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Una lluvia de meteoritos se convierte en una amenaza para la Tierra en cuestión de horas y su impacto genera un desastre en 160 millones de kilómetros cuadrados que abarcan desde Australia, China, Japón y Nueva Zelanda. Ése es el argumento de la película 12 horas para el fin del mundo y es una de las tantas cintas donde objetos espaciales cambian en segundos la vida en la Tierra, pero qué tanta verdad hay en esas ficciones que traspasan la pantalla grande y se instalan en las personas como ideas apocalípticas certeras.
Así como esas creencias, existen muchas otras relacionadas a desarrollos tecnológicos o a nuestro comportamiento, por ejemplo, si destruimos el planeta tenemos una segunda oportunidad de vivir en Marte o usar el horno de microondas provoca una contaminación de alimentos haciéndonos propensos a padecer cáncer.
¿Qué mitos y conceptos erróneos siguen moldeando nuestras vidas en pleno siglo XXI, incluso cuando la información científica nunca ha sido tan accesible como hoy? Es una pregunta que responden cinco científicos.
La homeopatía cura enfermedades
Es una pseudomedicina, se le llama medicinas alternativas a todas aquellas que no han demostrado ser eficaces. La homeopatía fue inventada por el alemán Samuel Hannemann, más o menos en 1810, se le ocurrió que había sustancias que en diluciones muy elevadas podían incrementar sus efectos y generar efectos opuestos. Él vio que personas con malaria eran tratadas con quinina, sin embargo, si le das quinina a una persona sana le causa fiebre. Esto va en contra de todo lo que sabemos de química, la dilución de sustancias no incrementa su efecto, entre más diluidas, menos efectos.
Además, se han hecho infinidad de estudios clínicos controlados y todos comprueban que la homeopatía no es más que un placebo en el mejor de los casos, es decir, una sustancia no tiene ningún efecto más allá de la variabilidad normal que ocurre cuando tú le das un tratamiento a un grupo de personas ya que algunas tendrán más efecto, otras menos y algunas ninguno, de ahí no puedes concluir nada.
Muchos médicos combinan la homeopatía con medicina que sí funciona, entonces pueden recetar una vacuna o un antibiótico más los chochitos homeopáticos y tú puedes ver un efecto, pero en realidad no se debe a la homeopatía, sino al otro tratamiento.
Martín Bonfil Olivera, químico y divulgador científico.
El glifosato contamina alimentos
Todas las sustancias químicas tienen la posibilidad de causar daño, depende de sus dosis, incluyendo el azúcar, la aspirina y el agua. En el caso de los pesticidas, por supuesto que todos pueden ser dañinos no sólo para las plantas, sino también para el ser humano en dosis lo suficientemente elevadas, entonces la pregunta sería ¿una persona puede estar expuesta al glifosato en las dosis en que se utiliza en la agricultura? Las personas que aplican el glifosato en el campo sí deben usar equipo de protección y técnicas adecuadas porque si les cae en la piel o si lo ingieren les puede causar efectos tanto neurotóxicos y favorecer la aparición de cáncer más tarde. El glifosato está clasificado en el Grupo 2A, es decir, que probablemente puede causar cáncer, aunque no está comprobado.
Quienes comemos vegetales, que durante su cultivo han utilizado este herbicida, es muy difícil que podamos estar expuestos a dosis peligrosas porque se va degradando en el ambiente; los vegetales que consumimos pasan por un proceso de lavado y es prácticamente inexistente el riesgo.
El efecto del glifosato en las plantas sucede en una vía química que no existe en los animales, entonces tampoco puede causar los efectos similares que genera en vegetales (evitar que crezcan las malezas). El uso del glifosato se ha favorecido en las plantas genéticamente modificadas a excepción del maíz biotecnológico, el cual contiene la proteína Bt que funciona como insecticida. Por ello el glifosato prácticamente no se utiliza en el maíz.
Martín Bonfil Olivera, químico y divulgador científico.
El microondas es dañino para la salud
A pesar de que tienen más de 60 años de existencia en nuestros hogares, son aparatos que conservan uno de los grandes mitos: calentar comida en ellos provoca cáncer.
