La ciencia de la 4T sólo puede aportar alcohol en gel y monitores de temperatura. Verá usted, el 30 de agosto, luego de la iniciativa enjundiosa del Presidente, inició el nuevo ciclo escolar de educación básica en medio de la tercera ola de Covid-19, pero ¿qué aportó el Conacyt para el regreso a clases? Pues resulta que para las escuelas que no cuentan con agua, dijo el Conacyt en un comunicado, se fabricaron 41 mil 600 litros de “gel sanitizante”, pero no detalló para cuántas escuelas ni cuántos alumnos y docentes serían beneficiados. ¿No era mejor lograr que las escuelas tengan agua? Porque, como sabemos, no debe reemplazarse completamente el lavado de manos por el uso de alcohol en gel. Además, el Consejo entregó a la SEP 10 mil monitores de temperatura, pero ¿y si hay casos asintomáticos...? ¿El Conacyt debió también fabricar pruebas? Parece que sólo quiso salir del paso.
Un modus operandi en los premios literarios y en las revistas
La aparición de un reportaje en The Guardian sobre los mecanismos de autopromoción y tráfico de influencias que utilizó el escritor estadounidense Philip Roth para ganar premios a lo largo de su vida, según consta en su correspondencia, cuya noticia compartió Alberto Chimal en Twitter, no sólo puso de manifiesto las decepciones de varios de sus lectores ante las formas que usó el autor para “ganar favores”, además alentó que algunos sacaran “trapitos al sol” de las “estrategias” de autopromoción y tráfico de influencias que se dan por ejemplo en las francachelas con que terminan las clases de la Escuela de Escritores en SOGEM, donde, dijeron, se mediaban los premios entre tragos, pero aseguraron que “eso no es corrupción, es subsistencia literaria” de los círculos de autores que producen obra de manera sistemática. Prácticas, dijeron, que también son comunes en los premios literarios y en las revistas culturales; un modus vivendi u operandi del que ha escrito con grandes dosis de humor negro Enrique Serna en su "El miedo a los animales".