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Al interior del Museo
En la planta alta del Museo Internacional del Barroco, el Secretario de Cultura de Puebla, Julio Glockner, tiene una oficina, aunque mantiene su oficina principal en la sede de la secretaría del centro de la ciudad de Puebla. El personal que allí labora está dividido en dos grupos: una parte depende de la propia secretaría de Cultura –alrededor de 40 personas,
según Rogelio Angulo, director operativo del Museo del Barroco-. La otra parte del personal depende de la operadora, que existe desde que nació el museo, y que se hace cargo de todo el mantenimiento.
“Creo que es un personal excesivo, tienes aquí en las noches, como en una película de romanos, guardias por todos lados”, dice el secretario Glockner. A la pregunta de cuántos laboran en la empresa operadora responde: “Tenemos 79 colaboradores de la operadora, 101 elementos de seguridad, 56 de limpieza y nueve de jardinería”. Aunque el secretario considera que sí estaría a revisión el número de personal, porque “no es necesario que haya 70 vigilantes en la noche”, modificar el contrato es imposible.
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Así lo confirma Anahí Acevedo, encargada de despacho del MIB: “Eso viene en el contrato (el tema del personal). No se puede cambiar al menos de aquí al 39. Son tres partes en el contrato: la SEP, el banco (Banorte) y la operadora. Es la manera como fue creado el Museo. Es una Asociación Pública Privada (APP)”.
Glocker reconoce que aunque sabía del monto de recursos que implicó el Barroco, no conocía cómo opera lo relacionado con la deuda: “Son prácticas deshonestas, se inflan demasiado los presupuestos y los ciudadanos acaban pagando. Se canalizan miles de millones de pesos en una obra suntuosa que, para acabarlo de fregar, no tiene un vínculo con la sociedad. En visitas, el Barroco ocupa el cuarto lugar; se visitan más el museo de los Hermanos Serdán, el Militar y el de la Evolución”.
- ¿Cómo explica usted el sobrecosto del Museo?
Porque son actos de corrupción.
- ¿De qué manera fue la operación?
No tengo idea.