Aristóteles, en lo personal, es el filósofo más importante de la historia. Es conocido como el “maestro de todos” y uno de los pensadores más debatidos, quien sentó las bases del pensamiento occidental. Fue discípulo de Platón y, años más tarde, enseñó política y ciencias a Alejandro Magno, el gran conquistador. Cuando hablamos de Aristóteles o lo estudiamos en la escuela, es común que los temas predominantes en la discusión sean la lógica, la ética y la política. Es un referente por excelencia, y aunque sus ideas son debatibles en diferentes contextos históricos, continúan predominando en la formación del pensamiento de nuestras generaciones.

No me detendré en el Aristóteles político, pues hay tanto ruido en las calles y en el mundo digital en torno a este tema que bien vale la pena tomar unos minutos de descanso al respecto. Mañana, cuando abramos los ojos, los políticos continuarán ahí. Por el momento, concentremos nuestra atención en su Poética, que, dicho de otra forma, sienta las bases de lo que hoy se conoce como storytelling. Por supuesto, y lo sé, estoy reduciendo el tópico a una caricatura de mercadotecnia, de esa que descubre el hilo negro del drama. Narrar historias no es nada fácil y requiere de una pericia mental y lógica específica, casi matemática. El problema no reside en el orden de las ideas, sino en lo que éstas transmiten; es común escuchar que “todos” pueden contar o escribir “una historia”, esto tiene un cierto grado de verdad —de la misma forma que todos podemos ser arquitectos o ingenieros. Sin temor a equivocarme, puedo decir que todas las historias de la gente son importantes, pero no todas cautivadoras, falta la técnica.

La Poética ha sido una obra fundamental en la crítica literaria y la teoría del arte; establece una serie de reglas sobre la composición de las ideas, centrándose en la tragedia, y ha influido profundamente en la forma en que se conciben la novela, el teatro, la poesía y, hoy día, el arte cinematográfico. El guionista Aaron Sorkin, para los amantes del cine, lo declara sin rodeos: “El libro de reglas es la Poética de Aristóteles. Todas las reglas están ahí”…

Es pues la Poética, esencialmente, un análisis de las formas literarias de su tiempo, con un enfoque particular en la tragedia —Esquilo, Sófocles, Eurípides—, que Aristóteles consideraba la más elevada de las formas poéticas. Aristóteles define la tragedia como una “imitación de una acción noble y completa”, destinada a evocar emociones de temor y compasión en el espectador. Estas emociones son fundamentales para la catarsis, un concepto clave en la Poética, que se refiere a la purificación o alivio emocional que experimenta el público al final de la obra.

El filósofo habla de estos elementos fundamentales en la tragedia: la trama, el carácter, el pensamiento, la dicción, la canción y el espectáculo. De estos, lo que más nos importa es la trama, ya que es la estructura que organiza los eventos de la obra y guía la experiencia emocional del espectador. El pensador insiste en que una buena tragedia debe tener una unidad de acción, es decir, una trama única y coherente, sin subtramas innecesarias que desvíen la atención del espectador —aunque sí podemos meter subtramas.

Además de la unidad de acción, los críticos posteriores han extrapolado de la Poética las ideas de unidad de tiempo y lugar, aunque Aristóteles no las menciona explícitamente. La unidad de tiempo sugiere que la acción de la tragedia debe desarrollarse en un solo día, mientras que la unidad de lugar indica que debe ocurrir en un único escenario. Estas reglas fueron adoptadas y formalizadas por dramaturgos posteriores, especialmente en el teatro clásico francés. Recordemos que el filósofo plantea esto para el teatro, sé que suena irreal, sobre todo la parte de “un solo día”, pero pensemos en el contexto desde el cual se aborda y en la lógica de lo que contamos. En una hora pueden transcurrir mil años en el escenario… es mucho tiempo y dentro del tiempo. Otro aspecto crucial es la distinción entre tramas simples y complejas. Según el filósofo, las tramas complejas, que incluyen peripecias (giros de la fortuna) y anagnórisis (reconocimiento), son superiores porque generan una mayor catarsis. Estas técnicas permiten que la tragedia, en todo caso todo tipo de historia, desarrolle un impacto emocional más profundo en la audiencia, lo que es esencial para el éxito de la obra.

El carácter es el segundo elemento en importancia dentro de la tragedia. Los personajes deben ser coherentes y actuar de acuerdo con su naturaleza. Esto significa que las acciones en la tragedia deben surgir de la lógica interna del personaje y no simplemente de la necesidad de avanzar la trama. Esta idea ha influido enormemente en la creación de personajes en la literatura y el cine, promoviendo la creación de figuras psicológicamente complejas. La catarsis, como se mencionó anteriormente, es uno de los conceptos más influyentes de la Poética. Para Aristóteles, la finalidad de la tragedia es provocar y luego purgar las emociones de temor y compasión en el espectador. Esta purificación emocional no solo proporciona un alivio, sino también una comprensión más profunda de la naturaleza humana y sus conflictos.

En la literatura o el cine moderno, las ideas de Aristóteles continúan siendo influyentes. A pesar de los desafíos y reinterpretaciones, conceptos como la trama, el carácter y la catarsis siguen siendo fundamentales para la creación de narrativas efectivas. Novelistas y guionistas de cine a menudo recurren a estos principios para estructurar sus historias y asegurarse de que resuenen emocionalmente con el público. El cine, en particular, ha demostrado ser un medio en el que las ideas aristotélicas encuentran una nueva vida. Películas como El Padrino aplican principios de la Poética para construir tramas complejas y desarrollar personajes con profundidad. Series como Breaking Bad y Game of Thrones emplean giros dramáticos y profundización de personajes que reflejan las técnicas narrativas que se valoraban en la tragedia. Videojuegos como The Last of Us y Red Dead Redemption utilizan la estructura de la trama y el desarrollo del carácter para involucrar al jugador, creando una experiencia catártica. Y todo esto también es filosofía.


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