¡Vaya recitales los que escuchamos la semana pasada! Hasta parecía que todavía éramos ese país que, no hace mucho, celebraba y compartía las mejores expresiones de la Cultura Universal. Imagínense: el martes 24 fue el debut de Rolando Villazón en la Sala Nezahualcóyotl y, el domingo 29, el espléndido tributo que Arturo Chacón le brindó a Puccini en su centenario, ¡también en la Neza!
A pesar de que ése era “el mero día” de los 90 años del Palacio de Bellas Artes, ante su incapacidad de organizar algo a la altura de la conmemoración y ahí nomás por no dejar, el INBAL acabó improvisando una tardeadita que no tuvo nada de extraordinario: presentó al elenco habitual de sus tandas dominicales, la Chafónica y el ballet de Amalia Hernández con un sobado y predecible programa de caballitos de batalla y, lo más sabroso que se vio ese día en el Blanquito, fue el mitote con que recibieron los trabajadores del Instituto a su todavía directora, Lucina Jiménez, reclamándole lo mismo que le han venido reclamando todo el tiempo… y que ella les volvió a prometer para salvar el evento, porque es la hora en que no les cumplen. ¡Ah!, pero eso sí, al informar la Secretaría de Cultura federal este 2 de octubre quién será su relevo, se anunció que, para premiar su mediocre gestión, la mantendrán en nómina con un hueso recién inventado: Directora general de Formación y Gestión Cultural. A ver si no también le queda grande, o si no es más que una aviaduría para que siga con su eterno bla, bla, blá.
Lo que es un hecho, es que este par de recitales, inscritos dentro de la programación del Festival CulturaUNAM, constituyó el bálsamo que tanto anhelábamos los melómanos –particularmente los adeptos a la lírica, que agotaron el boletaje en un santiamén-, dejando muy en claro que nuestra máxima casa de estudios (nunca mejor dicho) acabó asumiendo la labor que ni el INBAL ni la Secretaría de Cultura fueron capaces de mantener.
Originalmente, el recital de Villazón se anunció desde principios de año como el gran evento para celebrar el 90 aniversario del Blanquito. Ante la incertidumbre de que fuera a pasarle lo mismo que a Bryn Terfel –además de que no tuvieron los centavos para pagarle, porque hasta el presupuesto para la Cultura fue a dar a los terrenos que se compraron para el tren maya-, felizmente acabó en la Neza. “No debería estar cantando aquí, hoy; por una serie de accidentes me encuentro cantando aquí (…y) estoy agradecidísimo a la serie de accidentes, porque yo, hoy, no quiero estar en ningún lado más que aquí, en esta Sala Nezahualcóyotl”, admitió propiciando el primero de los múltiples Goyas con que retumbaría la sala.
A diferencia de sus presentaciones previas en Coahuila y Jalisco, donde estuvo arropado por una orquesta y compartió el escenario con Anabel de la Mora e Itzelli del Rosario, aquí ofreció una selección infinitamente más expuesta que tituló L’Arte del Bel Canto y constó de dieciocho incisos con los que realizó “un recorrido a través de la canción italiana: desde el renacimiento y el barroco, hasta el siglo XX, pasando por el repertorio napolitano”, según decía el programa.
Asistí con un amigo que era su primera experiencia en un recital lírico, y cuando le pregunté qué le estaba pareciendo, me dijo algo que pone muy en alto las cualidades histriónicas de Villazón: “le pone tanta intención y dramatismo, que ni falta hace leer el supertitulaje para saber de qué trata lo que canta”, y eso, ¡es un mérito mayúsculo! Sin embargo, y a pesar del cuidadoso acompañamiento que le brindó Ángel Rodríguez desde el piano, el resultado musical fue irregular y varios asistentes me han preguntado qué le pasó a Rolando.
Desde aquél que tan pronto oyó las primeras notas me mandó un angustiadísimo WhatsApp, diciéndome “¡Está ronco!”, hasta quienes me expresaron su decepción porque ya no tiene los agudos de antes y “hace más muecas que nunca para tratar de salvar el sonido, con lo cual echa a perder la dicción”. Coincido con José Noé Mercado, quien hizo notar que ahora su emisión no solamente era “áspera y abierta”: su voz se ha oscurecido y, a pesar de “diversos artilugios y triquiñuelas”, más que del tenor que fue, hoy podríamos hablar del barítono Villazón.
