Las denuncias contra Guadalupe Nettel por presunto acoso laboral durante su gestión como directora de la Revista de la Universidad de México (RUM) no empezaron el 29 de abril de 2024 cuando la cuenta de Instagram @terroreditorialmx publicó una decena de señalamientos anónimos. Desde junio de 2023, Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, recibió al menos dos denuncias formales por parte de extrabajadoras de la RUM, quienes no sólo evidenciaban problemas laborales con Nettel, sino que también alertaron sobre faltas administrativas, como el nepotismo al pagar por colaboraciones recurrentes a su pareja, Mir Rodríguez, y a su exesposo, Gastón García. Además, otros extrabajadores señalaron el caso de la contratación de Darío Alemán, como Jefe de Redacción, quien en ese momento era pareja de su agente literaria, Paula Canal.

Si bien estas denuncias formales llevaron a una serie de “sesiones de escucha” entre las extrabajadoras y Alejandro León, secretario de Vinculación; Patricia Valencia, jefa de la Oficina Jurídica; y Marcela Benavidez, titular de la Unidad de Género, adscritos a la Coordinación de Difusión Cultural UNAM, al final Beltrán no tomó ninguna medida contra Nettel. También hay que recordar que la escritora había sido ratificada en su cargo el pasado 10 de enero, después de que Beltrán también fue ratificada como coordinadora de Difusión Cultural UNAM por el recién electo rector Leonardo Lomelí Vanegas.

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El pasado 13 de mayo, la Coordinación de Difusión Cultural UNAM anunció que Jorge Comensal relevaba a partir del 1 de junio a Nettel de su cargo, bajo el argumento de que la escritora mexicana “había sido elegida por la Universidad de Columbia para realizar un programa de escritores en residencia”. Coincidentemente, este cambio se dio dos semanas después de que las denuncias anónimas se viralizaran en redes sociales, pero nuevamente Beltrán decidió guardar silencio y el comunicado no menciona nada sobre las denuncias oficiales y/o anónimas.

EL UNIVERSAL tuvo acceso a las denuncias formales de las extrabajadoras de la Revista por lo que solicitó una entrevista con Rosa Beltrán para conocer qué medidas había tomado. Entre otros temas, también se le pidió su opinión sobre las faltas administrativas de Nettel, como no acudir a laborar a las instalaciones de la Revista durante periodos de más de tres días consecutivos sin motivo justificado. Incluir dentro de sus colaboradores recurrentes a su pareja y a su exesposo, o contratar como Jefe de Redacción a la pareja de su agente literaria. Se le preguntó a Beltrán su opinión sobre el hecho de que la mayoría de las denuncias por acoso laboral las realizaron mujeres jóvenes, ya que, en teoría, su programa como coordinadora tiene un perfil feminista, como ella lo ha expresado públicamente.

La funcionaria no contestó a cada una de las preguntas y sólo ofreció una respuesta general: “La información derivada del tratamiento y las medidas tomadas respecto a las quejas de las que esta Coordinación tiene conocimiento, están sujetas a la normativa aplicable en materia de transparencia y protección de datos personales, pues constituyen información sensible”. Dijo que “los dichos, opiniones, señalamientos y percepciones de carácter personal, no constituyen verdades absolutas que puedan estar por encima de la legislación universitaria”.

También se pidió por escrito una entrevista a Guadalupe Nettel, quien asumió el cargo de directora en febero de 2017; en una primera respuesta accedió, pero luego canceló repentinamente. “Discúlpame, Alejandro, pero me acaban de advertir que tu texto viene con mucho sesgo y que no debo responderte por ahora”, escribió vía correo electrónico.

“Si lastimé u ofendí a alguien fue involuntariamente, y espero de todo corazón (por ellos y por mí) que esa gente me termine perdonando”, escribió Nettel en su cuenta de Instagram, en referencia a lo que ella calificó como “calumnias y maledicencias varias (la mayoría hechas desde el anonimato)” al cerrar su gestión en la RUM.

