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En medio de la creciente crisis medioambiental y el agobio por la escasez de agua, surge un mundo cada vez más consciente de la urgencia de una sostenibilidad integral. Los eventos culturales como foros, ferias, festivales, puestas en escena y conciertos, están llamando la atención debido a su impacto ambiental, y es por eso que la necesidad de mitigar este impacto y promover prácticas eco eficientes, se deberá volver cada día más crucial dentro de la economía creativa, mientras que todos aquellos encargados de desarrollarla, y debido a su incidencia en la vida pública y social, deberán asumir su papel como agentes de cambio.
La conciencia y la acción son fundamentales para abordar los problemas globales que afectan a todos. El respaldo del sector cultural puede inspirar cambios significativos hacia prácticas más sustentables, pues si bien representa una parte vital para el desarrollo social, aquellos proyectos que ofrecen oportunidades para la diversión, la cultura y el intercambio social, pueden llegar a tener un impacto negativo detrás de todo ese brillo, emoción y creatividad.
Según un estudio de la Universidad de Harvard, las emisiones medias de CO2 causadas por el transporte público en el contexto de un gran festival de música con 40.000 participantes pueden equivaler a 188 toneladas métricas.
En México, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), asegura que una persona puede llegar a generar hasta 1 kilo de basura al día. Esto se vuelve exorbitante, si pensamos que en promedio a cada evento cultural masivo asisten alrededor de 90 mil personas, por lo que la multiplicación nos da la extraordinaria cifra de 90 toneladas de desechos solo en un evento.
Al multiplicar lo anterior por 48.7% de la población mayor de 18 años que asistió a algún evento cultural al menos una vez durante 2023, según el Módulo sobre Eventos Culturales Seleccionados del INEGI, podemos encontrar que la producción de basura pudo haber alcanzado alrededor de 55 millones de toneladas, si se toma como base la población en edad adulta de nuestro país que es de de 105.3 millones de habitantes.
Y la suma seguiría creciendo si analizamos que en 2022, y tan solo en la Ciudad de México, más de 20 millones de personas participaron en algún evento cultural, mientras que de acuerdo con el Anuario Estadístico de Cine 2022, se registraron alrededor de 234 festivales y eventos a nivel nacional, solo del séptimo arte.
Esta situación, ha incidido en la conciencia de organizadores de eventos, y festivales como Bahidorá, el primer festival en en México y Latam, que ha logrado varios reconocimientos eco friendly. Sin embargo, pese a esta conciencia, gestores culturales enfrentan dificultades a la hora de tratar de mitigar el impacto medioambiental de sus eventos.
De acuerdo, con una encuesta del British Council, la organización educativa y cultural del Reino Unido, 83% de los gestores de festivales a nivel global, sí ven una oportunidad para actuar de forma más sustentable, pero sólo la mitad de ellos cuenta con un equipo dedicado a desarrollar, coordinar y llevar a cabo estas acciones.
La industria de los eventos culturales debe ser parte de la solución a la crisis climática que hoy enfrentamos e incluir prácticas que reduzcan su impacto negativo en el medio ambiente, además de ser una vía para la evangelización ciudadana que mejore la cultura de la sustentabilidad.
Para lograr tal cometido debe haber una sinergía de esfuerzos que va desde los organizadores, consumidores o espectadores, patrocinadores, proveedores, autoridades, y organizaciones educativas que ayuden en la entrega de nuevas habilidades que permitan crear agentes de cambio y profesionales de desarrollo de eventos con el plus de ser desarrolladores y ejecutores en temas de sustentabilidad.
Como ejemplo, podemos hablar del proyecto Cultura Circular, desarrollado desde el British Council, un programa que promueve prácticas sustentables, y la educación del sector cultural para reducir el impacto medioambiental de eventos masivos. A través de un fondo internacional y expertos en la materia, proporciona a los gestores de festivales, una formación que los habilita para ejecutar, de manera correcta, mejores prácticas y estándares de gestión ambiental para sus eventos.
Tras los buenos resultados que se han tenido en los 10 países en los que se ha implementado Cultura Circular en Latinoamérica (Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Jamaica, Trinidad y Tobago, México, Perú y Venezuela), se pretende con el mismo enfoque holístico, garantizar la longevidad de estos eventos, y a través de un modelo replicable, exportar los beneficios hacia otras manifestaciones culturales,incluso abarcar diversos sectores, como mercados, bazares o eventos deportivos.
Tomar acciones en nuestras comunidades, campos de trabajo y espacios de encuentro, nos lleva como humanidad a formar parte de una red que refuerza el compromiso global para impulsar experiencias notables basadas en la conexión entre las personas y la celebración de causas comunes, como lo son los eventos culturales y el cambio climático. Cultura Circular es una de las formas en las que podemos darle al sector artístico y cultural, el poder de ejemplificar manifestaciones de respeto y amor al planeta y nuestros ecosistemas El sector cultural es un agente de cambio y queremos dotarlo de herramientas para ser aún más un concientizador global, y por tanto, parte de la solución y no del problema.
Perfil de la articulista
Isabel Gil, directora de Relaciones Culturales y Jefa de Artes del British Council México.
Con más de 13 años de experiencia en las industrias creativas, el emprendimiento, el urbanismo cultural, la educación, así como la gestión y producción de proyectos creativos y culturales, Isabel Gil es una líder enfocada y experta dentro del sector cultural donde se ha centrado en la creación de oportunidades para que la agenda cultural prospere y genere impacto. Como consultora cultural ha liderado alianzas y el desarrollo de proyectos innovadores de arte y cultura para organizaciones del sector privado e instituciones públicas.