“Concibieron la colección como el hijo que no pudieron tener”, fue como el curador francés Pierre Schneider describió el valor que tenía para sus amigos Jacques y Natasha Gelman la colección de arte moderno mexicano que conformaron durante más de 40 años. El pasado 19 de noviembre, esa colección se dispersó en una cuestionable subasta de que rayó en el remate, contraviniendo las voluntades de sus propietarios y poniendo en riesgo el patrimonio de arte mexicano. Esta es la historia de cómo el desinterés del gobierno mexicano durante décadas ocasionó la pérdida de un acervo con obras clave de la historia del arte mexicano.

Todo comenzó en los años 40, cuando el productor de cine y socio de Mario Moreno Cantinflas, Jacques Gelman y su esposa, Natasha, comenzaron sus dos colecciones, una de arte moderno europeo —con relevantes obras como Thérèse Dreaming, de Balthus— que fue donada al Museo Metropolitano de Nueva York; la otra, de arte moderno mexicano, en la que el matrimonio reunió más de 90 pinturas de artistas, entre los que se encuentran Rufino Tamayo, María Izquierdo, Ángel Zárraga, Gunther Gerzso, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros y Leonora Carrington. Después de la de Dolores Olmedo, la Gelman es la colección más importante de obras de Frida Kahlo y Diego Rivera, ni siquiera la Casa Azul en Coyoacán tiene obras tan trascendentales, afirma Hilda Trujillo, exdirectora del recinto y experta en Kahlo.

En la colección semilla de los Gelman hay 12 cuadros de Frida, entre los que destaca Autorretrato con monos, mientras que de Rivera hay 10, entre los que se encuentra Vendedora de alcatraces.

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En la colección semilla de los Gelman hay obras de grandes artistas como Rufino Tamayo, María Izquierdo, Gunther Gerzso, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros y Leonora Carrington. También son varios los retratos que grandes maestros hicieron de los coleccionistas. En la foto, Jacques y Natasha Gelman, pintados por Ángel Zárraga. Imágenes: catálogo “La colección Gelman: selecciones. La colección de Arte Moderno y Contemporáneo de Jacques y Natasha Gelman”
En la colección semilla de los Gelman hay obras de grandes artistas como Rufino Tamayo, María Izquierdo, Gunther Gerzso, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros y Leonora Carrington. También son varios los retratos que grandes maestros hicieron de los coleccionistas. En la foto, Jacques y Natasha Gelman, pintados por Ángel Zárraga. Imágenes: catálogo “La colección Gelman: selecciones. La colección de Arte Moderno y Contemporáneo de Jacques y Natasha Gelman”

“Dispersarla, venderla en forma compulsiva estaba fuera de decisión (...). Desde el principio los Gelman habían decidido que la colección entera sería donada a un museo”, escribió Schneider en el catálogo La colección Gelman: selecciones. La colección de Arte Moderno y Contemporáneo de Jacques y Natasha Gelman (Muros y Fundación Vergel, 2004).

Para cumplir esas voluntades, Natasha Gelman nombró a Robert R. Littman —curador estadounidense y director del Centro Cultural de Arte Contemporáneo (CCAC) de Televisa— albacea de la colección mexicana. Ahí inició el calvario.

En 1998, el curador dijo a Proceso que “la colección de pintura mexicana es mi responsabilidad y preocupación, para asegurarme de que no se separe, de que quede en México. Todo lo que indique la ley mexicana se seguirá”.

La colección se alojó durante un tiempo en el CCAC, que cerró repentinamente en 1998. Ahí saltó el tema de a dónde iría la colección, pues los Gelman nunca designaron un museo. En la época, la prensa nombró como candidatos a espacios como el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco), el Museo Dolores Olmedo y el Museo Nacional de Arte (Munal), que hasta aseguró considerar un espacio especial para la colección en su proyecto de remodelación Munal 2000. Pero el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) no logró convencer a Littman, quien decía no querer “nacionalizar” la colección y que no tenía prisa por hacer una elección.

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En la colección semilla de los Gelman hay obras de grandes artistas como Rufino Tamayo, María Izquierdo, Gunther Gerzso, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros y Leonora Carrington. También son varios los retratos que grandes maestros hicieron de los coleccionistas. En la foto, Jacques y Natasha Gelman, pintados por Ángel Zárraga.Imágenes: catálogo “La colección Gelman: selecciones. La colección de Arte Moderno y Contemporáneo de Jacques y Natasha Gelman”
En la colección semilla de los Gelman hay obras de grandes artistas como Rufino Tamayo, María Izquierdo, Gunther Gerzso, Carlos Mérida, David Alfaro Siqueiros y Leonora Carrington. También son varios los retratos que grandes maestros hicieron de los coleccionistas. En la foto, Jacques y Natasha Gelman, pintados por Ángel Zárraga.Imágenes: catálogo “La colección Gelman: selecciones. La colección de Arte Moderno y Contemporáneo de Jacques y Natasha Gelman”

“Littman planteaba condiciones difíciles de alcanzar en términos económicos y no había mucho interés del gobierno mexicano. Cuando dirigí Bellas Artes intenté adquirirla, pero nunca lo convencí. No recuerdo la suma que quería, pero era como 200 millones de dólares”, cuenta Gerardo Estrada, quien dirigió el INBA de 1992 a 2000, a EL UNIVERSAL.