Aunque para Nettel, el anonimato convierte cualquier tipo de señalamientos en calumnias, la realidad es que esta fue la única vía efectiva para que fueran escuchadas las denuncias de las extrabajadoras de la RUM. Una de las extrabajadoras manifestó que tiene miedo a dar su nombre luego de que padeció presiones y amenazas para que firmara su renuncia, bajo pena de quedar vetada de por vida en cualquier instancia universitaria. La otra apeló al anonimato por el desgaste emocional que implica, ya que no tiene ánimo de poner más energía en este tema. “Renuncié porque así lo quise, porque no quería ser parte de ese sistema de acoso y porque se atentaba a mi dignidad, mis derechos humanos y los de mis compañeros. También renuncié porque considero que Guadalupe no respetaba mi trabajo ni el de los artistas colaboradores a los que muy rara vez se les pagaba su participación”, afirmó una de las denunciantes a EL UNIVERSAL.

Adicionalmente, las extrabajadores no tuvieron una experiencia favorable en las conocidas “sesiones de escucha” con autoridades de Difusión Cultural UNAM, ya que no hubo ningún seguimiento ni consecuencias, sino que incluso una de ellas se sintió revictimizada en las sesiones, que duraron cerca de dos horas, para explicar, sin éxito, por qué era acoso laboral el ser sometidas a excesos de trabajo (con jornadas extenuantes de hasta 16 horas seguidas), presiones y demandas de objetivos en plazos imposibles de cumplir, cuando Nettel rara vez se presentaba en las oficinas a trabajar y a dar seguimiento. O que Nettel impusiera a su equipo sesiones de regaños y acusaciones durante más de dos horas, en donde se les gritaba, insultaba (los llamaba millennials, ignorantes, ineptos, pendejos, atarantados, psicópatas, etc), así como amenazaba y esparcía rumores sobre la vida privada de los integrantes del equipo.

Aún cuando en la Universidad existe una Defensoría de los Derechos Universitarios que incluye una unidad de Igualdad y Atención de la Violencia de Género, las denuncias realizadas por extrabajadoras de la RUM no pudieron llegar a dichas instancias, ya que no forman parte del cuerpo docente y/o académico y tampoco están contempladas dentro del personal sindicalizado. Los propios funcionarios de Difusión Cultural UNAM explicaron a las extrabajadoras que, aún cuando eran trabajadoras de base o eventuales de la propia casa de estudios, su denuncia por acoso laboral no podía seguir una vía legal al interior de la UNAM.

Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural; Imelda Martorell, Anel Pérez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura; Socorro Venegas, directora de Libros UNAM y Yael Weiss, editora de la Revista de la Universidad.  Foto: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL
Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural; Imelda Martorell, Anel Pérez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura; Socorro Venegas, directora de Libros UNAM y Yael Weiss, editora de la Revista de la Universidad. Foto: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL

Además del nepotismo, Nettel también contrató de mayo de 2022 a septiembre de 2023, primero en el área de Cuidado Editorial y luego como Jefe de Redacción, al periodista cubano Darío Alemán, pareja de su agente literaria, Paula Canal. Un caso similar ocurrió en noviembre de 2019 con la contratación de Yvonne Dávalos, encargada de Vinculación y Proyectos para Jóvenes. Como lo señaló una extrabajadora de la RUM, a quien llamaremos Rocío para proteger su identidad, “dicho puesto no existía en la revista y fue creado por Nettel para contratar a quien abiertamente describía como su amiga”.

De acuerdo con la página legal de la RUM, efectivamente no existía el cargo previo a la contratación de Dávalos, aún cuando ya se habían cumplido más de dos años de la “nueva era”. Y tal como lo comenta Rocío, ese cargo apareció de un número a otro y hasta la fecha la “amiga” de Nettel se mantiene dentro del organigrama.

La permanencia de Dávalos por cuatro años y siete meses es relevante, dado que la alta rotación de personal fue la constante durante la gestión de Nettel. De marzo de 2019 a la fecha hubo seis coordinadores editoriales, seis editores de contenidos y/o jefes de redacción, nueve encargados del cuidado editorial y siete directores y/o editores de arte. Aunque la alta rotación de personal tuvo diferentes factores, uno de los motivos cruciales fue justamente el mal ambiente laboral.

