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Hoy es día de fiesta democrática en México. El día en que ciudadanos adultos de todas las edades, de todos los rincones del país, iremos a las urnas, después de un proceso de análisis crítico de las alternativas que se nos presentan, para expresar nuestras preferencias por medio del voto.
El día de hoy acudiremos a las casillas casi 100 millones de electores registrados en el padrón electoral, para elegir más de 19 mil cargos públicos, como son: la Presidencia de la República, diputaciones y senadores federales, gubernaturas, ayuntamientos y alcaldías.
La mayor y más compleja elección de la historia en nuestro país, en la que más de un millón de ciudadanos, nuestros vecinos, fungiendo como funcionarios de casilla, serán los encargados de contar nuestros votos. Mi reconocimiento al Instituto Nacional Electoral (INE) por esta titánica labor, así como a todos los funcionarios de casilla, por su compromiso ciudadano.
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Muchos se preguntarán sobre el encabezado de este artículo. ¿Qué tiene que ver la lectura con la democracia? Todo.
Me explico. Como lo advierte el Manifiesto por la Lectura de Liubliana (https://readingmanifesto.org), la lectura, sobre todo la de nivel superior, es un elemento indispensable para una democracia funcional.
Este documento parte de una minuciosa investigación realizada por académicos de Alemania, Eslovenia, Países Bajos y Noruega.
“La lectura no es sólo el principal camino hacia el desarrollo personal, el fundamento del aprendizaje permanente y la base de una gran parte de nuestro intercambio de información, pero es también una dimensión central de la interacción social y participación ciudadana”.
Sólo cuando nos asumimos como ciudadanos y aceptamos esta responsabilidad, es realmente pleno y completo el concepto de democracia. Platón decía, en una de sus más célebres citas, que “la consecuencia de no querer participar en los asuntos públicos es terminar siendo gobernado por mentes inferiores”. Si queremos un mejor gobierno, tenemos una obligación: ir a manchar nuestro pulgar con tinta indeleble el día de hoy.
“El acto de lectura de nivel superior es un ejercicio de atención y paciencia cognitiva, que amplía el vocabulario y las capacidades conceptuales, mientras que desafía activamente las ideas preconcebidas de los lectores. Son especialmente los textos extensos, como los libros, que desarrollan nuestras habilidades de lectura de nivel superior. Nos entrenan a poner a prueba diferentes interpretaciones, detectar contradicciones, sesgos y errores lógicos, así como a establecer las frágiles y sofisticadas conexiones entre los textos y los contextos culturales que necesitamos para el intercambio de juicios y emociones humanas.
“La lectura de nivel superior es nuestra herramienta más poderosa para el pensamiento analítico y estratégico. Sin él, estamos mal equipados para contrarrestar las simplificaciones populistas, las teorías de conspiración y la desinformación y, en consecuencia, nos volvemos vulnerables a la manipulación”.
Los puestos de elección popular no son, ni deben de convertirse, en un concurso de popularidad. Los ciudadanos debemos ejercer el pensamiento crítico para encontrar a los candidatos que nos parezcan más aptos para gobernar, no los que sean más simpáticos o más guapos.
Lamentablemente, en todo el mundo hemos sido presas de la manipulación. En diferentes regiones del planeta encontramos gobernantes populistas que señalan enemigos imaginarios en “los otros” y que desmantelan instituciones democráticas a fin de mantenerse en el poder. Cuando no ejercemos el pensamiento crítico, somos propensos a dejarnos llevar por las noticias falsas y los otros datos.
El artículo 3 de la Constitución, que habla sobre la educación, señala: “El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”. La lectura nos ayuda precisamente a luchar contra la ignorancia, los fanatismos, la discriminación.
“Por ello, la lectura de nivel superior es tan importante. Porque es una condición previa para una democracia funcional”.
Sigue diciendo el artículo 3 constitucional que se deberá considerar a la democracia “no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.
Y el Manifiesto de Liubliana: “El futuro de la lectura afecta al futuro de nuestras sociedades. Una sociedad democrática, basada en el consenso informado de múltiples partes interesadas, sólo puede tener éxito con lectores resilientes, bien versados en la lectura de nivel superior. Los encargados de formular políticas públicas en todos los campos deben de ser conscientes de esto”.
“Porque, en palabras de la muy citada advertencia de la eminente escritora Margaret Atwood: ‘Si no hay lectores y escritores jóvenes, muy pronto no habrá más lectores y escritores viejos. La alfabetización y la lectura estarán muertas y la democracia... habrá muerto también’”.
El día de hoy tenemos una enorme responsabilidad y, al mismo tiempo, una gran oportunidad. El tránsito a la democracia en nuestro país ha sido largo y azaroso. Hoy podemos contribuir a esta fiesta democrática por medio de nuestro voto razonado. Es un derecho, pero yo agregaría que es, asimismo, una obligación ciudadana. ¡Nos vemos en la casilla!