi lengua madre, uso también mis memorias, mi crecimiento, mi pasado, mis ancestros, mi historia. La lengua madre es más importante que un país en sí.

Hace unos años había dicho que quizás dejaría de publicar novela, ¿qué lo hizo volver?

Todos mis libros son fiascos, porque no estoy en lo absoluto satisfecho con ellos. En mis mejores días, cuando encontraba lectores que querían ser lectores, siempre decía “por favor, no lean mis libros”. Y no era sólo un chiste, realmente no estoy satisfecho con mis libros, quería que sólo leyeran Tango satánico, ese debería ser el único. Yo no soy escritor, soy un artista, un espíritu libre quería escribir un sólo libro y desafortunadamente un amigo (el director de cine, Béla Tarr) vino a mí y me dijo “quiero hacer un libro de esta película”. Le dije que no inmediatamente porque no soy fan de los cineastas, sólo escuchan a David Bowie, son muy elegantes y yo no soy elegante y no me gusta mucho la música de David Bowie, las canciones más nuevas sí porque son más complejas. Acepté si me dejaba ser parte de esto, pero le pedí que no fuera una adaptación.

Entonces, ¿qué falta para que sus libros no sean fiascos?

Una sola palabra: perfección.

¿Y cómo es un libro perfecto?

Si supiera, ya lo habría escrito.

¿Pero tiene algunos referentes?

La divina comedia, de Dante; La Odisea, de Homero; y lo de Shakespeare.

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