Así lo contó Estela, a quien damos este nombre para también proteger su identidad: “En apariencia era una ventaja que Guadalupe se desapareciera todo el mes porque te daba cierta libertad de horario. Hacías tus cosas a tu tiempo y eso permitía avanzar en el trabajo, pero cada vez que volvía, era un día antes o incluso el mismo día de ir a imprenta cuando pocos cambios se pueden hacer. Su llegada me provocaba dolor de estómago porque sabía que sus comentarios y decisiones de última hora serían difíciles de solucionar y generalmente era por razones caprichosas. Por ejemplo, cambiaba portadas porque no le gustaba un color: ‘El rojo es muy violento, cámbienlo’. Y no era una persona que ofreciera soluciones viables simplemente decía: ‘No me gusta (por alguna razón desconocida), cámbialo’. Trabajar con una persona que dirigía la revista a distancia, por WhatsApp, es un reto muy complicado, por eso al final algunos nos fuimos. Todo era demasiado cardíaco, pues el problema venía desde arriba”.

Un poquito secuestrada, otra vez…

En febrero de 2018 se publicó una entrevista con Guadalupe Nettel, a casi un año de que asumiera su cargo como directora. Sus declaraciones resuenan hoy, ya que la escritora se quejaba de que, antes de su llegada, la publicación estaba en manos de un pequeño grupo. “Si observas los índices de los años anteriores se ve que había colaboradores muy asiduos y que se repetían, estaba un poquito secuestrada, un poquito...” (Excélsior, 12/02/2018).

Tras siete años de gestión, Nettel logró renovar la lista de colaboradores, pero al final volvió a reproducir los mismos vicios que criticaba, al concentrar la lista de colaboradores a escritores que no sólo repitieron sistemáticamente en los diferentes números, sino que muchos de ellos tienen vínculos profesionales con Nettel al formar parte de la misma agencia literaria.

Al revisar los índices de los más de 70 números que dirigió y cruzar información con la lista de autores de Indent Literary Agency, que la representa, cerca del 50% de los autores con los que comparte agencia fueron colaboradores, recibieron reseñas o entrevistas en la RUM durante su gestión.

Durante la dirección de Nettel, Indent Literary Agency participó con 28 de sus 60 representados en la RUM y en algunos casos de forma reiterativa: Elisa Díaz Castelo (doce textos), Luigi Amara (diez textos), Emiliano Monge (nueve textos y tres críticas), Mauro Libertella (nueve textos), Jazmina Barrera (ocho textos y una crítica), entre otros autores.

Además, durante su gestión, Mir Rodríguez, quien es pareja de la exdirectora de la RUM, colaboró en 12 ocasiones, al igual que su exposo, Gastón García, que publicó cuatro veces.

En entrevista, Samuel Cortés, quien trabajó en el Cuidado Editorial de octubre de 2020 a septiembre de 2021 en la RUM, resumió este fenómeno: “Nettel no inventó esta práctica cultural de volver las publicaciones culturales en espacio de canonjías, pero tampoco la rompió. De forma muy pragmática dio paso a una nueva generación de beneficiarios que número a número publicaban en la RUM. El propio Jorge Comensal, que ahora la relevó en su cargo, pero también Isabel Zapata o Daniel Saldaña París, por mencionar casos muy evidentes, aparecieron 10 o 12 veces en la revista”.

Más allá de discutir la pertinencia individual de cada autor, es un hecho que al volverse una revista temática, la RUM debería invitar no sólo a escritores con alta visibilidad, sino a especialistas de todas las disciplinas que pudieran hablar de temas tan diversos como la desigualdad, el mar, la enfermedad, la inteligencia artificial o los espías, por mencionar sólo los temas que presentó durante 2024.

La rectoría de la UNAM en una réplica a escala. (Foto: especial)
La rectoría de la UNAM en una réplica a escala. (Foto: especial)

Rocío también explicó que Guadalupe Nettel tenía la idea de que los académicos y universitarios no podían ofrecer nada bueno. “Nadie tenía duda en la revista que la asignación de colaboraciones había mayoritariamente un tráfico de influencias y un uso discrecional de los recursos para beneficiar a sus amigos escritores. Te pongo un ejemplo, una de mis tareas era revisar el correo electrónico en el cual la revista recibía propuestas externas. Por más que hice esfuerzos por poner en la mesa estos textos, que muchas veces eran pertinentes de acuerdo con el tema, a Nettel nunca le interesó ni quiso verlos, los descartaba por completo. Y si pensamos que por escribir en el dossier te pagan 9 mil pesos y por texto en la sección de columnas 5 mil pesos, estamos hablando de una buena cantidad de recursos que provienen de la Universidad y que era importante que no se entregaran de forma discrecional”.

