Una de las cosas que me encantan de mi trabajo es que tengo oportunidad de conocer a personas interesantísimas. En esta ocasión tengo el privilegio de conversar con Julia Santibáñez.

Escritora y editora, Julia tiene Licenciatura y Maestría en Letras, ambas por la UNAM. Es autora de once libros, entre los que figuran los de poesía Pulso ad_herido (Bonilla Artigas, 2024) y Eros una vez —y otra vez— (2020, Textofilia / UANL), con el que ganó en Uruguay el Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti, así como los de crónica cultural El lado B de la cultura, volúmenes 1 y 2 (Penguin Random House, 2021, 2023).

Actualmente es titular de la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM.

Con su mirada profunda, inquisidora, y una sonrisa cálida y sincera, es un placer conversar con Julia Santibáñez de lo que es su pasión: la literatura y la poesía.

Querida Julia, recientemente leí que la poesía es un género incomprendido, que al parecer ya no es negocio para las editoriales publicarla. ¿Qué opinas?

Salvo casos específicos, como el bestseller Amado Nervo en su momento, nunca ha tenido cifras millonarias, pero interesa y genera ingresos. En México, varias editoriales independientes la venden bien. Ahí están Visor, la Universidad Autónoma de Nuevo León, Mantis Editores, Almadía, Textofilia, Antílope, Círculo de Poesía, Ediciones Era, Sexto Piso y Bonilla Artigas Editores, Vaso Roto, por mencionar sólo algunas, aunque son muchas más. Lo lamentable es que los grandes grupos apuesten muy poco por ella, siendo que con la venta de otros géneros podrían hacerlo y enriquecer, a partir de la diversificación, no únicamente su oferta editorial, sino también el panorama lector del país y del idioma.

¿Cómo puede la industria editorial apoyar más la publicación de obras de poesía? ¿Qué nos hace falta?

Sugiero poner el foco en iniciativas independientes como las que mencioné y hacer lo necesario para que dejen de ser esfuerzos aislados, integrarlos en una suerte de red virtuosa, hacer ‘el junte’ para potenciar su fuerza. Por ejemplo, podría existir en línea una base de datos de editoriales que publican libros de poemas y detallar dónde se puede encontrar cada título. Los lectores de este género somos bastante fieles y aunque vamos de librería en librería buscando uno que nos interesa, estoy segura de que compraríamos mucho más si la información estuviera organizada. Adicionalmente existen proyectos digitales interesantes que difunden poesía de manera gratuita. Quizá la industria podría compartirlos, sin fines de lucro, si de verdad tiene fe en el género y en su importancia individual, social.

No hay nada más necesario que leer algo que no entiendes, pero te roza las emociones


Julia Santibáñez, editora

¿Cuál es su valor en un mundo dominado por la inmediatez, las noticias falsas y los discursos de odio?

La necesitamos justamente para compensar la prisa y la violencia que se nos instalan a diario como angustias vitales. Leer un poema te lleva al instante, a una esquina interior que implica bajar el ritmo, asomarte a quien eres, a veces para encontrar belleza aunque otras saca a flote el dolor, lo airea, para que no se pudra dentro. Lo encuentro un proceso necesarísimo. Además nos recuerda que somos parte de una comunidad humana y, en consecuencia, pone en entredicho la supremacía, los racismos, la soberbia de unos sobre otros. Por otro lado, la poesía suele significar no entender todo y eso está bien, como dijo hace poco en México la uruguaya Ida Vitale: no hay nada más necesario que leer algo que no entiendes, pero te roza las emociones. Quitémonos la obsesión de comprender la totalidad de lo que experimentamos, nos hace bien. Y conste que soy muy cerebral en muchas cosas.

¿Qué temas interesan hoy a la poesía?

Cualquier asunto es viable de pasar por el filtro de este género, no importa si se trata de las compras en el supermercado, de lo avasallador de estar vivos, abordar críticamente una muñeca Barbie o pronunciarse contra la tortura. Es capaz de generar empatía, cuestionar lo que damos por hecho, aunque eso lo persigue la literatura en general. Lo que marca en específico un poema es la intención estética de articular el lenguaje para que las palabras digan más de lo que suelen decir de cotidiano, explorar nuevas honduras y alturas. Me parece que el carácter distintivo de un poema no descansa en qué observa sino en cómo y desde dónde lo hace: le interesa la descolocación, el sesgo, lo huidizo. Escuché a Alejandro González Iñárritu decir que una de las disyuntivas que más lo desvelan como director de cine es dónde coloca la cámara: moverla de sitio significa decir cosas totalmente distintas. Algo similar ocurre con la poesía.

El poema se mueve en una frontera fina que tiene que ver con la reivindicación de nuestra dignidad


Julia Santibáñez, escritora

¿Para qué sirve la poesía?

Se lo han preguntado a muchas autoras y autores a lo largo de la historia. Borges respondió con otros cuestionamientos, muy desarmantes: "¿Para qué sirve la muerte? ¿Para qué sirve el universo?". En otras palabras, al analizarlo entiendes que lo de veras trascendente, lo que en serio importa no tiene una utilidad práctica inmediata, como la justicia, la belleza, encontrar un sentido de vida. El poema se mueve en una frontera fina que tiene que ver con la reivindicación de nuestra dignidad y las preguntas que nos hacemos como personas.

¿Qué distingue al poeta?

Se trata de una especie de sismógrafo que registra tonos y temperaturas de la experiencia humana más personal y única: la alegría, el amor, la soledad, el dolor, el entusiasmo. Por eso mismo habla también de lo más universal, lo que nos conecta a todas y todos.

¿Qué significa para ti escribir poesía?

Es un trabajo, un oficio que implica quitarme la ropa y hasta la piel, explorar el desamparo, lo vulnerable e incómodo, para habitarlo. Demanda un reacomodo emocional complejo conmigo misma y también con los demás, pero al mismo tiempo no conozco mayor alegría, algo más liberador que resolver un poema. Es abrir la puerta a otras intuiciones, tocar el hueso de algo desconocido, que creo recordar. Y todavía es mejor si encuentra una lectora o lector que se lo apropie.

Por favor, compártenos algo de tu libro más reciente.

Es un poema en prosa, se llama “Un alacrán duerme conmigo” y lleva un epígrafe del Macbeth de Shakespeare: “Full of scorpions is my mind” (Llena de escorpiones está mi mente). Dice así:


De día me olvida.

Sale de noche, en cuanto apago la luz. Adivino cómo trepa la pared con la arrogancia del perfecto. Disimula, hace como que pierde el tiempo hasta que sus patitas se esmeran en mi pelo, mis pestañas.

Entonces viene el ritual: entra y sale de mi boca, hervidero de crías. No respiro, sería tan fácil morderlo. Y nos necesitamos.


Me encantaría más adelante continuar esta fascinante conversación, sobre este género literario que nos conecta de manera íntima con nuestra misma humanidad y nos lleva a maravillosas reflexiones sobre la propia existencia. Gracias, querida Julia.

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