Más Información
Osiel Cárdenas, exlíder del Cártel del Golfo, recibe auto de formal prisión; enfrentará juicio por homicidio
Jóvenes mexicanos pasan más de 2 mil horas al año en el teléfono; OCDE alerta sobre su impacto en la salud mental
Sergio Gutiérrez Luna destaca aprobación de 25 reformas en la 66 Legislatura; "Un logro histórico para la 4T", señala
Secretario de Agricultura reafirma defensa del maíz blanco; "Seguiremos apoyando la producción nacional no transgénica", afirma
¿Maíz transgénero? Rubén Rocha corrige desliz durante discurso en Sinaloa; destaca importancia del maíz blanco
Sheinbaum asegura apoyo total a Sinaloa para enfrentar violencia; "Nunca los vamos a dejar solos, aquí está la presidenta"
Hasta el pasado 10 de noviembre eso era imposible. No existía restaurante ni cafetería en ninguno de los seis pisos del edificio de esta joyería, que existe desde 1940 en la esquina de la Quinta Avenida con la Calle 57: la máxima representación del diseño, joyería, cristalería y bienes de lujo de la alta sociedad de Estados Unidos.
La experiencia comienza al entrar a la tienda. Desde el primer piso, se alzan entre las hileras de pasillos, colgantes, brillos y piedras preciosas. La mayoría de sus clientes son mujeres jóvenes, quienes probablemente están más familiarizadas con la película estrenada hace casi 60 años. Especialmente con la escena en que Holly Golightly ( Audrey Hepburn ) -una joven que, para ganarse la vida en Manhattan, se dedica a salir con hombres mayores de la alta sociedad- llega a la joyería junto a su vecino de apartamento del Upper East Side , Paul Varjak ( George Peppard ), para intentar comprar algún objeto de Tiffany con diez dólares. "Sería vulgar usar diamantes antes de los cuarenta", se excusa Audrey Hepburn ante el asistente de Tiffany.
Sesenta años después del lanzamiento del libro de Truman Capote y el estreno de la película de Blake Edwards, el escenario no es muy distinto a ese plano cenital que muestra el primer piso de Tiffany. Esta mañana, se ve a un padre que busca un colgante de corazón para su hija de 15 años; un par de amigas discuten si elegir el pendiente con forma de infinito o el que muestra una llave y una mujer se prueba la colección de pendientes más contemporáneos de Paloma Picasso .
Un desayuno entre diamantes
Lo primero que hay que saber es que para tener acceso a "The Blue Box Café" es imperativo reservar por la página web de Tiffany, con no menos de dos semanas de anticipación. Esto puede llegar a ser frustrante, ya que el lugar no deja de estar lleno desde que abre, a las diez de la mañana, hasta el último turno de almuerzo a las cinco de la tarde. De hecho, las principales críticas hacia el restaurante han sido por lo dificultoso de conseguir una mesa, ya que no se puede reservar por teléfono y la vía online se colapsa rápidamente.
Pero una vez superada esta prueba, la experiencia es total. Apenas se baja del ascensor hacia el renovado piso de casa y decoración alguien saluda y dice: "Bienvenidos a nuestro fabuloso cuarto piso". Y es que junto con la inauguración del café, este lugar tuvo una renovación dirigida por Reef Krakoof , el nuevo director artístico de Tiffany, que dedicó este espacio para presentar una colección de objetos y accesorios de hogar de lujo.
Así, las puertas del ascensor se abren y el piso se ilumina de blanco y celeste verdoso. Al fondo, las vitrinas muestran la misma loza simple, sofisticada y elegante que se encuentra en la cafetería y que aquí está a la venta. En otras, se lucen las lámparas que renuevan el estilo Art Nouveau; objetos como paletas de pimpón de cuero color blanco y celeste, tazas Tiffany inspiradas en el formato de tazas chinas de papel; pañuelos con patrones lineales del Art Decó americano o las piezas más contemporáneas de diseñadores como Elsa Peretti y Paloma Picasso.
Este renovado piso, lejos del diseño en madera y mármol oscuro y masculino que tienen los pisos más antiguos, está pensado para un público más joven. A medida que se avanza hacia el fondo, al "The Blue Box Café", lo que se ve es mármol de tonos claros y muros blancos, lleno de rincones para explorar y donde todo parece ser fotografiable para Instagram.
"El diseño del espacio comenzó con la idea de la inmersión en Tiffany. No solo con la sensación de sentirse dentro de una caja azul, pero rodeado también de la hospitalidad de Tiffany", contó Richard Moore, el director creativo y vicepresidente, a la revista Vanity Fair , en el momento de su inauguración.