En los siguientes cuatro años, el albacea creó la Fundación Vergel para administrar la colección, las obras se exhibieron en recintos como el Museo del Barrio en Nueva York y la Fundación Mona Bismarck en París y se fueron sumando más obras, con el dinero recibido de la renta de las pinturas. Mientras tanto, en México se desarrollaba la polémica por la posible pérdida del Hotel Casino de La Selva y sus murales, en Cuernavaca, luego que ese terreno fuera comprado por Costco y Comercial Mexicana para construir un área comercial. Para reconciliarse con la sociedad civil, las empresas anunciaron la creación de la Fundación Cultural Parque Morelos. Esa fue la ventana de oportunidad para darle un hogar a la colección Gelman.

Estrada, quien para entonces era director de asuntos culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores, logró que la colección se diera en comodato por cinco años a las empresas comerciales, que construyeron Muros a la medida del acervo. “Este es, pues, el feliz desenlace de la historia de esta errante colección”, escribió el propio Littman en el catálogo de la colección.

“Yo hice todo lo posible porque esta colección se quedara en México, lo había denunciado ante periodistas y lo había señalado antes mis jefes, pero no tenía ni el dinero ni los recursos”, dice Estrada.

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Esta solución fue criticada, se señaló que el acuerdo era una vía de escape para que Conaculta no asumiera sus responsabilidades, pues acordó con las empresas comerciales no intervenir en el proyecto.

Aunque se creía que la colección ya había encontrado su sede permanente, en 2004 un supuesto sobrino de Natasha amenazó con pelear la colección por considerarla su herencia, pero resultó ser un farsante. Ante esto, Littman retiró la colección de Muros, acto que cuestiona Trujillo: “¿Por qué esconderla?” Muros cerró y eventualmente se convirtió en una sede del Papalote Museo del Niño.

Esa fue la última vez que la colección se exhibió junta en México. Después de esto, la colección se perdió del ojo público mexicano. El gobierno no se pronunció ante su “desaparición”. Con perfil bajo, algunos cuadros de Kahlo y Rivera siguieron viajando a muestras en Estados Unidos.

Falta de interés del INBAL continúa

La colección Gelman volvió a los reflectores la semana pasada, al subastarse en Sotheby’s, en Nueva York. Ahí se ofrecían 15 piezas de la colección semilla que Fundación Vergel vendió a un coleccionista privado, dos de éstas tienen Declaratoria de monumento artístico, Siqueiros por Siqueiros, de David Alfaro Siqueiros, y Caballo en el circo, de María Izquierdo.

La nueva administración del INBAL reaccionó hasta que los medios de comunicación comenzaron a cuestionar la venta. Su primera respuesta fue de un párrafo en el que dijo que investigaría el tema y una noche antes de la venta pidió que se retirara el cuadro de María Izquierdo, a lo que Sotheby’s hizo caso.

“Hay una negligencia, desinterés o falta de audacia de las autoridades mexicanas para tomar esa colección e instalarla en un museo. Es impresionante la impunidad con la que se pasa por encima de la voluntad de estos coleccionistas”, dice Adriana Malvido, periodista cultural.

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INBAL no ha vuelto a pronunciarse ni ha explicado qué medidas tomará en contra de Sotheby’s, por el intento de venta de obras con declaratoria en el extranjero, ni por el uso de imágenes y exhibición de los cuadros sin autorización. El Instituto tampoco ha confirmado si estuvo enterado del movimiento de las obras y su cambio de propietarios.

Hasta la fecha, no están claras las disposiciones testamentarias de la colección. En los 90, Estrada aseguró que vio el testamento y que ahí confirmó que decía que las piezas no debían salir de México. Actualmente Estrada dice dudar, pues hay “otro documento donde sí lo permite”. Especialistas consideran que aunque se trate de una colección privada, INBAL debe intervenir:

“A la colección Gelman le está pasando lo que a la colección Dolores Olmedo, las personas se quieren quedar con esos legados, personas privadas, contrario al legado, revierten las donaciones a la nación. INBAL debió detener la subasta. Ahora lo que debería hacer es estudiar, con especialistas en el tema, el testamento de los Gelman e intervenir”, afirma Trujillo.

En el caso del Museo Dolores Olmedo el INBAL también ha brillado por su ausencia, escudándose ante el hecho de que hasta ahora no se les ha notificado el traslado de las obras que estaban en Xochimilco a Parque Aztlán en Chapultepec. Tanto Malvido como Trujillo aseguran que el Instituto tiene argumentos para intervenir.

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