Más Información
Decenas de activistas y escritores kuwaitíes han organizado protestas este mes contra la censura estatal que priva a los habitantes del emirato de acceder a miles de obras literarias, entre ellas la de Gabriel García Márquez.
Con motivo de la 43º edición de la Feria del Libro en noviembre, se han organizado dos marchas de protesta y una enérgica campaña en redes sociales contra la censura.
El Ministerio de Información de Kuwait ha prohibido al menos 4 mil libros en los últimos cinco años —entre ellos Cien Años de Soledad, de García Márquez, y Nuestra Señora de París, de Victor Hugo—, cediendo a la presión de círculos religiosos y conservadores, según la prensa local.
Todas las obras literarias que se presentarán en la feria pasarán por el filtro de un comité de censura.
“Desafortunadamente, censurar un libro refleja una profunda ignorancia”, declaró la novelista Mays al Othman. “La decisión de prohibición se basa únicamente en una búsqueda de palabras clave, incluso si se trata de libros religiosos”, agregó.
La escritora ha sufrido ella misma la censura. Su novela La Verruga, que relata la historia de una mujer violada durante la ocupación de Kuwait por Irak (1990-1991), ha sido prohibida.
De acuerdo con activistas políticos, una fuga de documentos de la Comisión de Censura del Ministerio de Información reveló el gran número de obras que han sido prohibidas.
Mohammed al-Awash, responsable del Ministerio, defiende la comisión: “La prohibición es la excepción, y la autorización es la regla”, declaró Al-Awash y explicó que la comisión se empeñaba simplemente en cumplir la aplicación de una ley sobre la “prensa y las publicaciones” aprobada por el Parlamento en 2006.
La ley prohibe todo insulto al Islam o a la justicia de Kuwait, y toda amenaza a la seguridad nacional, incitación al desorden o a actos “inmorales”.
El secretario general de la Unión de Escritores de Kuwait, Talal al-Ramidhi, dijo que una obra puede ser objeto de censura si se considera que sus contenidos son “contrarios a la buena conducta”, un criterio que según él es demasiado vago.
En las redes sociales, los activistas anticensura resaltan el carácter “ridículo” de las decisiones de la Comisión de Censura. “La única razón es la ignorancia”, afirmó en Twitter la escritora Bouthaïna al-Issa.
Entre las décadas de los 70 y los 90, Kuwait fue un activo centro de publicación y se editaba la revista Al-Arabi, difundida a gran escala en los países de la región, así como una serie de libros científicos y literarios.
Aguil Youssef Aidane, autor de dos libros prohibidos, atribuyó la censura a presiones políticas que ejercen ciertos círculos religiosos sobre las instituciones culturales: “La censura de libros, a veces únicamente por contener una palabra o una imagen, daña la imagen de Kuwait”, opinó.