Guanajuato, Gto. —El bullicio cervantino rompió la cotidianidad pandémica de la ciudad de Guanajuato. Las calles, poco a poco, empiezan a llenarse de hombres y mujeres, de jóvenes que se reencuentran para recuperar el espacio público, para cantar, reír, bailar, esconderse en la oscuridad de un callejón y besarse sin final, o amanecer con una cerveza en mano contando las historias que recuerdan que estuvo muy cabrón el último año y medio. Y pese a todo, la fiesta ¿continua?
30% DE AFORO en las funciones es una de las medidas para evitar contagios de Covid-19
No hay júbilo que pueda echar a patadas de la memoria que el virus SARS-CoV-2 sigue aquí, habitando cuerpos y espacios. La disciplina del uso de cubrebocas y el gel antibacterial es notable en la capital del estado que ocupa el 4° lugar en tasa de incidencia de casos activos, con el 12.2% (4, 487) del total nacional y con el 61% de la población que ha recibido alguna dosis de los biológicos.
En 2020, los organizadores del FIC decidieron un par de semanas antes de que iniciara la edición 48, que no había condiciones para que fuera presencial y, por primera vez en su historia, se ofreció una edición virtual de cinco días. Las cifras, como siempre, se ofrecieron con ese tono triunfador institucional: 2 millones de personas observaron la programación a través de redes sociales y 300 mil a través de la página oficial. Se presumía el éxito frente al pánico del sector restaurantero, turístico y hotelero que intentaba sobrevivir al año más difícil de la historia reciente.
Dolores y María, recamareras de un hotel cercano a la Alhóndiga, recuerdan los meses aciagos. “El dueño tiene cinco hoteles, cerró tres durante prácticamente todo el 2020, nosotras nos fuimos a nuestras casas, a hacer trabajos de limpieza en hogares que nos dejaban, a vender cosas, nos enfermamos, fue horrible”, dicen casi a coro. Hace un par de semanas los tres hoteles reabrieron y volvieron a su trabajo. “Ya se nota que hay Cervantino, tenemos más habitaciones llenas, pero no tantas como antes, quizá es por la pandemia”, recalca Dolores.
Un toque de música
Es sábado y en la ExHacienda San Gabriel, The Fara Fara Boys una agrupación de música norteña “fara fara”, de Coahuila, el estado invitado de honor, no necesita del ánimo nocturno para conseguir que el centro y el norte del país se unan un mediodía para cantar con el corazón temas que se volvieron clásicos del género como “No hay novedad”, original de los Cadetes de Linares. Quién se resiste a “quisiera que me hicieras mucha falta y gritarte que regreses, pero aquí no hay novedad”. Ay, ay. Una pareja junta sus cuerpos, baila, brazo sobre un hombro y el otro en la cintura. La piel se enchina porque sí que ha habido novedad.
Mientras las calles se recorren, en los teatros y espacios está esa otra forma de recuperar lo arrebatado. En el Teatro Principal se presenta Juguetes rotos de Producciones Rokamboleskas, sobre la identidad sexual y la brutal represión de la España franquista de los 60 y 70. El dolor de una generación entera, la imposibilidad del amor, la condena de muerte por sólo ser, lleva al público a ponerse de pie. Una ovación a los actores, a la producción, y a nosotros por atrevernos al reencuentro.
Sí es cierto que gracias al FIC hay más gente desde el viernes, pero pocos nos están contratando. (Del Covid) hay que cuidarnos lo más que se pueda”: Manuel, músico de un mariachi de Guanajuato.