“Déjenlo llorar, quiero que cante”, respondía la joven Alvera Coke cuando sus amigas o vecinas le insistían en que su pequeño Winston Hubert lloraba demasiado. La bucólica calma del pequeño poblado de Grange Hill en la parroquia Westmoreland, ubicada en el extremo oeste de la isla antiguamente conocida como Xaymaka o Santiago, se quebraba con los sollozos de un niño que parecían un indómito huracán caribeño anunciando su presencia a través de vastas extensiones de vegetación, interminables cañaverales, llanuras aluviales o pantanos que son también santuarios de vida silvestre. Winston Hubert había venido al mundo un 19 de octubre de 1944, el mismo año en que se aprobó una ley de sufragio universal para la entonces colonia británica, como consecuencia de las protestas laborales, huelgas y disturbios de las plantas azucareras que tuvieron lugar en la segunda mitad de los años 30 allí y en otras colonias de lo que los británicos denominaban “indias occidentales”. Una brisa de rebeldía y libertad parecía dispersarse por todos los rincones de la isla para rejuvenecer su espíritu e insuflarles coraje. Pero Winston lloraba y Alvera decía que lo dejen, que quería oírlo cantar. No pasaría mucho tiempo para que notara que su indómito huracán había recogido la indignación de los trabajadores afrocaribeños, que bullía ya en su sangre. Cuando Jamaica consiguió su independencia, en 1962, el muchacho estaría al borde de los 18 años. Casi como jugando, venía haciendo música desde antes de los 5 y ya se notaba. También aprendería pronto los secretos ancestrales de las artes marciales, se volvería un as del monociclo y, ya con el nombre de Peter Tosh, se reuniría con sus dos mejores amigos para iniciar el proyecto musical que sentaría las bases del reggae tal como lo conocemos hoy: The Wailers.
I am that I am (Soy lo que soy)
“Por favor, ¿Podrías prestarme tu guitarra?”, le dijo el jovencito al hombre que tocaba en la calle algunas melodías para ganarse la vida. Lo había contemplado por varios minutos, entre el rumor de los autos, los pasos apurados de la gente y el usual caos cotidiano de un mercado. El hombre notó que el chico había estado concentrado en el movimiento de sus dedos, completamente abstraído del universo. “Toma”, le dijo con naturalidad, mientras le daba el instrumento. Entonces, el bisoño transeúnte empezó a tocar las melodías exactamente como las acababa de escuchar. La gente detuvo sus pasos para observar la destreza de alguien que no llegaba aún a la pubertad. “¿Quién te enseñó a tocar así? ¡Eres brillante!”, le preguntó el hombre sorprendido. Entonces, el chico lo miró sin dejar de mover los dedos sobre las cuerdas, y le dijo: “Tú me enseñaste”.
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Antes de ese día, el pequeño Peter Tosh no había tenido en sus manos jamás una guitarra que no fuera una lata de sardinas adaptada con hilos de pescar fungiendo de cuerdas. Poco más tarde, les enseñó a sus amigos Bob y Bunny sorprendentes acordes que los prepararían para la vida musical.
Pero aquella infancia y pubertad no fueron nada fáciles. Abandonado por su padre, criado a duras penas y con intermitencias por su madre, Winston/Peter se vio obligado a mudarse con una tía que falleció cuando él tenía 15 años. Los vaivenes de una vida destinada a la pobreza convertido al oficio de soldador, lo llevaron a Trenchtown, una pequeña localidad de Kingston, al otro lado de la isla y con una población mayoritariamente migrante de la Jamaica rural. Pronto se haría célebre por dos temas distintos, pero complementarios: será cuna del reggae y escenario del violento accionar de las pandillas más peligrosas del país. En sus entonces estrechas calles de barro con casitas humildes y techo a dos aguas de calamina, entre frágiles paredes de madera añeja y ropa colgada que secaba al sol sus miserias, Peter haría pronto amigos: Neville O'Reilly Livingston, Robert Nesta Marley y Joseph Benjamin Higgs. Los dos primeros, reconvertidos en Bunny y Bob, serían sus compañeros de ruta musical durante una docena de años. El último sería el hombre gracias al cual se conocerían y quien les enseñaría a interpretar las melodías vocales que los llevarían a la fama. Conocido como Joe Higgs y llamado “El padrino del reggae”, era ya un cantante conocido desde fines de los 50 y su casa de Trenchtown era punto neurálgico para los jóvenes con vocación artística.
