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A decir: la relación entre la religión y la política es histórica y profundamente arraigada, ya que ambas buscan influir en el comportamiento, valores y decisiones de las personas, aunque lo hacen desde perspectivas distintas, no perdamos de vista esto. La religión suele ofrecer un marco moral y espiritual que define lo que es bueno o correcto, mientras que la política organiza y regula la vida en sociedad a través de leyes y políticas públicas. En ambas corrientes, por llamarlas así, lo que pondera es la pasión desbordaba de nuestra naturaleza. En diversas culturas, los principios religiosos han sido la base de las normas sociales y jurídicas, lo que ha generado una conexión natural entre ambas esferas. No olvidemos esto…
Ahora bien, la religión ha sido, a lo largo de la historia, uno de los pilares fundamentales del desarrollo humano, proporcionando un marco moral y ético que ha guiado a las sociedades en su búsqueda de significado y orden. Aunque a menudo se la separa de la filosofía en términos académicos, la religión puede entenderse como una forma de filosofía aplicada que ofrece respuestas prácticas y normativas a preguntas fundamentales sobre la existencia, el bien y el mal, y la naturaleza del ser humano. A decir: la religión también es históricamente un bastión de constructos sobre los que se cimenta la ignorancia en la masa a través del fanatismo, repararemos después en esta parte.
Uno de los aspectos clave que conecta la religión con la filosofía es su preocupación por la ética y la moral. Desde la perspectiva filosófica, pensadores como Immanuel Kant exploraron la religión como un medio para promover valores universales, como un vehículo para la razón moral, destacando su papel en la regulación del comportamiento humano y en la aspiración hacia una sociedad más justa.
La Biblia, por ejemplo, ha sido interpretada no solo como un texto sagrado, sino también como un compendio filosófico. En su estructura narrativa, contiene relatos, leyes y reflexiones que han moldeado las bases de la ética occidental. El éxodo, con sus Diez Mandamientos, ofrece una guía moral que resuena más allá de su contexto religioso. Filósofos como Paul Ricoeur han explorado la Biblia desde una perspectiva hermenéutica, analizando cómo sus narrativas contribuyen al entendimiento humano de la responsabilidad, la justicia y el perdón. Asimismo, el Talmud, por su parte, ejemplifica cómo la religión y la filosofía pueden entrelazarse en un diálogo continuo. Este texto, que compila siglos de discusión rabínica, no solo se centra en las leyes religiosas, sino que también aborda cuestiones éticas. Maimónides, una de las figuras más influyentes del pensamiento judío, escribió extensamente sobre la importancia de la razón en la comprensión de la ley divina. En su obra “Guía de los perplejos”, Maimónides propone que la fe y la razón no son incompatibles, sino complementarias, una idea que subraya el carácter filosófico del Talmud.
Por otra parte, el Corán también puede ser analizado desde una óptica filosófica, particularmente en su enfoque en la justicia, la misericordia y la unidad de la humanidad. Filósofos como Al-Fárabi y Averroes exploraron las enseñanzas coránicas en relación con el pensamiento aristotélico, buscando armonizar la religión y la filosofía. Averroes, en particular, argumentó que el Corán fomenta la investigación racional y el desarrollo intelectual, planteando que la comprensión de la ley divina requiere el uso de la razón y el análisis crítico. Quiero detenerme en esta parte, Averroes refiere que el Corán, como la Biblia y el Talmud, puede ser leído desde un sentido simbólico o racional. El primero, acierta en decir que sería el sentido de los ignorantes y el segundo de los sabios… y, por desgracia, en todos los casos el “pensamiento” simbólico es el que ha ponderado. Así, la religión también ha influido en la manera en que los seres humanos conciben el sufrimiento y la esperanza. La filosofía de la redención en el cristianismo, por ejemplo, ofrece una narrativa de transformación y superación del dolor, mientras que el judaísmo pone énfasis en la responsabilidad colectiva. El islam, por su parte, subraya la importancia de la paciencia y la fe en la providencia divina como mecanismos para enfrentar la adversidad.
En el ámbito de la política y la justicia social, la religión también ha servido como una guía filosófica. El concepto de “ama a tu prójimo como a ti mismo” ha inspirado movimientos de derechos civiles y justicia social. Líderes como Martin Luther King Jr. encontraron en los textos religiosos una fuente de inspiración para abogar por la igualdad y la dignidad humana. Sin embargo, es importante reconocer que la interpretación de los textos religiosos no está exenta de tensiones y contradicciones. Los debates filosóficos sobre la aplicación de las enseñanzas religiosas en contextos modernos reflejan la complejidad de adaptar principios antiguos a nuevas realidades. Empero, la religión debe enseñarse sin, en nuestro caso, el peso de la culpa que tanto atormenta a occidente.
La ciencia, por su parte, también se ha beneficiado del diálogo con la religión y la filosofía. Durante la Edad Media, los estudiosos islámicos preservaron y expandieron el conocimiento griego, y figuras como Tomás de Aquino en el cristianismo intentaron reconciliar la razón y la fe. Este legado subraya que la religión, en su capacidad filosófica, ha fomentado no solo la ética, sino también el progreso intelectual. La religión era un canal extenso de comunicación, un lenguaje común sobre el que se validaba y valoraba el conocimiento.
¿Pero por qué existen tantos problemas, violencia y odio a partir de la religión? El “problema” somos los humanos. Vamos a hacer un ejercicio reduccionista: supongamos que la religión es una aplicación de servicio como Über. Cuando ésta se lanzó al mercado la masa las abrazó como una vanguardia de autonomía. El algoritmo hacía su labor, todo funcionó. ¿Por qué falló a la larga? Usuarios y servidores echaron a perder el “sistema”, fueron en contra de la calidad que suponía el servicio. Degeneraron el sistema. La naturaleza humana triunfa sobre las normas… Y así como la religión es apenas una estampa de un sistema de comportamientos, las aplicaciones digitales son un ejemplo de la posibilidad de un buen servicio.