En México existen vicios que preocupan al escritor y filósofo mexicano Leonardo da Jandra. Uno de éstos es cuando algún académico universitario dispone de los impuestos para realizar investigaciones que sólo sirven para trepar en el escalafón laboral, sin ninguna aportación social. Afirma que esa actitud utilitaria es igual de nociva que las acciones del líder sindical corrupto, del político inmoral o del empresario que se enriquece empobreciendo a los demás.

“Aprendices de moscas que encuentran su condena en sus falsos y efímeros vuelos”, señala el autor en su reciente libro El estado planetario, editado por Avispero, un sello que nació en las montañas de San Gabriel Etla, Oaxaca, el hogar de Da Jandra y Raga García, su esposa. En ese lugar de difícil comunicación, ambos realizan jornadas de lecturas con estudiantes de escuelas públicas e incentivan la escritura en jóvenes con un taller de crítica literaria.

Desde ahí, el filósofo expresa algunos temores: el egocentrismo como la mayor amenaza de la sociedad, padecer una democracia simulada y la carencia de líderes sabios y morales. No obstante, Da Jandra mantiene la esperanza en que esas búsquedas del bien personal puedan transformarse en una fase sociocéntrica, es decir, en la búsqueda del bien social.

“En un estado verdaderamente democrático el servicio público debe ser visto como un honor supremo, y no como un trampolín para la desmedida ambición y el rápido enriquecimiento”, comenta en entrevista.

Da Jandra indica que sólo así, el gobernante podrá recuperar el reconocimiento y agradecimiento de los ciudadanos, contrario a lo que hoy sucede: los políticos están en el mismo rango de indignidad que los delincuentes.

“Un gobierno democrático requiere más coordinación y menos represión; más educación y cultura y menos entretenimiento enajenante”, reflexiona.

Cada página de su libro se siente como un regaño, ¿su intención es advertirnos de nuestros pasos egocentristas?

No quiero que se vea como un regaño, aunque toda mi vida he estado bajo la sombra del rechazo a lo mal hecho. Lo que pueda verse como un énfasis en lo negativo es para dejar más claro lo que necesitamos hacer. No hay que gastar energía destruyendo ni derrocando nada, lo que necesitamos ahora es una comprensión que nos lleve a una dinámica unificadora, no confrontativa, respetando las diversidades.

Sin ética ni educación seguiremos siendo sujetos de la animalidad que hoy nos devora. Entiendo por animalidad la determinación de lo oral y lo genital sobre lo mental y lo espiritual. Lo oral y lo genital siempre propician la violencia, por eso estamos inmersos en una dinámica de intolerancia y violencia, algo propio de los tiempos de caída. Todos esos tiempos, desde Grecia, Roma, Inglaterra, España y ahora Estados Unidos, se caracterizan por el énfasis en la oral y lo genital porque son la base de la auto gratificación y ésta, a su vez, es la base del egocentrismo desmedido que padecemos.

Cultura y educación son necesarias para una opinión pública reflexiva, sin embargo, pareciera que el egocentrismo encuentra cualquier hueco para filtrarse, incluso en la ciencia, educación y cultura.

Es incuestionable que a pesar de nuestra decadencia generalizada ha habido grandes progresos tecnológicos y se han logrado ciertas libertades que hace un siglo eran impensables, sobre todo la igualdad de la mujer porque era una tarea pendiente ante el patriarcalismo autoritario que veníamos padeciendo desde milenios.

Pero entendamos que el desarrollo tecnológico que incluye a la ciencia sin ética, convierte a los científicos en mercenarios. Un científico que dice: a mí me pagan para desarrollar este artefacto, pero no es consciente ni le importa el daño que generará, es un verdadero mercenario, un ser sin ética, una animalidad en el contexto humano. Eso es lo que estamos viendo hoy: la venta desmedida de talentos sin preocuparse por las mínimas repercusiones que pueden tener sus inventos.

También hay que entender que, en el contexto de las libertades, no se trata de ser libres a como dé lugar. Mi libertad termina donde comienza la libertad de otro y una sociedad que no está educada, que no es autoconsciente ni se autodetermina, no puede ser una sociedad libre. Entonces, todos los engaños de empresarios voraces y políticos corruptos tienen que terminarse, para eso necesitamos preparar a nuevas generaciones.

No creo que en una o dos generaciones exista un remedio, ya lo vemos en su comportamiento cotidiano, están enganchados al carro de la autogratificación, la búsqueda gratuita del placer, la desconfianza, el no preocuparse por cambios que hace 50 años marcaban a todas las generaciones, pero sí creo que con un proyecto educativo y ético integral vendrán aquellos que marquen el rumbo que necesita el planeta para salir de la sombra en que vivimos.

¿Qué representa el error dentro de una sociedad?