Get Up Stand Up
La primera formación llevó el nombre de The Wailing Wailers, e incluyó, además de a Peter Tosh, Bob Marley y Bunny Livingstone, a Junior Braithwaite y las coristas Beverley Kelso y Cherry Smith, quienes abandonaron el grupo tras grabar algunos temas. En 1966, Haile Selassie, el Ras Tafari Makkonen, emperador de Etiopia, llegó a Jamaica. Peter y Bunny, profundamente impactados por la visita de quien consideraban un dios, se afirmaron en el rastafarismo, otorgándole a sus canciones una visión mística y social. La marihuana también sería parte importante de sus vidas de modo litúrgico y terapéutico.
En 1970, junto a Lee Perry y The Upsetters, los Wailers grabaron dos discos, Soul Rebels y Soul Revolution, lanzados por Trojan Records. Incluyeron temas de Tosh como No Sympathy o 400 Years. En esos años, los hermanos Carlton y Aston “Family Man” Barrett se integraron al grupo. Don´t Rock My Boat (Renombrada más tarde “Satisfy My Soul”), Duppy Conqueror, Sun is Shining o Kaya, datan de este periodo, seguidos de singles como Concrete Jungle, Trenchtown Rock o Lively Up Yourself.
En 1972 firmaron un contrato decisivo con Island Records, el sello de Chris Blackwell, con quien lanzarían el disco que realmente los llevó a la fama mundial, Catch a Fire. El éxito masivo, sin embargo, marcó un antes y un después en las relaciones entre los tres amigos. Además de que las giras chocaban con los preceptos y dietas rastafaris, Blackwell hizo todo lo posible por postergar a Peter y a Bunny, otorgándole el protagonismo del grupo a Bob. Incluso, se negó a lanzar el primer disco solista de Peter, quien, fiel a su estilo de jugar con las palabras, empezó a llamar Whitebad o Whiteworst a Blackwell. La alineación original solo grabaría un disco más, Burnin´, en el que incluyeron la más célebre composición conjunta de Peter y Bob: Get Up Stand Up. Mientras Peter y Bunny iniciaban sus propias carreras solistas, el grupo que ayudaron a formar tomaba el nombre de Bob Marley & The Wailers.
Tras dejarlo atrás, en el hiato que supuso el desarrollo del que sería su primer disco solista, Peter tuvo un trágico accidente automovilístico, al ser chocado en Kingston por un auto que venía en sentido contrario la noche del 11 de noviembre de 1975. Su entonces pareja, Yvonne Whittingham, considerada por muchos el verdadero amor de su vida, permaneció tres meses en coma antes de fallecer por las graves heridas. Peter sufrió serias fracturas craneales. Muchos testimonios aseguran que su carácter, ya tormentoso, se hizo mucho más difícil desde entonces.
Peter Tosh, 1 metro 93, dreadlocks, gafas oscuras, cinturón negro de karate, a veces una boina negra, a veces una túnica de maestro shaolin. Apodado “The Thoughest” o “Stepping Razor” (“El más rudo” o “Navaja de afeitar”), hábil con el monociclo y con una guitarra con forma de rifle M16, encendió entonces la llama de lo que sería Legalize It, su disco debut, lanzado en junio de 1976 y presentado al mundo por Columbia Records. “Después de 12 años llegó el momento de ver lo que había en mi interior. Y eso es lo que hice, porque no vine a esta tierra para hacer coros”, diría tras empezar su propia y salvaje ruta.
Legalize It
No Sympathy, Watcha Gonna Do, Burial o Ketchy Shuby fueron algunas de las canciones más destacadas de su primer álbum, cuya portada era una referencia directa al título que llevaba también el tema principal, que convirtió en himno de liberaciones y vuelos: Legalize It, una declaración de principios sobre las razones por las cuales la marihuana no debería estar prohibida. El disco que Chris Blackwell nunca quiso sacar fue el que reveló a Peter Tosh como un artista comprometido con diversas causas como el panafricanismo, el antirracismo y los derechos humanos, más allá de la figura algo más sobria de Bob Marley, con quien compartía ideales. Si Bob era una suerte de Martin Luther King, Peter era Malcolm X; Si Bob recordaba al predicador Marcus Garvey, Peter tenia alma de Che Guevara. Uno tocaba una guitarra, el otro la empuñaba; uno jugaba al fútbol, el otro hizo riffs con una especie de M16 y era cinta negra de karate. Marley era la superestrella global salida del tercer mundo que le cantaba al amor o a la paz; Tosh era el forajido, el guerrillero humeante que decía no querer paz, sino justicia; Marley era sutil; Tosh era directo; Marley era el accesible; Tosh el radical; Marley aprovechó al sistema; Tosh lo enfrentó. Para los más puristas, uno fue una estrella pop; el otro fue verdadero icono del reggae. Cada uno enarboló, a su manera, la bandera de la Jamaica moderna. Pero ambos lo pagaron con su vida, jóvenes y trágicamente.
