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El escritor mexicano Alberto Chimal regresa con Manos de lumbre , un libro de seis cuentos en los que reflexiona sobre la arrogancia, la vanidad, la ignorancia o la mala suerte a través de personajes que se "destruyen" o bien aniquilan todo aquello que los rodea.
Un autor que defiende y practica el plagio
, una madre desnaturalizada, una enferma de cáncer inmersa en un experimento que le dé la vida eterna o un hombre cuya experiencia con los marcianos trastoca la vida de su familia son algunas de las historias que Chimal (México, 1970) cuenta en esta obra publicada en España por Páginas de Espuma .
Manos de Lumbre
es una metáfora de la torpeza -explica en una entrevista con Efe-, de la capacidad destructiva que tenemos. Alguien que tiene manos de lumbre es alguien que no es capaz de tener en las manos un plato sin soltarlo , es alguien que destruye y estos personajes son destructores de ellos mismos o de lo que les rodea.
Tres años después de Los atacantes , donde abordó en siete cuentos de terror la parte más oscura del ser humano, el escritor regresa con un nuevo ramillete de historias . Y sin dejar de lado la ciencia ficción, continúa investigado sobre los aspectos más preocupantes del hombre .
Según reconoce, la ficción es para él "una de las maneras para poder empezar a entender la realidad", ese día a día en el que, a veces, nace la base de lo que serán sus cuentos.
"De hecho -afirma- algunos de estos cuentos están parcialmente basados en gente que conozco o en sucesos de la vida real. Hubo una persona que rompió el yeso de curación de su propia hija porque no le gustaba verlo, este caso yo lo supe y me pareció horrible. Se trata de abstraer estas conductas y tratar de preguntarse cuál es su origen y reconstruir los personajes que escenifican estos hechos".
Por eso, para Chimal, la ficción tiene el deber de representar a un personaje que "está en desarrollo" en la actualidad , el fanático, "aquella persona que de pronto se construye su propia realidad a partir de la información sesgada que le llega".
Él ya lo hace en Manos de lumbre porque en el fondo de sus creaciones hay personas que llevadas por su "fanatismo" vital acaban por llegar a destinos casi nunca benéficos.
Y detrás de cada historia también sale el Chimal crítico con la sociedad que le ha tocado vivir, con su país, con los líderes políticos, incluso con su generación. Porque para el finalista del premio Rómulo Gallegos, según refleja en el personaje del cuento "Voy hacia el cielo", su generación fue "de transición".
"Somos de la generación que vio llegar Internet, que vio llegar la caída del muro de Berlín (...) Y nos quedamos como pasmados y estamos tratando de hacer lo que se pueda, porque ya no estamos al frente", matiza.
Este amante del cuento, un género que busca la "filigrana" de la "palabra justa", ha experimentado con "Manos de lumbre" algo desconocido para él en anteriores trabajos, ya que se trata de relatos que escribió y que fueron revisados.
"Este conjunto de narraciones me ponen en otra posición en el terreno de contar historias. Hay que manejar el equilibrio entre la concisión y el desarrollo (...) Parte del trabajo fue distinguir qué tanto había que decir, pero también qué tanto se podía callar", concluye.
nrv