Las microondas y las ondas de radiofrecuencia, es decir, aquellas que provienen y se utilizan para la transmisión en la radio que escuchamos todos los días, son ondas de energía parecida. Una diferencia es que las microondas tienen mayor energía que las ondas de radiofrecuencia utilizadas para la transmisión de voz, señales, música, etcétera.
Todas las ondas llevan una energía, es decir, los rayos gamma, los rayos X, la radiofrecuencia, la luz ultravioleta y la luz infrarroja. Algunas concentran muy alta energía y otras son de baja energía, las primeras deben utilizarse en una manera prudente como los rayos X, pero las ondas de radio son de mucho mayor longitud y nulas en su capacidad de daño.
En el caso de las microondas, éstas provocan que aumente la vibración de los enlaces químicos de las moléculas de agua, es decir, lo que está calentando es el agua que está contenida dentro de los alimentos.
Cuando se calienta ya sea pan, harina, té o carne, dependiendo de la energía que se emplee y el tiempo, generará una cocción mediante el calentamiento del agua contenida en ellos. A eso se suma la experiencia adquirida por las personas en los hogares sobre los tiempos requeridos para calentar alimentos.
Este conocimiento popular está bien difundido y nadie pone a calentar una taza de agua por 15 minutos en un horno de microondas. De igual manera, las personas en el hogar saben bien que al interior de un horno de microondas, no deben incluirse objetos metálicos.
Las microondas se descubrieron en los primeros años de la década de los 40 del siglo pasado, cuando se realizaban estudios sobre las ondas de radar y los primeros hornos de microondas llegaron a pesar cerca de 500 kilos.
Muy rápidamente se diseñaron fuentes de frecuencia de microondas para irlos haciendo adaptables al uso cotidiano en los hogares.
En resumen, el uso de hornos de microondas es una forma segura de calentar o cocer alimentos y no representan riesgos para la salud.
Raúl Enríquez Habib, investigador del Instituto de Química, UNAM.
Hay suficiente gravedad en Marte para hacer nuestra vida
La gravedad en Marte es aproximadamente 40% de la de la Tierra, de manera que en Marte nos sentiríamos más ligeros y, en principio, podríamos hacer todo lo que hacemos en la Tierra. El problema en Marte es que su atmósfera contiene bióxido de carbono que es venenoso para los humanos. Entonces, no podríamos hacer una vida como la hacemos en la Tierra porque tendríamos que usar trajes y vivir en lugares con una atmósfera artificial para poder respirar.
Antígona Segura Peralta, Instituto de Ciencias Nucleares, UNAM.
Predecir el choque de un
meteorito con la Tierra
Del 2008 a la fecha, en distintos observatorios alrededor del mundo han sido capaces de detectar once asteroides antes de su colisión con nuestro planeta. Todos ellos tenían tres características en común: fueron observados unas cuantas horas antes de su impacto, son objetos de menos de seis metros, y provenían de la población de asteroides cercanos a la Tierra. La razón de por qué se vieron pocas horas antes del impacto es que, como son muy pequeños, reflejan poca luz del Sol y por tanto son difíciles de observar hasta que casi están sobre nosotros.
A diferencia de los asteroides pequeños, los grandes asteroides son más fáciles de ver pues, al tener mayor superficie, reflejan más luz solar. Gracias a esto es posible tener un mejor registro de estos cuerpos planetarios.
De acuerdo al Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS por sus siglas en inglés), actualmente se conocen 4,942 asteroides de entre 300 y 1,000 metros y 867 asteroides de más de un kilómetro. De hecho, se considera que es muy probable que conozcamos todos los asteroides cercanos a la Tierra de más de 1 kilómetro. A estos objetos se les monitorea constantemente para estar alertas ante posibles cambios en sus trayectorias que a la larga puedan representar un riesgo para la vida en la Tierra. Debido a este monitoreo continuo, es posible saber con años e incluso décadas de anticipación si un gran asteroide golpeará la superficie de nuestro planeta. Ahí radica la importancia de no dejar de observarlos.