Una vez dentro de "The Blue Box Café", la anfitriona explica que aquí los menús llevan ingredientes estacionales, que reflejan una mirada sofisticada de la variedad de platos neoyorquinos. También, explica que se puede elegir entre cualquiera de los menús de precios fijos. La primera alternativa que ofrece se llama, sin ir más lejos, "Desayuno en Tiffany's", e incluye, por 29 dólares, café o té, un bowl con fruta de temporada, un croissant con nutella, mantequilla y mermelada y a elegir, un bagel abierto de salmón y queso crema, tostadas con palta, huevos revueltos trufados o un esponjoso waffle con pera confitada y syrup de maple; este último, el más celebrado entre las críticas y las opciones de desayuno que se probaron.
El menú de "The Blue Box Café" está basado en temas neoyorquinos con alusiones a la historia de Tiffany, por eso, aquí los platos tienen nombres como "Ensalada Quinta Avenida", que lleva langosta, pomelo y palta, o el "Sándwich C.L.T", que alude al fundador de Tiffany, Charles Lewis Tiffany, y que lleva pollo, lechuga y tomate.
Si la opción es pedir almuerzo, el precio fijo de 39 dólares incluye una entrada y un plato de fondo: entre las primeras, hay una elegante agua de hongos, un crudo de pescado blanco con rábanos y nabo, o la "Ensalada Blue Box", con hojas verdes, pimiento, apio, aceitunas y queso feta.
Entre los fondos, uno de los más pedidos es el salmón pochado, casi crudo, con caviar y puré de papas. Entre los postres, los recomendados son el clásico NY cheesecake, y el gran pie de manzana, o para rematar con un homenaje a Tiffany, la torta de celebración Blue Box, un pastel envuelto en un fondant celeste con cinta blanca, que se puede pedir para ocasiones especiales y que asemeja un paquete de regalo con los tonos "Tiffany Blue".
"The Blue Box Café" tiene acogida para 40 personas, sus ventanales miran hacia la Quinta Avenida y sus sillones en tonos celestes envueltos por una cinta gruesa que recrean la sensación de estar tomando desayuno dentro de la clásica cajita de joyería de Tiffany. Suena una canción de Frank Sinatra , y hace pensar que este lugar es tanto un espectáculo como un lugar para comer. No es rara esta intención de los restaurantes por potenciar lo sensorial.
Con la creciente pérdida de clientes que el retail tradicional ha tenido ante la competencia con la venta de productos online, ha surgido una creciente tendencia a cultivar "experiencias" para los compradores. En esa línea, Tiffany abrió también una tienda conceptual en el Rockefeller Center y una nueva sucursal en la Estación de Trenes Grand Central.
Una mañana de domingo, los comensales parecen estar concentrados en aprovechar al máximo la experiencia. En la mesa vecina, dos amigas han pedido el desayuno estrella, el "Tiffany Tea" (49 dólares): una torre que trae pequeñas degustaciones de finger sándwich, pastelitos como la tarta de limón y merengue, scones y petit four para compartir. Una de ellas lleva una cartera Chanel y una polera con el rostro de Audrey Hepburn, impreso en blanco y negro.
Kim, ha venido desde Kentucky para pasear por Nueva York y probar el restaurante. "Tengo un amiga que años atrás llegó a preguntar si podía tomar desayuno en Tiffany, y se fue muerta de vergüenza porque no existía una cafetería ni lugar para comer. Ahora venimos juntas", agrega Kim.
Al salir del Blue Box Café, vale la pena detenerse en su salón de estar, para digerir la experiencia mientras se hojea alguno de los libros coffee table que cuentan cómo este lugar marcó la moda norteamericana durante el último siglo, con personajes como Jacqueline Kennedy Onassis, Babe Paley, Diana Vreeland, y estrellas del cine como Audrey Hepburn, por supuesto. Allí, entre fotografías de Man Ray y Richard Avedon , encontramos un libro que lleva como título "Tiffany's 20 Century", y que guarda una dedicatoria que dejó Audrey Hepburn a propósito del aniversario 150 de Tiffany:
"Querido Tiffany, un objeto de belleza es una alegría para toda la vida, es por eso que el arte de Tiffany permanece intacto. Por 150 años tu nombre se ha alzado por su belleza, estilo, calidad y constancia. Les has dado brillo a nuestros rostros, iluminado nuestros hogares con tus lámparas, has hecho brillar nuestras mesas con tu platería, les has dado distinción a nuestras vidas, ciertamente a la mía al invitarme a tomar desayuno -¿Cuántos pueden decir que han tomado café y croissants en Tiffany?-. Es un recuerdo que mantendré con amor para siempre".
nrv