En abril de este año, le dimos a conocer en estas páginas que un grupo de investigadores mexicanos y francese determinaron que el objeto conocido como “Penacho de Cuauhtémoc” —que forma parte de las colecciones del Musée du quai Branly, en París, Francia— ni era penacho ni había pertenecido a algún soberano mexica. Ahora, querido lector, le traemos los avances de esa investigación en los que se determinó que el objeto no fue elaborado en tiempos prehispánicos, sino entre los siglos XVII o XVIII, en algún punto de Sudamérica, es decir, no corresponde a ninguna cultura que haya habitado Mesoamérica. Esto es importante porque desde Europa nos cuentan que el objeto plumario viajará a México para La Grandeza de México, magna exposición que la 4T presentará en el Museo Nacional de Antropología con motivo de los 500 años de la caída de Tenochtitlán y los 200 años de la consumación de la Independencia. Pero entonces, ¿cómo será presentado el mal llamado “penacho de Cuauhtémoc”?, ¿habrá alguna adaptación museográfica en la que se explique que el objeto no proviene de este territorio?, ¿cómo fueron seleccionadas las piezas para esa exhibición si sobre la autenticidad de la pieza ha habido dudas desde hace muchos años?, ¿Beatriz Gutiérrez Müller viajó a Europa para conseguir ese penacho? Y la lista de preguntas sigue, quizá no obtengamos todas las respuestas, lo único cierto es que la exposición insignia de la 4T viene cargada de polémicas.
La disidencia artística cubana en México ya tiene su dura respuesta
Cuba es el país invitado de honor de la 49 edición del Festival Internacional Cervantino. Y hace unas semanas, cuando se anunció la programación, se dijo que la delegación cubana sería más modesta de lo que se había pensado para 2020 —visita pospuesta por la pandemia—. Aquel anuncio coincidió con las manifestaciones históricas en la isla que desencadenaron represión, juicios sumarios y encarcelamientos de manifestantes. Artistas cubanos dijeron entonces que, en solidaridad con el país, las autoridades culturales debían desistir de la invitación para que el gobierno cubano no tuviera la oportunidad de usar el encuentro artístico y cultural de México para promover sus discursos alejados de los derechos humanos. Entonces nadie se imaginó que un 16 de septiembre Miguel Díaz-Canel caminaría al lado del presidente Andrés Manuel López Obrador frente a las Fuerzas Armadas de México. El llamado de los creadores críticos al régimen de la isla no fue ingenuo, pero la realidad siempre se impone.