Guadalupe Cordero Tercero, Instituto de Geofísica, UNAM.
El espacio es ruidoso
Es una gran pregunta, para entenderla pensemos primero en lo que es el ruido. El ruido en su forma más básica podemos pensarlo como un tipo de sonido. Así que podríamos replantear la pregunta a una forma más general: ¿hay sonido en el espacio? y ¿qué es el sonido?
El sonido, en su definición, es la sensación producida por el oído debida al movimiento de vibración ocasionado por “algo”, la cual es transmitida a través de un medio, por ejemplo, el aire (un medio también podría ser un gas, un líquido o un sólido).
Así que podemos concluir dos cosas. Una, es necesario un detector de sonido, como lo es el oído. Si no hay detector, no hay sonido que detectar y, por lo tanto, no hay ruido.
Dos, es necesario un medio para que se propague la vibración. El espacio lo podemos pensar prácticamente como vacío, por lo que no habría un medio a través del cual se propagaran las vibraciones que nuestro cuerpo, a través del oído, interpreta como sonido.
Verónica Lora Castellanos, Cátedra CONCAHCyT, Instituto de Ciencias Nucleares, UNAM.
Se siente un frío congelante en el espacio
Para responder esta pregunta pensemos primero en qué lugar del espacio. La Tierra se encuentra en el espacio y estamos calientitos. La superficie del Sol se encuentra a 5800 grados Kelvin (¡más de 5500 grados centígrados!). Así que depende en qué parte del espacio nos encontramos.
Pero si nos referimos a un lugar en el espacio donde no tenemos una estrella cerca o alguna fuente de calor cercana, hay una radiación llamada radiación cósmica de fondo. Esta radiación son fotones en la longitud de onda de microondas (¡como el horno!) que permea todo el espacio. Si utilizamos un telescopio para ver un planeta o las estrellas, veremos el espacio, entre los objetos celestes, oscuro. Pero si usamos un telescopio cuya “vista” esté en las microondas, veríamos el espacio uniforme brillante en todas direcciones.
Estos fotones tienen una temperatura asociada de 2.7 grados Kelvin, lo que equivale a ¡-270.45 grados centígrados! Lo cual resulta extremadamente “frío-congelante” si pensamos que el cuerpo humano se congelaría a -1 grado centígrado.
Verónica Lora Castellanos, Cátedra CONCAHCyT, Instituto de Ciencias Nucleares, UNAM.
¿El sol es de color amarillo?
La luz, es más generalmente llamada en física el espectro electromagnético. Y la luz, en su forma más esencial está compuesta de fotones. Los fotones son partículas elementales que pueden tener diferentes energías. Los fotones más energéticos (de los que seguramente has oído hablar) son lo que llamamos rayos X o rayos gamma. Por otro lado, estamos más familiarizados con los fotones un poco menos energéticos, lo que llamamos el espectro visual: los colores.
El sol emite fotones de diferentes energías, lo que en física denominamos el espectro de cuerpo negro. El espectro de cuerpo negro es la radiación electromagnética (“luz”) que cualquier cuerpo emite (mi cuerpo y tu cuerpo también) cuando el cuerpo tiene una temperatura asociada. Al ser un espectro, se tienen fotones de todas las energías, pero hay un valor máximo de fotones a una energía en particular, la cual está relacionada con la temperatura superficial del cuerpo en cuestión.
Nuestros ojos son detectores de una parte del espectro electromagnético: los colores. Si vemos el sol, nuestros detectores de luz (los ojos) se saturan en cada color, lo que el cerebro interpreta como la suma de todos los colores, el color blanco.
Pero ¿qué con la pregunta de si el sol es amarillo? Hay que recordar que desde la Tierra vemos la luz del sol a través de la atmósfera. Todos los colores (y fotones de todas energías) pasan a través de la atmósfera interactuando con ella. La conclusión es una atenuación del color, no todos los fotones “pasan” a través de la atmósfera, lo que genera una atenuación a ciertos colores (como el azul), dando como resultado que nuestros ojos detectores perciban el sol como amarillo.