El ser humano es defectivo por naturaleza, pero eso no significa que no aspiremos cada día a ser más perfectos. El concepto del error no es una entelequia que no podamos interpretar de manera pragmática en nuestra vida cotidiana. Ahora hay un culto hacia lo inconcluso, a lo defectivo, a lo feo en el arte, eso es propio de lo que llamo un horizonte errático, un horizonte sin un proyecto consolidado.

Por ejemplo, hay una mala interpretación del concepto transformación social porque no creo que deba estar acompañado de la violencia. Hay muchos defectos que deben superarse, pero no de manera violenta como está prácticamente implícita en la filosofía hegeliana-marxiana: la dialéctica confrontativa (afirmación-negación y negación de la negación), me afirmo-tú me niegas, tengo que negarte para volver a reafirmarme. Eso es una actitud que para mí quedó atrás, prefiero una dialéctica complementativa: el hombre y la mujer, lo sagrado y lo profano, el día y la noche, la ciencia y la espiritualidad. Debemos aprender a complementarnos para entender al otro, ser sensibles y superar los errores que nos separan, de esa manera buscar dinámicas unitivas.

¿El error nos hace evolucionar o nos estanca?

Siempre he sostenido que en la adversidad se alcanza la grandeza. Los caminos fáciles conducen a resultados fáciles y la facilidad siempre es efímera, pero una cosa es comprender que nuestra naturaleza defectiva nos llevará a situaciones difíciles y otra es regodearnos en ello. De ahí vienen dinámicas de mala interpretación del placer, dinámicas que terminan convirtiéndose en verdaderas pesadillas.

El concepto de evolución debe ser entendido, hoy más que nunca, en un ámbito restringido al ser humano, es la única forma de vida autoconsciente en el planeta, es el único animal que por ser autoconsciente ama a su descendencia; ningún primate ama a sus nietos. El ser humano tiene esa capacidad evolutiva que le permite prever un futuro de crecimiento. Lo que sucede es que cuando no tenemos el destino en las manos, entramos en una dinámica de desconfianza, de opacamiento y de descreer.

¿Eso enferma a las sociedades?

Todas las guerras que estamos viviendo no obedecen a ninguna dinámica necesaria, son beligerancias inventadas a base de afanes necios de acumular más riquezas, más poder, sin medir las consecuencias. Necesitamos una sociedad que ejerza su autoconciencia de manera crítica

¿Quiénes son los enemigos de la libertad? Partidocracias parasitarias, academocracias parasitarias, tecnocracias parasitarias, religiones parasitarias. Tenemos que sacudirnos todo eso porque traen sobre sí un óxido de miles de años que ha impedido el florecimiento del humanismo que necesitamos para crecer de manera libre, abierta, tolerante y buscar respuestas que hoy buscamos en la inmediatez de la violencia.

No importa que tú no estés de acuerdo, se trata de respetar las opiniones y exigir el mayor nivel de racionalidad en nuestros diálogos, sin imponer ideas, ni buscar luchas absurdas fundamentalistas pensando que cada uno de nosotros somos la verdad única e intransferible. Eso es nefasto y lo estamos viendo en la sociedad estadounidense con fundamentalismos de raíz religiosa que llegaron con las migraciones calvinistas y luteranas, el complejo de culpa, el estigma del mal, ellos se consideran los detentadores de la llama liberadora y todo lo que se oponga son enemigos a muerte

¿Qué pasa cuando existen líderes impostores que se piensan sabios y morales?

Para eso están ustedes los medios, no nada más para darle difusión a todas las bagatelas cotidianas de lo que pasa entre los deportistas o cuánto ganan los actores. Deben estar para enfatizar el mal comportamiento de quienes tienen la responsabilidad de llevar a la sociedad por buen rumbo, pero que hoy nos hacen naufragar.

¿Cómo se puede medir el nivel ético de México?

Hay tres dinámicas que marcan la evolución de una sociedad: la ciencia que es fáctica, la filosofía que son los significados y la espiritualidad que son los valores. La filosofía se acerca a la ética y la espiritualidad a la moral. La ética como la moral, que no son lo mismo, constituyen una atmósfera o envoltura determinante para evitar que la animalidad humana esté a cargo del destino de las sociedades.

Esto empieza desde el hogar, pero si fracasa la familia, fracasa la sociedad. También comienza en la escuela, si desde ahí no aprendemos conceptos básicos, difícilmente los asimilaremos en la calle o en el trabajo. La calle es lugar de agresión y tránsito, el trabajo es la competencia desmedida. Nos queda la familia y la escuela, es ahí donde debemos forjar a las nuevas generaciones, pero si no se destina presupuesto para esos dos ámbitos y se le da dinero a los nuevos armamentos, veremos a los presidentillos de mierda que están tomando el poder en países de América Latina, todos ellos en un absurdo, armándose.

