La modificación a los Efiartes, dicen gestores y artistas, no sólo no cambió los viejos vicios con los que venían operando —como la falta de regulación de los gestores o brokers, quienes solicitan porcentajes del estímulo o de taquilla a cambio de ser los vehículos para acceder a patrocinadores—, sino que también hizo más difícil su acceso, pues se acortaron los tiempos para encontrar contribuyentes.
Además dejó en evidencia, una vez más, de que no existe la cultura del mecenazgo, que los empresarios no sólo no saben que existe un estímulo fiscal que establece el artículo 190 de la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR) orientado a apoyar la industria cultural nacional y fomentar el acceso a las artes y la cultura, tampoco quieren participar por falta de interés e información, y las instituciones culturales no están creando los puentes entre la comunidad artística y empresas.
Y es que, según el propio Herrera, quienes accedían a los Efis “conocían empresarios” y “sabían cómo operaba el mecanismo”. Con el cambio de visión, dijo, todo se iba a basar “en los méritos artísticos”.
Es más, los artistas ya no tenían que buscar a empresarios. Y Frausto aseguró que los estímulos serían “más incluyentes”.
De momento, dice Paulina Soto, especialista en Efiartes y fundadora de En Su Tinta Producciones, empresa creada para acercar este estímulo fiscal a artistas, la modificación sí permite que cualquier artista pueda ingresar su proyecto para ser evaluado y son las secretarías de Hacienda y Cultura, y el Instituto Nacional de Bellas Artes los que determinan si es susceptible de ser beneficiado.
Sin embargo, en el camino algo falló. El dramaturgo y productor Hugo Alfredo Hinojosa dice que se recibió con ánimo esta modificación porque aquellos proyectos que se enfrentan a la renuencia de las empresas que sólo buscan “proyectos familiares, bonitos, que no comprometan sus marcas”, tendrían más oportunidades para encontrar patrocinios. No fue así, dice, pues ni Cultura ni el INBAL facilitaron los puentes con los posibles aportantes. “Las cosas no cambiaron de fondo, todo sigue igual”, ataja.
“El área de oportunidad está en que las autoridades promuevan y difundan el programa. La utopía era que el artista metiera su proyecto a una plataforma para que los contribuyentes la revisaran, contribuyentes que ya supieran que existe porque ya se les había invitado, pero no sucedió. De modo que el artista se da cuenta que nadie leyó su proyecto excepto brokers y gente que, de manera fraudulenta, empezó a buscarlos para pedirles dinero por adelantado”, dice Soto.
El INBAL aseguró en un comunicado que en julio pasado se contactó a 30 empresas y cámaras empresariales de diferentes ramos y que mostraron un creciente interés en el estímulo, el cual era desconocido para muchos de ellos. Los artistas consultados, dicen, no conocieron a ninguna. “No hay pruebas de que eso sucedió, si ellos dicen que sí, que lo demuestren”, ataja Soto.
El productor Julián Robles, quien para este año ha solicitado el monto máximo permitido para la creación de una ópera, también advierte que la figura del broker y del gestor debe existir, pero también ser regulada. “Es un trabajo muy profesional, cuando se les excluyó todo se hizo chueco porque ahí siguen y son necesarios”, dice.
Según el INBAL hay 123 proyectos susceptibles de recibir el estímulo fiscal Efiartes. En las próximas semanas se sabrá cuántos lo recibirán y se podrán tener más elementos para medir el éxito o fracaso de este cambio.
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