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Los cholos y pachucos, las migraciones, la cultura popular, las tradiciones, el corrido fronterizo y las identidades barriales; la vida de los mexicanos en Estados Unidos y la emergencia del movimiento chicano, con sus expresiones literarias y cinematográficas fueron temas que le interesaron a Carlos Monsiváis y que abordó en ensayos académicos y artículos en diarios y revistas fronterizos, que por primera vez se reúnen en el libro “Carlos Monsiváis en la frontera”.
El volumen que cuenta con introducción, selección y notas de Leobardo Sarabia Quiroz, ha sido editado por La Rumorosa, el fondo editorial de Baja California, que recién acaban de presentar. El libro reúne 15 ensayos y artículos de Monsiváis que presentan un paisaje íntegro, vibrante, sobre la zona fronteriza y el norte de México.
Sarabia Quiroz asegura que la mayoría de los 15 ensayos fueron publicados en ediciones académicas y revistas literarias, de ambos lados de la frontera de México y Estados Unidos, por lo que no son textos conocidos y en conjunto muestran una mirada inquisitiva, descentralizadora sobre lo nacional, que integra temas, soslayados o considerados periféricos.
“Son ensayos muy interesantes que lamentablemente no se han difundido, y creo que en el mural interpretativo que Carlos Monsiváis hace de la cultura mexicana éste era un eslabón que faltaba, tengo esa certeza y por eso es tan importante, son ensayos que no se publicaron en el medio cultural mexicano del centro, se publicaron en revistas de la frontera, en publicaciones académicas”, afirma Sarabia.
El escritor, editor y promotor cultural que reside en Tijuana, Baja California, tenía en mente este proyecto desde hace varios años, varios de esos textos los escuchó en la voz de Carlos Monsiváis durante sus lecturas invitado por instituciones como El Colegio de la Frontera Norte, la ANUIES y el Centro Cultural Tijuana (Cecut), pero también varios de esos textos publicados en revistas culturales como “Esquina baja”, “Escenarios” y “Tijuana Metro”, editadas por el propio Sarabia.
Los quince textos que se agrupan en cinco capítulos en el libro “Carlos Monsiváis en la frontera” fueron escritos entre finales de los años 70 y los más recientes que fueron incluidos datan del primer lustro de del siglo XXI, por ahí del 2006 o 2007.
“Los textos poseen todo el estilo de Monsiváis, con esa visión tan incisiva, tan lúdica, tan divertida que dan cuenta sobre el proceso cultural de la frontera que no ha contado otro autor, me refiero a la identidad cultural, a la contraculturas juveniles, a las relación México-Estados Unidos en la dimensión cultural, a la historia cultural misma de la frontera, a la revisión literaria de lo que ha significado México y Estados Unidos, el prejuicio, la visión filmográfica que él dominaba también de una manera espectacular”, afirma Sarabia Quiroz en entrevista.
Alma fronteriza
Carlos Monsiváis (4 de mayo de 1938 - 19 de junio de 2010) tenía una relación muy cercana con la frontera norte, le encantaba Tijuana y todo el proceso cultural fronterizo; además era muy amigo de Jorge Bustamante, fundador y primer presidente de El Colegio de la Frontera Norte, fueron compañeros en la secundaria, y entonces Bustamante lo invitaba muy frecuentemente a encuentros académicos.
Pero también, cuenta Sarabia Quiroz, acudió varias veces al Festival de La Raza, un encuentro que se llevó a cabo durante siete u ocho años y que abordaba temas como el corrido fronterizo, las identidades barriales, los chicanos y su presencia en las ciudades de Estados Unidos; pero también muchas veces fue invitado al Cecut como presentador principal de los mitos nacionales como María Félix, Blue Demon, Tongolele y El Piporro.
“Carlos empezó a visitar la frontera desde el 70 o el 71, más o menos, y con el tiempo fue madurando esas reflexiones sobre los modos de vida y la cultura como una visión de los modos de vida, los hábitos, las respuestas condicionadas al medio, los elementos de la convivencia en un ánimo pragmático de los fronterizos, de aprovechar lo mejor de esa relación, la presencia del turismo como un detonador de la misma historia de la frontera”, asegura Sarabia.
El editor y director del Festival Tijuana Interzona señala que el propio Carlos Monsiváis hablaba con insistencia la importancia de la ley seca, por ejemplo, que fue promulgada en 1920 y que generó toda una inyección económica tremenda que anima el desarrollo de los poblados fronterizos, pues eran poblaciones pequeñas no ciudades.
“En la investigación que hice acerca de las referencias y los textos de Monsiváis sobre la frontera seleccioné 15 textos que yo recordaba o de los que fui testigo, pero cierro el libro con una selección de referencias bibliohemerográficas de más de 75. Son materiales que si se buscan están disponibles, pero yo elegí esos 15 como los más expresivos, los más representativos”, dice.
Hay temas en los que Leobardo Sarabia le hubiera gustado profundizar más, por ejemplo la cuestión de los chicanos, y en otra cosa que le interesó muchísimo a Monsiváis en la última década de su vida: la forma en que los mexicanos habitan las ciudades de Estados Unidos, muchas veces a la defensivas, muchas veces contra el racismo imperante de aquel lado.
“También hay otro tema que él abordó intensivamente: la cultura mexicana en las frecuentes conexiones de la nota roja con la realidad social, la narcocultura o la revisión de los modos de vida que son animados por el narcotráfico, esos análisis son interesantísimos, y son muy vigentes en todo el país, pero en la frontera de alguna manera fue el campo inicial de experimentación con los corridos, con el cine que registra los modos marginales de vida; todos estos temas que le interesaban mucho”.
El libro brinda una imagen de los intereses de Carlos Monsiváis respecto a la frontera, es en síntesis, la evaluación de la cultura fronteriza desde un conocedor de tantas disciplinas, de la cinefilia, de la tradición literaria, del comentario político entre México y Estados Unidos, de la revisión de los incidentes que le parecían significativos en términos de la moral pública, en términos de los logros literarios, del espanglish incluso, una serie de elementos de gran riqueza.
También por supuesto, en el libro está Tijuana porque a Monsiváis le parecía como que era una ciudad de los procesos emblemáticos de la frontera, el arraigo y el desarraigo, la identidad cultural, la formación de la ciudad con base en las migraciones, las contraculturas de la juventud.
“A él le parecía que tanto Ciudad Juárez como Tijuana eran ciudades que de alguna manera eran emblemas de lo que eran los procesos culturales de la frontera”, señala Leobardo Sarabia Quiroz, quien con la publicación de este libro cumple una asignatura pendiente con el escritor a quien conoció en 1985, y al que le ayudaba a conseguir películas, discos y libros de Tijuana o de San Diego, en los tiempos premodernos.