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Ya había escrito en una colaboración previa sobre la importancia de las librerías en el ecosistema del libro, dando mi opinión al respecto. Ahora tengo la oportunidad y el enorme gusto de entrevistar a una librera que se enfrenta todos los días a un entorno complejo.
Claudia Bautista es presidenta de la Red de Librerías Independientes, RELI, en México, de la cual es además fundadora. En 2009 fue cofundadora de Hyperion Librería, uno de los espacios independientes de mayor reconocimiento en Veracruz.
Como siempre, es un placer conversar con Claudia, quien tiene una forma de ser afable pero determinada. Me recibe con su mirada afectuosa y al mismo tiempo ávida de encontrar puntos de encuentro.
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Sobre el panorama actual de las librerías en México, comparativamente con otros países, Claudia me dice:
“Pueden ser muchos los criterios con los cuales busquemos comparar la situación de las librerías en México frente a las de otros países, pero a mi parecer, aquellos aspectos en los cuales los y las libreras tienen el mayor poder de decisión (por ejemplo, en la construcción de comunidades, la realización de eventos dentro de las librerías), México estaría a la par de cualquier otro país del mundo”.
“Quienes gestionan librerías, sobre todo independientes, son creativos y resilientes, desde la India hasta Canadá. Da lo mismo si una librería está en un municipio pequeño, entre las montañas o en una gran ciudad. La gran diferencia es el contexto social, político y económico en el que se suscriben y lo que decidan o no los tomadores de decisiones en turno. De ahí que se le otorgue a la librería mayor o menor importancia, que se les considere lugar clave para la cultura nacional (como en Francia), o que ni siquiera estén enunciadas en alguna ley o medida”.
“En México, desafortunadamente, nos acercamos más a este último extremo, pues si bien y paulatinamente se han aceptado medidas que tienen el objetivo de sostener a las librerías (independientes), el avance es lento, insuficiente y visiblemente carente de toda importancia para la mayoría de los tomadores de decisión”.
En otros artículos y declaraciones públicas me he referido a la ausencia de una política pública integral, que considere al libro y la lectura como motores del desarrollo cultural, educativo y económico del país. Los esfuerzos asilados no funcionan.
“A diferencia de los incentivos de los que han gozado algunas áreas culturales (cine, danza, edición) el establecimiento de una librería jamás ha sido impulsado por algún programa público. La lista de obstáculos es importante y va desde la elección adecuada del lugar, hasta la seguridad del mismo, la falta de créditos adecuados, la falta de personal capacitado, la poca confianza de las editoriales para el otorgamiento de material, la muy agresiva competencia de plataformas en línea y de cadenas de librerías, la competencia estatal, y por supuesto la falta de lectores”.
En cuanto a políticas públicas adecuadas de fomento del libro y la lectura, Claudia me comparte sus reflexiones:
“Antes que nada, hace falta el conocimiento pleno y profundo de quienes toman decisiones alrededor de las necesidades y el aporte que realizan las librerías en un país. El fortalecimiento del capítulo del precio único en la Ley de Fomento de la Lectura y el Libro, recién aprobado a fines de 2024, es alentador, pero insuficiente”.
“Si no se establecen límites a los descuentos en los libros, los competidores económicamente más fuertes podrán ofrecerlos a precios irrisorios, inclinando la balanza de compra hacia ellos, eliminando la existencia de competidores más pequeños.
“Ello también disminuye la posibilidad de que obras que no estén en el interés comercial de los grandes vendedores dejen de estar disponibles. Con el establecimiento de un precio único, los factores de competencia no serán necesariamente económicos, sino de servicio, de atención, etcétera. Áreas en donde son fuertes las librerías independientes de pequeño y mediano tamaño”.
Como toda orquesta sinfónica o compañía de danza o de ópera en el mundo no podría sobrevivir sin algún tipo de apoyo financiero, la bibliodiversidad editorial requiere de esquemas como el precio único, como sucede en muchos países europeos.
Yo soy un convencido del libre mercado. Pero también estoy consciente de que la oferta cultural de un país se vería profundamente empobrecida, si la dejamos de manera exclusiva a merced de las fuerzas del mercado. Tendríamos una sociedad económicamente eficiente, pero culturalmente depauperada.
Como parte de otras medidas importantes, Claudia menciona el reconocimiento del libro como bien público y de la librería como espacio de interés público, lo que podría traducirse en el otorgamiento de créditos, incentivos a la capacitación, facilitar el acceso a tecnología y apoyar al acceso a convenios de logística para reducir gastos de envío. Es increíble que hoy en día una librería de Guatemala prefiera hacer importaciones desde España que de México, porque los gastos de envío son menores.
También está el tema de la tasa cero para el libro, que de manera inexplicable excluye explícitamente a las librerías, como si estas fueran algún tipo de enemigo a vencer. Al dejar fuera a las librerías, se vulnera y queda sin efecto todo el espíritu de fomento del libro contenido en la idea de la tasa cero.
Las editoriales seguiremos trabajando de la mano de las librerías, uniendo esfuerzos y encontrando caminos para que más libros lleguen a más lectores, en un país sediento de lectura, de conocimientos y de historias inspiradoras.