La carrera ha iniciado oficialmente. Claudia Sheinbaum es la precandidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, conformada por Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde Ecologista. La precampaña es buen momento para delinear el perfil y los intereses de Sheinbaum en los sectores de cultura y ciencia. Un grupo de especialistas comparte sus análisis.
El primer trazo, Claudia Sheinbaum (Ciudad de México, 1962) estudió la licenciatura de Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), luego obtuvo el grado de maestría y el doctorado en Ingeniería Energética.
En 2000 inició su carrera política al ser secretaria de Medio Ambiente en la Ciudad de México, durante la jefatura de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
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De 2015 a 2017 fue jefa delegacional de Tlalpan y de diciembre de 2018 a junio de 2023, jefa de gobierno de la Ciudad de México.
El contexto es importante, porque Claudia Sheinbaum es una científica que ha estado rodeada de integrantes de esa comunidad en su vida (sus padres son científicos, sus dos parejas han sido académicos de la UNAM y una de las personas más cercanas a ella laboralmente, Rosaura Ruiz, fue directora de la Facultad de Ingeniería de la UNAM). ¿Qué significaría para la comunidad de la ciencia y la tecnología tener una científica como Presidenta? Para miembros del sector, el panorama no luce muy alentador y es que la ciencia no tuvo un rol protagónico durante la administración de Sheinbaum como Jefa de Gobierno de la CDMX, señalan los especialistas.
En la capital, las políticas científicas estuvieron a cargo de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei). Esta dependencia concentró principalmente sus esfuerzos en el campo de la educación, con la fundación de la Universidad de la Salud y el Instituto de Estudios Superiores Rosario Castellanos, que instaló siete unidades académicas en la ciudad. También se creó la red ECOs, un “órgano colegiado de carácter técnico, de consulta, opinión, asesoría y análisis” de problemáticas de la ciudad, en colaboración con diversas universidades.
En el tema de ciencia, la Sectei se enfoca principalmente en la divulgación, con actividades como la “Caravana de las Humanidades y las Ciencias”, realizada junto a la UNAM; actividades por la Noche de las Estrellas, por mencionar algunas). De acuerdo con los planes de trabajo de la Sectei, en 2019 iniciaron con la meta de llegar a 50 mil habitantes con la divulgación científica y en 2023 se fijaron la meta de lle gar a 130 mil habitantes. Aunque la cifra aumentó, hay que tener en cuenta que hasta 2020, Inegi registró que en la Ciudad de México hay más de 9 millones de habitantes.
Las ambiciones en la divulgación científica aumentaron, pero en el aspecto de apoyos a la investigación científica se estancó. En 2019, la Sectei tenía como meta entregar al menos cuatro premios a las aportaciones científicas y tecnológicas, pero para 2022 ya sólo aspiraba a entregar un premio. Sin embargo, esta secretaría también otorga estancias posdoctorales en el extranjero; la meta establecida de becarios por año se mantuvo en 20 personas, a excepción de 2021, donde otorgó 30.
Ahora en la precampaña no queda claro el camino que tomarán las políticas científicas que propondrá Sheinbaum, pues hasta ahora, Rosaura Ruiz, encargada de Educación, Ciencia y Tecnología en su equipo, sólo abordó el tema de la educación y no hizo mención a alguna propuesta relacionada con el Conahcyt, como se puede leer en la entrevista que publicó EL UNIVERSAL el pasado 12 de diciembre.
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“Nunca tuvo una política científica definida. Creó una serie de universidades con un nivel muy disparejo y no vimos una actividad política de promoción de la actividad científica. Me preocupa que se quedó callada cuando se eliminaron los fideicomisos de ciencia, cuando se le dio el nivel III a Gertz Manero y cuando estuvo la intención de encarcelar a 31 personas que trabajaron en el Conahcyt. Nunca la vi criticar las denostaciones que hizo el Presidente sobre la ciencia. Por otro lado, también es cierto que tuvo un equipo de asesores con una formación sólida, a lo mejor estaba jugando un juego doble para continuar en las contiendas políticas”, declara Antonio Lazcano, biólogo, profesor emérito de la UNAM y miembro de El Colegio Nacional. El científico, lo que sí celebra es que no se vislumbra la participación de María Elena Álvarez-Buylla, actual directora de Conahcyt. “Es reflejo de que marca distancia de sus errores”, agregó.
