Libros sobre historias de amor hay tantos que si se intentara hacer una lista no tendría fin, pocos destacarían por estar alejados del cliché y la mirada occidental para mostrarnos la crudeza que tienen las relaciones. El amor bonito no existe entre Dalva, Venancio y Lucy, protagonistas toscos e indescifrables de la novela Todo es río, de la escritora brasileña Carla Madeira (Belo Horizonte, 1964), publicada en 2014 y traducida por primera vez al español por Hachette Literatura en 2024.

No hay adornos ni suspiros que la acompañen, ya que plantea un devenir salvaje entre cada uno de los involucrados. Fue tal el impacto de lo escrito que Madeira tuvo que parar, por espacio de 14 años, antes de seguir con un pasaje nodal de la historia a la que se estaba enfrentando, cuando Venancio arroja a su bebé recién nacido contra la pared: “Después de escribir ese suceso central del libro, marcado por una gran violencia, quedé paralizada. No pude escribir más. No tenía los recursos para lidiar con la situación brutal que había propuesto. Necesité tiempo para retomar la historia”, comparte en entrevista.

Es el paso del tiempo lo que brinda naturalidad a lo que viven Dalva, Venancio y Lucy. Es como si fuese escrito ayer, o como si nos encontráramos con una historia de hace un siglo, que parece suspendida en el aire acompañada por una prosa poética, sello de la escritora, quien nos relata una historia atroz, pero que gracias a su estilo el lector es arrastrado como un río violento directo al mar.

“Encuentro interesante que muchos lectores me digan que se sienten arrastrados por una especie de corriente al leer Todo es río. Creo que compartimos la sensación de no poder parar al sumergirnos en sus aguas”.

Todo es río se convirtió en un éxito en Brasil, fue tal su recibimiento que se reeditó en 2021, con más de 300 mil copias vendidas. Y este 2024, 10 años después de su publicación, con su llegada a México, Madeira se siente contenta pero se dice atenta de las opiniones de esta obra:

“Sigo este lanzamiento con inmensa atención y expectativa. El libro ya tiene una larga historia y se ha convertido, en los últimos años, en el libro de ficción más leído en Brasil (...) ¿Cómo será en español? ¿Qué ecos de mi poética, mis historias, resonarán en el corazón de los lectores mexicanos? Somos hermanos de América Latina, tenemos nuestras intersecciones culturales, nuestras historias compartidas, nuestros lazos y esto me llena de deseo de hacer sentir y tener sentido para ustedes”, dice.

Todo es río se caracteriza por una prosa fina, tamizadas las palabras. Y esa escritura lapidaria responde a su trabajo como publicista, que requiere de precisión en la construcción de una historia: “Mi literatura está marcada por mi experiencia como publicista. La necesidad de síntesis, el trato minucioso con la textura, la obsesión por la palabra exacta son aprendizajes que hice en el día a día de la publicidad, donde los formatos son limitados y hay que decir mucho en muy poco tiempo/espacio”.

Y agrega: “Mi forma de contar historias es muy sensorial, cuando escribo, quiero sentirme dentro del suceso, y esto ayuda a llevar al lector conmigo”.

Es esa experiencia sensorial lo que hace que la historia se centre en mostrar el lado ambivalente, la delgada línea entre el bien y el mal en sus personajes; hay pasajes violentos, de profunda tristeza, eróticos, de añoranza, nostálgicos, y todos se funden en un crisol de sentimientos que la misma Madeira explica: “No somos una sola cosa, tenemos capas y capas, no nos reducimos a un acto. Hacemos que sucedan el amor y el rechazo en nuestras vidas”.

Y puntualiza el detrás de la construcción de Todo es río: “Somos toda una existencia y quiero palparla, explorar lo que somos capaces en nuestra condición humana y a partir de nuestras circunstancias. ¿Cómo se organizan nuestras potencias del bien y del mal? La imperfección es nuestro espacio de maniobra, es lo que tenemos, es lo que somos, pero también lo que podemos ser”.

Considerada una de las plumas más prometedoras de la literatura contemporánea de Brasil, Madeira muestra alegría con el momento literario de su país, que va ganando fuerza y diversidad. Además, apoya el interés general por las diferentes muestras en favor de la literatura, como “muchos clubes de lectura y clubes de curaduría. Estoy feliz de formar parte de este calentamiento y del entusiasmo con la literatura hecha en Brasil”.

Sobre los vasos comunicantes y la presencia femenina que ha tenido especial relevancia en los últimos años, la escritora concluye: “Es impresionante cómo, en ciertos aspectos, el mundo se vuelve pequeño. La perspectiva femenina es uno de esos territorios. La violencia de género, la prohibición de la sexualidad femenina, las cuestiones que involucran la maternidad y su sobrecarga, la voz interrumpida y postergada de las mujeres: todo esto me parece desafiante en todas partes”.

“Las historias son una manera de arrojar luz sobre cuánto aún necesitamos cambiar para vivir en el mundo que queremos. Y la perspectiva femenina puede ser una buena perspectiva para un mundo que está en grandes dificultades”, sentencia.

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