Como dije tras escucharlo en Torreón: si todo cambia, su voz también teníaque cambiar. Si Plácido Domingo transitó de una cuerda a otra, ¿él por qué no? Lo admirable, es cuánto ha crecido el artista. No conozco a nadie capaz de generar la euforia que él detonó en su audiencia que, enardecida, le vitoreaba de pie y, ante tanto entusiasmo, acabó correspondiendo a tantos gritos con otros… once incisos que brindó como bis y en los que transitó de la canción italiana a la zarzuela, para rematar con tres canciones mexicanas –Despedida y Te quiero, dijiste, de María Grever, y Besos robados, de Jorge del Moral- antes de ponerse la playera de los Pumas para volver al italiano y echarse la del estribo, Funiculi, Funiculá.
Cuando pasé a saludarlo a su camerino me recibió con un amistoso “a ver si ahora sí salgo mal”. No pude mentirle. Ya no será el tenor de antes, pero lo que acababa de presenciar me encantó. La cátedra de cuánto puede hacer con los recursos que ahora tiene, fue apabullante. Prodigiosa. Tanto, como lo fue el exquisito programa que, acompañado por la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM), cantó Arturo Chacón bajo la batuta de Gustavo Rivero Weber.
Once arias y cuatro incisos sinfónicos conformaron este programa en el que, para enriquecer el universo pucciniano, se incluyó también a Mascagni, Verdi, Gounod, Ponchielli y Leoncavallo. A diferencia de Villazón, Chacón no recibió más que comentarios halagüeños. La admiración hacia él fue generalizada y no era para menos: que este miércoles recibiera en Múnich uno de los más importantes trofeos de los Opera Awards confirma que está en el mejor momento de su carrera y, aquí, le oímos en estado de gracia. De él, ni hubo dudas, ni dudo en sumarme a lo dicho por Gerardo Kleinburg en el conversatorio previo: en este momento, es el mejor tenor lírico spinto del mundo.
La soltura con que abordó cada una de sus arias, con amplios y elegantes fraseos, agudos bien colocados, impecable dicción y bello timbre avalan lo dicho. En lo que no podremos ponernos de acuerdo, es en qué fue lo que gustó más. Hubo a quien su Nessum Dorma le puso la piel chinita, otros se estremecieron con E lucevan le stelle y, unos más, se maravillaron al escuchar por primera vez Torna ai felici di, de Le villi, la primera ópera pucciniana. Yo mismo no podría decantarme entre las dos arias veristas que ofreció, Mamma quel vino e generoso, de Cavalleria rusticana, o su estrujante versión de Vesti la giubba, de Pagliacci. Lo cierto, es que tenía mucho que una voz no me emocionaba hasta las lágrimas.
En lo que todos coincidimos, fue en que la grandeza de este intérprete está a la par del ser humano, porque, como dice el refrán, “es de gente bien nacida, saber ser agradecida” y, con gran sencillez, Chacón reconoció tanto a “la persona que más ha hecho por la ópera y por los jóvenes mexicanos, (…y) si somos líderes mundiales en la ópera, es gracias a Pepita Serrano”, como a la OJUEM, que “no tiene nada que pedirle a las orquestas profesionales de Europa”, y cuando presentó a “su entrenador”, remató afirmando que “esta selección sí ganaría”, refrendando así lo que llevo años diciendo: la orquesta que mejor toca actualmente en la Ciudad de México no es una orquesta profesional, es esta orquesta creada y moldeada por Rivero Weber.
Ha trascendido que, haciendo eco de grillas que pretendían imponer la batuta de un cuate al que la OFUNAM tiene vetado, lograron manipular a Rosa Beltrán para que le diera las gracias y lo despida al término de esta temporada. Reconsiderar es cosa de sabios y más vale rectificar que arrepentirse. Mal haría la Universidad avalando una decisión que no solamente desconoce el trabajo serio y profesional de Rivero Weber sino, lo más importante, a un gran maestro del que deben sentirse orgullosos, pues ha logrado infundir el valor de la excelencia en sus muchachos al grado de que, cuando cumplen su ciclo en la OJUEM, las orquestas profesionales se los pelean porque ¡vaya que se nota cómo le suben el nivel a las que los han contratado!