Brenda Valderrama, doctora en Investigación Biomédica Básica y experta en política científica, secunda la idea del silencio y falta de apoyo por parte de Sheinbaum hacia la comunidad científica.
“Llevamos cinco años de crisis en el sector científico y no hemos tenido ni un sólo gesto de apoyo de su parte, yo supongo que eso expresa su postura, que está de acuerdo con todo lo que se hizo. Sobre su gestión en el sector ciencia, a cargo de Rosaura Ruiz, estuvieron más enfocados en el tema de la Rosario Castellanos y en algunos esfuerzos de vinculación académica, que en un acercamiento con el sector científico. En esto hay que tomar en cuenta que fue en la Ciudad de México, donde hay más apoyos por parte de Conahcyt”, dice Valderrama.
Cultura
El “punto nodal” de la política cultural de Claudia Sheinbaum como jefa de gobierno de la Ciudad de México fueron los Pilares (Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes), de los que se construyeron 293, aunque su meta eran 300. Dejó pendientes la inauguración del Museo Yancuic Infantil y Juvenil, el Parque Aztlán en Chapultepec y duplicar el presupuesto de cultura, una de sus promesas de campaña, pues sólo logró 18%, registró el gestor cultural Gerardo Ochoa Sandy en Letras Libres.
Entre sus acciones más polémicas están el traslado del Museo Dolores Olmedo (contraviniendo el fideicomiso de la mecenas) y la “batalla” que libró contra mujeres feministas por la Glorieta de Colón. Otro factor en su administración cultural fue la inestabilidad, al haber tenido a tres secretarios de Cultura: José Alfonso Suárez del Real, Vanessa Bohórquez y Claudia Curiel de Icaza.
Eduardo Cruz Vázquez, especialista en política cultural, explica que Sheinbaum seguirá apostando por una “visión garantista de la cultura”, es decir, apuntará a garantizar el acceso a la cultura y continuará con el modelo de los Pilares, pero ahora a nivel nacional.
Con los nombramientos en su equipo —Susana Harp y Regina Orozco—, el especialista percibe distanciamiento de las ideas de Paco Ignacio Taibo II, quien hasta hace unos meses era el responsable de organizar los foros de cultura para la redacción del anteproyecto del Plan de Nación 2024.
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Ochoa Sandy coincide en que la propuesta de Sheinbaum y su equipo es distinta a la que venía trabajando Taibo en Morena.
“Sheinbaum convocó para el 14 de agosto a una reunión con la comunidad cultural de izquierda. Ese día, Taibo II anunció que había sido elegido por el Consejo Nacional de Morena, junto con su esposa Paloma Sáiz, para preparar el anteproyecto del Programa Nacional de Cultura 2024-2030, por lo que convocó a una reunión en el salón de bodas D´Luz. ¿A quién hacerle caso, a Sheinbaum o al director del FCE? Dos reuniones sobre cultura, una convocada por la futura candidata y otra por el Consejo Nacional de Morena, sólo ponía de manifiesto desorden y frivolidad”, ataja.
Esa reunión de Sheinbaum en agosto fue reveladora para el especialista, pues señala que ahí la precandidata “insistió que la cultura debe convertirse en un derecho humano, aunque así está establecido en el Artículo Cuarto de la Constitución, desde el 30 de abril de 2009, durante el sexenio de Felipe Calderón. También dejó claro que hay muchos más derechos que llevan prioridad, como el combate a la pobreza, el de la educación y la salud, Entonces, ¿para qué los convocó? Así, no hay nada que comentar acerca de lo que no le importa a la 4T”, concluye Ochoa Sandy.