A la revista también llegaban solicitudes del entonces coordinador de Difusión Cultural UNAM, Jorge Volpi, tal y como lo relata Cortés en entrevista: “Me consta, porque estaba ahí, que en el último número que trabajé para la RUM nos llegó como ‘debe’ un texto de Eloy Urroz”. Él junto con Volpi, Ignacio Padilla y Pedro Angel Palou, explica Cortés, forman la llamada Generación del Crack. Dentro del argot periodístico, el ‘debe’ es un texto que se tiene que publicar forzosamente por indicación del dueño del medio. En este caso, como Volpi era el coordinador y él había puesto a Nettel, tenía la posibilidad de hacer este tipo de peticiones. “No lo dijo así, pero básicamente lo que Volpi pedía era que este texto de su amiguito tenía que ir desplegado en la revista. No importa si es aburrido, si es fofo, si hay otros autores que abordarían mejor el tema, de cualquier forma debe ir bien destacado”.

Para Cortés, ese es uno de los problemas estructurales de la revista y de Nettel, cuya gestión se guió por criterios de privilegios “en los cuales Volpi era el cacique cultural de todas las oficinas de cultura de la universidad”. El problema, abunda, es que se va Volpi, pero se queda en su lugar, Rosa Beltran, “quien ejerce la misma lógica, es decir, se reserva los privilegios para su propia promoción”.

¿Goya?

En su texto de despedida de la Revista de la Universidad de México (RUM), “De vuelta a casa”, Guadalupe Nettel concluye como toda una universitaria: “A todos ellos les tomo de la mano emocionada para que juntos, ya sea en voz alta o para nuestros adentros, exclamemos ¡Goya!”.

Pero durante toda su gestión rechazó sistemáticamente temas y colaboradores de corte científico o académico, que idealmente abriera una vía de acceso con la comunidad universitaria.

Un caso que ejemplifica el rechazo de Nettel a recibir textos de investigadores o académicos lo dio el conflicto que abrió el texto La astrología, hoy y mañana del astrólogo Javier Betancourt, en el número de diciembre de 2020 de la RUM.

Su publicación hizo que el físico Luis Fernando Areán promoviera en la cuenta de la campaña “Petición por el retiro de un artículo favorable a la astrología en la Revista de la UNAM”.

Areán explica: “El artículo incurre en todas las charlatanerías posibles en relación con la pseudociencia de la astrología, que ha sido abundantemente refutada por artículos científicos y medios escépticos de forma continua”.

La petición no fue masiva pero sí logró el apoyo de 161 firmantes, por lo que la RUM reculó y borró de su página el texto de Betancourt. En su lugar aparece la leyenda: “A petición de algunos miembros de la comunidad científica, el Consejo Asesor de la revista se reunió y votó de manera no unánime por sustraer este artículo del número, ya que no cumplía de manera cabal con los principios de nuestra publicación”.

Pero el problema de fondo, coinciden sus excolaboradores, es que Nettel mantuvo un rechazo sistemático a cualquier tema vinculado con la Universidad. Un ejemplo más lo da el hecho de que la escritora no aceptara la petición de su equipo de dedicar un número a los 90 años de la propia RUM, que se cumplieron en noviembre de 2020, y tampoco quiso que se publicara ni siquiera un artículo alusivo a los festejos por las nueve décadas de la Revista. Resulta irónico que en su carta de despedida Nettel destaque justamente que la RUM “es la revista cultural más longeva de América Latina”, cuando todo el tiempo hizo lo posible por borrar su historia. Ni en el número de junio de 2023 de la RUM, que tenía por tema Escuela, se hizo alguna mención a la UNAM o a la educación pública, aún cuando su equipo editorial le insistió en que lo hiciera.

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