No confío en ninguna forma de institución social al mando de los poderes actuales y si cumplo como ciudadano es porque no quiero llegar al límite de la discordia, necesitamos nuevos medios y periodistas que investiguen, que hagan visibles las corrupciones porque así la ciudadanía se informa y tomará las decisiones más acertadas. No votas por estos políticos, aunque gasten millones y millones, ni votas por el contrario porque no quieres a los anteriores. Muchísima gente votó por Trump porque estaba harta de la dinámica de Biden, no podemos escoger entre dos malos el que es menos peor, tendríamos que escoger lo mejor de la sociedad, hay gente muy preparada, pero los partidos no les permiten llegar porque tienen el control, eso tiene que terminar.

Hablas de la creación de consejos de ciudadanos notables para evitar la mentira utilitaria de los políticos.

Eso es uno de los problemas de la filosofía política de John Stuart Mill: el ser humano busca como dé lugar el utilitarismo. Es una característica que abarca fundamentalmente la animalidad del ser humano y tenemos que ir más allá de si una relación tiene utilidad, no negamos que la pueda haber, pero tienen que existir otros principios y ahí es donde está la dinámica sociocéntrica, la posibilidad de tomar conciencia de que somos partes conformando una sociedad en tránsito.

Cuando hablo del consejo de notables, en Oaxaca lo he propuesto, le decía a la gente del gobierno: cinco becas de 25 mil pesos a cinco creadores mayores de 70 años, en diferentes ámbitos: ciencia, literatura, artes plásticas… ellos formarían el consejo y le serviría al gobernador para que cuando tenga que tomar una decisión, la consulte con ellos. Sería un apoyo, una responsabilidad social y un agradecimiento a aquellos personajes que han dado lo mejor a la sociedad.

Los problemas iniciarían en con la pregunta, ¿quién elegiría al consejo?, como sucede con el ámbito político debería estar determinado por un claro perfil ético claro, no puedes permitir —como está sucediendo ahora con el gobierno de Donald Trump— que lleguen a tu gobierno personajes cuestionables en temas de violación, de simpatía desmedida por la violencia o con un proyecto de fobias hacia determinadas expresiones raciales, todo eso tiene que quedar superado.

Cada vez más la sociedad se va desentendiendo de una tarea que es fundamental para el proceso civilizador y evolutivo: participar en la toma de decisiones, pero si tú no crees en los políticos, ni crees en los empresarios, entonces te aíslas y ese aislamiento te lleva a buscar salidas, opciones que son degradativas, que son viciosas. Puedes ver en una exposición de pintura o en una presentación del libro a cuatro personas que leen muy poco o que no compran arte, pero vas a un antro desde el jueves en la noche y está a reventar, ¿qué buscan los jóvenes ahí? Huir y ésa es la peor forma de búsqueda.

¿Alistas otro libro?

Tardo mucho con mis trabajos, los preparo a conciencia, hago varias lecturas. Se llamará Principio de filosofía cósmica y quiero hacer un estudio del individuo, la sociedad y el cosmos. Estoy convencido de que este tránsito animalístico es casi el kínder de nuestro proceso como seres autoconscientes, entonces ¿hacia dónde vamos? , ¿qué puede aportarnos la ciencia no nada más como conocimiento teórico, sino como superación cósmica, de mejores individuos respetando la naturaleza? Nos damos cuenta que la ciudad como el principio civilizador, se ha convertido en un verdadero infierno, no puedes confiar en nada, es algo sobrenatural, con malos servicios y agresividad, ¿qué hemos hecho?, ¿esperaremos a que los políticos cambien eso?

¿Algún filósofo que comparta tu visión?

La pregunta es ¿quién es filósofo?, ¿el que enseña filosofía? Cuando escribí Totalidad, seudototalidad y parte tuve la claridad de que filósofo es quien aporta un nuevo sistema y un nuevo método, aunque sean defectivos, pero nuevo. Lo mismo pasa en la literatura, ¿quién es un gran escritor? El que escribe nuevas historias con un nuevo estilo, quien no repite. Ahora hay muchos profesores de filosofía, muchos académicos, pero quizás el último filósofo en América Latina fue Enrique Dussel. Casi todos se quedaron atravesados en Marx con el concepto de que la violencia es la partera de la historia, no y no, para mí la violencia es la partera de la barbarie, el concepto de la propiedad privada es un robo, la propiedad privada es el fundamento de toda civilidad porque nadie puede decirme como debo vestir, qué libro debo leer, qué música debo escuchar, esa es una decisión de mi libre albedrío. Hoy no hay un contexto que dé paso a una apuesta, estamos en la fase ennegrecida, no obstante, hay medios de luz y hay que tener esperanza.

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