“Doctors smoke it/ Nurses smoke it/ Judges smoke it/ Even lawyer too” (Los doctores la fuman/ las enfermeras la fuman/ Jueces la fuman/ Incluso los abogados también”, dice Tosh en la polémica Legalize It. Y sigue: “It's good for the flu/ Good for asthma/ Good for tuberculosis/ Even umara composis” (Es buena para el resfrío/ buena para el asma/ buena para la tuberculosis/ Y para los cólicos menstruales también)”. La foto de la portada del disco fue la cereza en el happy brownie: Tosh aparecía en un campo de marihuana, con enormes plantones que parecían anhelar ser cosechados de inmediato.
Como era de esperarse, canción y disco fueron atacados por la censura. El gobierno prohibió a las emisoras que la pongan en la radio. Y, como suele pasar, ese ataque convirtió a Legalize It, literalmente, en un hit en la Jamaica de 1976. El reggae era una forma de música militante y estaba cumpliendo su cometido de cuestionar el orden establecido y reafirmar el nuevo poder negro y las creencias rastafaris. Tosh se rodeó de estupendos músicos, conocidos en adelante como Word, Sound and Power (Música, Sonido y Poder, parte de la filosofía rasta), y su base rítmica estaba conformada por los extraordinarios Sly and Robbie en bajo y percusión.
En 1978, junto a un importante cartel de artistas, fue parte del gran retorno de Bob Marley a Jamaica para el One Love Peace Concert de abril de aquel año, de donde se extrae la icónica foto de los líderes rivales, Michael Manley (del Partido Nacional del Pueblo (PNP), socialista, vinculado a Moscú y Fidel Castro) y Edward Seaga (del Partido Laborista de Jamaica (JLP), derechista, vinculado con Washington y la CIA), tomados de la mano con Bob en un gesto de paz. En el mismo concierto, sin embargo, Peter aprovechó la oportunidad para fustigar a Manley y Seaga, mientras estaban entre el público, por la situación crítica del país y la no legalización de la marihuana. “Podríamos plantar marihuana y enviar cargamentos de marihuana por el mundo”, les dijo, mientras encendía un enorme porro sobre el escenario. “He sido asediado por la brutalidad policiaca muchas veces. Yo no soy un político, pero sufro las consecuencias, ¿entienden?”, agregó, indignado y humeante.
Aventura Stone
“Yo no quiero paz. Quiero derechos igualitarios y justicia”, decía y cantaba Tosh por todo el mundo. Sobre el escenario se vería una vez más con Bob en el Starlite Bowl de Burbank California el 22 de julio del 78. Aquella noche cantaron Get Up Stand Up. Hay muchas fotos de ese día que muestran a ambos felices por el reencuentro, mirándose con mutuo cariño, respeto y admiración. A pesar de asperezas pasadas, el distanciamiento fue más por cómo empezó a promover Island Records a Bob por sobre los demás, no porque los demás tuvieran un problema personal con Bob. Casi un año después, Peter Tosh se convertiría en el primer artista de reggae en presentarse en el Festival de Jazz de Montreaux.
También en 1978, Peter Tosh lanzó una de las cumbres de su discografía, Bush Doctor, acompañado de sus nuevos amigos, los Rolling Stones, que lo ficharon para su disquera tras el One Love Peace Concert. Mick hace un extraordinario dueto con él en (You Gotta Walk) Don´t Look Back, un clásico de The Temptations. Esto fue un espaldarazo para Tosh, que fue su telonero en Estados Unidos durante la gira Some Girls, sobreponiéndose al lanzamiento de diversos objetos contra él y sus músicos.
