Más Información
Extinción del Inai; Adrián Alcalá pide a legisladores garantizar protección de datos y acceso a información
FOTOS: "Estábamos abriendo la bodega cuando nos sacaron los militares"; trabajadores narran operativo en plaza de izazaga
“Vamos por todos los peces corruptos”; Raquel Buenrostro rinde protesta como secretaria de Función Pública
Taddei insiste a Morena que se necesitan 13 mmdp para elección judicial; acuerda revisar presupuesto de nueva cuenta
En la última jornada de la Fiesta del Libro y de la Rosa , los escritores Rosa Beltrán , Verónica Murguía , Socorro Venegas, Hernán Bravo Varela y Geney Beltrán Félix participaron en el homenaje al narrador y ensayista Álvaro Uribe, fallecido el 1 de marzo. El evento fue al mediodía en Foro Carlos Fuentes, que se instaló en el Centro Cultural Universitario.
Al principio del homenaje, Venegas recordó que el trabajo con él dejó “una huella profunda”, mientras que Murguía lo describió como alguien “inteligente, pero no pedante; filosófico, pero no cargante. Un hombre que entendió el poder del azar en la vida”.
Sobre el legado de Uribe, Murguía dijo, en entrevista, que “la literatura mexicana perdió a un extraordinario cuentista y un novelista excepcional para ver a los demás, para calibrar las virtudes literarias, morales, vitales de los otros. Para verse a sí mismo, para ver México desde fuera y ver México desde dentro. Es un hombre cuya trayectoria de vida le permitió ejercer su mirada crítica sobre varias cosas que los mexicanos que estamos todo el tiempo en el país no vemos, tiene una madurez intelectual precoz y que siguió creciendo hasta los últimos libros que rematan en el extraordinario Los que no”.
Lee también:
Para Beltrán Félix, “perdimos a un gran prosista, una escritura precisa, eufónica, con gran capacidad expresiva. Lo que lega Álvaro Uribe es un corpus, una obra en la cual revisó con sutileza y profundidad el universo de las relaciones de familia, de amor y de amistad. Lo hizo de una forma discreta. Tiene la capacidad de producir un efecto acumulativo en el lector. Las historias de Álvaro Uribe raramente acuden a un tipo de dramatismo de lo extraordinario; más bien va hacia lo doméstico, lo cotidiano, van a lo que realmente cimenta los vínculos ante las personas y las grietas que se forman. De esa manera puede hablar con mayor profundidad a los lectores que no sienten que tienen vidas extraordinarias o glamurosas. En ese ámbito, sus novelas El taller del tiempo, Por su nombre y Los que no muestran con muchísima sutileza cómo se van desmoronando las seguridades que tenemos todos hacia el apego. Lo hizo desde un mundo ficcional propio, sin la necesidad de contaminarlo por preocupaciones políticas, sociológicas o ideológicas. Es el afán de representar la vida desde la literatura como la vida se ve”.
mafa