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Gabriela Ortiz, la compositora mexicana que se convierte en la octava mujer en ingresar a El Colegio Nacional —después de Beatriz Ramírez de la Fuente (1929-2005), Julia Carabias Lillo, Concepción Company Company, Susana Lizano, Susana López Charretón, Linda Rosa Manzanilla Naim y María Elena Medina-Mora— y que es celebrada por su originalidad y la calidad de su obra creativa, así como por su trabajo académico y excepcional trayectoria artística a nivel internacional, asegura sentirse muy honrada y agradecida; asume su ingreso como una puerta que se abre y una oportunidad “para que las mujeres tengamos mucho más visibilidad en terminos del quehacer artístico en este país”.
En entrevista con EL UNIVERSAL desde Acapulco, Gabriela Ortiz (Ciudad de México,1964), la creadora que hace un mes estrenó Clara con la Orquesta Filarmónica de Nueva York, dirigida por el gran Gustavo Dudamel, cuenta que el 14 de mayo estrenará el concierto para violín Altar de cuerda con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, también dirigida por Dudamel, y que el mismo día la Orquesta Sinfónica de Cincinnati estrenará TZAM, dedicada a su maestro Mario Lavista, recién fallecido.
Ortiz agradece a todas las intelectuales, científicas y creadoras que han dado tanto a México. “Me siento muy agradecida porque gracias a otras mujeres, a su lucha y a sus cuestionamientos, es que yo puedo hoy entrar en el área de arte; y han ayudado a que sea una mujer compositora”, dice la creadora que ingresa a El Colegio, institución que ayer anunció su ingreso y que próximamente dará la fecha de la ceremonia.
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¿Reconocen su gran trayectoria y su obra original?
-Es un reconocimiento importantísimo, me siento muy honrada y muy agradecida con los miembros de El Colegio Nacional por haberme invitado a formar parte de esta prestigiosa institución, es una institución que aglutina lo mejor de nuestro país en términos de conocimiento, de la ciencia, las humanidades y el arte.Es un gran incentivo para seguir adelante con mi trabajo, es un reconocimiento de que algo he hecho bien, y que ha valido la pena tanto sacrificio y tanta disciplina, tantas horas de estar frente al piano.
Por otro lado creo que es fundamental que haya entrado una mujer al área de arte, creo que no se había dado. Hay mujeres extraordinarias que han hecho un gran trabajo en nuestro país, pienso en Rosario Castellanos, en Graciela Iturbide, tantas mujeres que a mi juicio tendrían que haber pertenecido a El Colegio Nacional y que por alguna razón no estuvieron y no están; espero que esta sea una puerta que nos abra la oportunidad para que las mujeres tengamos mucho más visibilidad en términos de quehacer artístico en este país.
¿Qué simboliza ser la octava mujer en ingresar a El Colegio Nacional?
-Hay algo fundamental: existe la calidad artística y existe la calidad académica, no es una cuestión de cuota, que eso también hay que defenderlo, pero sí hay calidad artística y sí hay muchas mujeres que cuentan con este perfil. Es muy importante la equidad, ha sido una lucha a través de la historia. A mí me parecería gravísimo que me excluyeran de un concierto por el hecho de ser mujer, pero también me parecería gravísimo que me incluyan nada más por el simple hecho de ser mujer. Tenemos una calidad artística y eso se tiene que reconocerse.
También celebran su labor como maestra
¿En su creación siempre está en la búsqueda?
-Creo que todos los artistas tenemos esta curiosidad por descubrir cosas nuevas, si yo no la tuviera sentiría que estoy estancada y en una especie de autorrepetición de cosas que me pueden funcionar como creadora. No, para mí un incentivo justamente es nadar en aguas desconocidas, incursionar en cosas que desconozco, es parte del conocimiento y aprendizaje. La labor de un creador es estar descubriendo cosas incluso de uno mismo, un viaje de autodescubrimiento por eso la interdisciplina, las nuevas tecnologías, la colaboración con otros artistas.
¿Es una pionera?
-Dentro de mi propio desarrollo artístico trato de descubrir cosas nuevas. Sería muy difícil para mí señalar que estoy descubriendo algo que no se había hecho, mi objetivo no es revolucionar la historia de la música, no va por ahí, eso ya lo dirán otros, me interesa indagar en lo nuevo, es lo que tiene valor y tiene sentido.
¿En su obra está México?
-Mis óperas evidentemente tienen ciertos tintes políticos, Únicamente la verdad es una especie de ópera documental, pero tiene que ver con el narcotráfico y con esta guerra innecesaria que ha causado tantas muertes y que es tan dolorosa y a la que no le vemos la salida porque seguimos inmersos en esta violencia.Ojalá no tuviera que hablar de la violencia, pero sigue vigente desgraciadamente; por otro lado, mi última ópera, Luciérnaga, toca el tema de la autonomía universitaria cuando fue violada en 1968 y habla de la vida de Alcira Soust Scaffo, la poeta uruguaya que sobrevive gracias a su amor por la poesía. Lo que hago es mi contribución a tratar de vivir en una sociedad mejor y sólo puedo hacerlo a través del arte.
¿La obra dedicada a Lavista es para seguir dialogando?