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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Igual que Caronte, el barquero del infierno en la mitología griega que se encargaba de atravesar a los muertos de un lado a otro del río Aqueronte, Héctor de Mauleón, Mauricio Montiel Figueiras y Alejandro Borrego han fundado la editorial Los libros de Caronte para traer de vuelta, al mundo de los vivos, obra de escritores muertos que han quedado un poco en el olvido.
La editorial fundada en 2018 acaba de poner a circular el segundo título de su joven catálogo: Maximilien Heller, del escritor francés del siglo XIX Henry Cauvain, una novela de detectives que moverá las entrañas de los lectores y que resulta un hallazgo porque fue escrita 16 años antes de que apareciera Sherlock Holmes, el detective de Arthur Conan Doyle, hecho que la convierte en el antecedente de Sherlock.
De Mauelón, Borrego y Montiel Figueiras están detrás de Los libros de Caronte, la editorial que tendrá tres colecciones dedicadas a tres géneros literarios: cuento (Aqueronte), crónica (Óvolo) y novela (Estigia), que es la colección donde han publicado sus dos primeros títulos.
“Tenemos interés en recuperar autores que han pasado un poco a la penumbra de ese gran escenario editorial en el que estamos metidos ahora los que nos dedicamos a la literatura, y traerlos otra vez a la luz. Hacemos el movimiento de Caronte, del barquero mitológico, pero a la inversa, si Caronte lleva las almas de los muertos de un lado a otro del río Aqueronte, nosotros nos los traemos a la luz”, asegura a EL UNIVERSAL Mauricio Montiel Figueiras.
El narrador y ensayista indica que la propuesta estética e ideológica que hay detrás de Los libros de Caronte es publicar sólo a autores muertos, en ediciones sobrias, de bolsillo, con traducciones nuevas de mexicanos, igual que los prólogos.
Con esa vocación publicaron el año pasado la novela La ventana hundida, del mexicano Jesús Gardea, con prólogo de Eduardo Antonio Parra.
El mismo ánimo que rige los tres próximos títulos: Herland, novela de la escritora norteamericana Charlotte Perkins Gilman; la crónica del marino norteamericano Owen Chase que inspiró la novela Moby Dick, de Herman Melville; y una antología de los cuentos menos leídos y conocidos de Edgar Allan Poe.
Su impulso para seleccionar las obras y los autores se rige por consolidar un pequeño nicho donde los lectores a los que les interesa la literatura perdurable encuentren títulos bien editados en el sentido de la belleza gráfica y también del contenido literario.
“Queremos que se nos reconozca como una editorial que está apostando por la calidad literaria y por la calidad gráfica, esa es nuestra principal intención, y que los lectores hallen en los títulos de Caronte un remanso en medio de todo este ruido ensordecedor de las novedades editoriales, porque queremos que sean libros en tamaño de bolsillo. Queremos darles a los lectores estos nichos o refugios ante el ruido y la furia editorial”, afirma el autor de La penumbra inconveniente.
La apuesta de esta joven editorial mexicana —que Montiel Figueiras define así: “Somos una editorial pequeñita, lo que le sigue de independiente, casera, muy doméstica, diría yo”—, es convertirse en una especie de pequeño dique de contención, como otras editoriales independientes, donde pueda pegar toda esta marejada de autores que finalmente sólo el tiempo va a decir si pasan o no la prueba.
Las apuestas que vienen. Los libros de Caronte no busca publicar autores enteramente oscuros, no será editar a “ese escritor turco del siglo XVIII que nadie publicó y que se halló en un baúl”, lo que ellos buscan es publicar a escritores muertos “que están en una tumba más o menos al ras de la tierra. Somos la única editorial que publica sólo a autores muertos”.
Con los parámetros bien definidos trabajan en los próximos títulos que van a lanzar con apoyo de la beca del Programa de Apoyo a la Traducción (Protrad) del Fonca. Se trata de Herland, de Charlotte Perkins Gilman; la crónica del marino norteamericano Owen Chase; y una antología de los cuentos menos leídos y conocidos de Edgar Allan Poe.
Herland se publicó en 1915; se trata de la primera novela de ciencia ficción feminista, y aparecerá en la colección Estigia, justo en el contexto de la lucha feminista y de la salida de Los testamentos, la segunda parte del cuento de “La Criada”, que acaba de publicar la escritora Margaret Atwood.
“Es una novela de ciencia ficción feminista porque su autora fue una activista en las primeras décadas del siglo XX; de hecho se considera una de las principales promotoras de los principios del feminismo en las primeras novelas del siglo XX. La traducción de Herland la va a hacer Laura Emilia Pacheco”, apunta Montiel Figueiras.
El segundo lanzamiento que inaugurará la colección de cuento Aqueronte la preparan y traducen Raquel Castro y Alberto Chimal; es una antología de un Edgar Allan Poe poco leído, serán alrededor de 10 relatos y una obra de teatro inédita. “La idea es traer los cuentos que vienen del mundo onírico, del mundo de los sueños de Poe, esa es la idea que va a animar esta antología, además es la primera vez que hay una traducción mexicana de Poe”.
El tercer libro que significará el arranque de la colección de crónicas, llamado Óvolo, será la publicación de una de las dos crónicas que se escribieron del hundimiento del barco ballenero Exxes, durante la primera mitad del siglo XIX, y que fue el motor que llevó a Herman Melvin para escribir Moby Dick; un ballenero hundido por una ballena blanca en la costa de Chile.
“Dos marineros sobrevivientes pudieron regresar a Estados Unidos, a Nantucket, donde vivía Herman Melville, y fue donde él se enteró de este hundimiento y esa historia fue la que le detonó Moby Dick; la crónica que nosotros publicaremos es la de Owen Chase, una crónica que cuenta todo el viaje del ballenero hasta el hundimiento y el regreso a Nantucket; la va a traducir Isabel Zapata y le voy a pedir a Antonio Saborit, que me la reveló, que la prologue”, cuenta Montiel.
La idea de Los libros de Caronte es publicar siempre traducciones nuevas e invitar a traductores y prologuistas, hombres y mujeres, a formar parte del catálogo.
Así lo conciben los impulsores del proyecto en el que juega un papel fundamental la diseñadora Erika Rivera, quien ha diseñado la colección, las cajas y todos los detalles de estos hermosos libros de escritores muertos que ahora nos hablan al oído.
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