A pesar de los buenos momentos, en abril de 1984 la relación con los Stones terminó muy mal. “Bueno, es una linda casa. Podría tomarla”, escribió Keith Richards en “Life”, su autobiografía, sobre lo que, imagina, pensó Peter Tosh cuando le prestó la residencia que tenía en Point of View, Ocho Ríos, en la costa norte de Jamaica, para que pudiera retirarse a escribir canciones. Al parecer, poco satisfecho con el rendimiento económico que le estaba reportando la cercanía con los Stones, y pensando que ellos le debían millones, Peter abusó de la confianza durante la ausencia de los Glimmer Twins de la isla. Una vez que Keith volvió y le avisó a Tosh que necesitaba su casa, este se negó a dejarla. “Tengo una ametralladora”, le habría dicho al rockero. Este le respondió, impertérrito: “Estaré allí en hora y media. Espero que sepas cómo cargarla”. Cuando llegó, hecho una furia, Tosh ya se había ido, pero dejó la casa destrozada, llena de cabras que habían hecho sus necesidades por todo el lugar y con unas diez personas viviendo adentro. Nunca volverían a hablarse.
Pocos meses después del incidente, Peter sería nuevamente arrestado por fumar marihuana. Siete policías jamaiquinos lo reventaron a golpes durante 90 eternos minutos. Necesitó 46 puntos de sutura para curar sus heridas. Para muchos, fue la venganza oficial del establishmentpor lo ocurrido en el One Love Peace Concert del 78. Por algo, en uno de sus usuales juegos de palabras, Peter llamaba “shitstem” al sistema: sismierda.
No Nuclear War
Tras la muerte de Bob Marley, en mayo del 81, no fueron pocos los medios o periodistas que se preguntaron si podría heredar el trono del Reggae mundial, con la presión que eso significaba para un confeso antisistema como él. “Personalmente, no me gusta ser etiquetado o estereotipado como el rey o la superestrella, porque no me veo a ese nivel. Soy un hombre que vive en un mundo de pobreza y humillación y trato de vivir mi vida a un cierto nivel, sin incriminarme. Aún si vendiera 10 millones de discos, eso no me hace una superestrella, porque sigo humilde. Las superestrellas son totalmente diferentes a lo que me ocupa”, le dijo a un periodista.
“Me veo a mi mismo como un predicador, como un mensajero. Y veo al reggae con el más grande potencial que cualquier música ha tenido en el hemisferio occidental”, dijo también.
Aunque su relación con la que sería su última pareja, Marlene Brown, lo alejó de muchos amigos y de la escena pública, en 1985 viajó a África. Tocó en Swazilandia, pero se negó a presentarse en Sudáfrica, por su compromiso contra el Apartheid –Nelson Mandela seguía preso- y antes en Israel, en solidaridad con el pueblo palestino. Como muestra de ello, en muchas presentaciones aparecía con una kufiya rodeando su cuello o su cabeza. Pero en Zimbabwe no se presentó por puro ego: dijo que solo tocaría allí si el entonces primer ministro, Robert Mugabe, iba a su hotel a pedírselo. Esto, porque, años antes, Mugabe envió una comisión a Jamaica para invitar a Bob Marley. Peter pensó que no merecía menos.
Durante cuatro años, Peter Tosh no lanzó ningún disco. En 1987 grabó temas como Nah Goah Jail, Vampire, Fight Apartheid o Come Together para el que sería su regreso, Nuclear War, y estaba muy emocionado por la posibilidad de interpretarlas en vivo. La noche del 11 de setiembre de 1987, sin embargo, marcaría el final de ese sueño cuando un individuo al que Peter había ayudado económicamente muchas veces, Dennis "Leppo" Lobban, llegó acompañado de otros dos violentos tipos que, armados, invadieron la casa de Tosh en Kingston y amenazaron con matar a todos los presentes si no les entregaban el dinero que imaginaban tenía ahí guardado. “Podemos hacer arreglos para conseguírtelo mañana”, les diría Tosh a los gánsteres. Esas fueron sus últimas palabras antes de que se desatara una feroz balacera. Dos amigos de Tosh fueron asesinados, su mujer y un amigo sobrevivieron milagrosamente a disparos en la cabeza, pero para él fue el final: dos tiros en el cráneo terminaron con la vida del rasta “guerrillero”, el profeta del reggae que pedía justicia antes que paz y le decía no a una guerra nuclear que entonces parecía inminente. Winston Hubert McIntosh tenía solo 42 años.
“Si alguien me dijera que mañana estaré muerto, sería él quien estaría en un ataúd –dijo en una de sus últimas entrevistas-. Él, no yo. Porque ese es uno de los secretos de la vida: saber cómo vivirla. Cómo neutralizar las fuerzas negativas de la muerte. Mucha gente busca, pero esa búsqueda los lleva a la tumba. La mía me lleva a la vida”.
La vigencia de su música, lo ratifica.