La noche del 28 de abril de 2021 debido a una granizada que las autoridades culturales calificaron de “atípica”, se colapsó parte de la techumbre que protege el sitio arqueológico de Templo Mayor, en especial los 750 metros cuadrados del techo que protegía la Casa de las Águilas, edificado en 1987 por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Hoy que se cumple un año de aquel incidente, la nueva cubierta avanza para ser entregada el próximo mes de junio: está al 50% de se avance en la estructura, que es la parte más complicada, y al 25% del cambio de la nueva cubierta que alcanzará los 850 metros cuadrados.
Patricia Ledesma Boucham, directora del Museo del Templo Mayor, asegura a EL UNIVERSAL que justo esta última semana de abril están llegando al 50% de la sustitución definitiva del techo permanente que igual que el de hace 40 años, es con base en el sistema de tridilosa en acero, y cuya inversión se mantiene en 14 millones de pesos, que fue el pago realizado por la aseguradora que tenía contratada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia con Agroasemex, que ha pagado en tiempo y forma a la constructora a cargo del proyecto, la empresa TGC Geotecnia.
“Se cumple un año de que ocurrió el incidente y estamos a la mitad del cambio de cubierta. Por temas de protección del espacio, se tuvo que hacer una cubierta temporal mientras se diseñaba y se fabricaba ésta, porque es una cubierta que se hizo ex profeso para el sitio”, asegura Patricia Ledesma, encargada de coordinar al equipo multidisciplinario y colegiado que encabeza la arquitecta restauradora Michel de Anda Rogel, y en el que intervienen restauradores, ingenieros, arquitectos y especialistas en de todas las ramas.
Leer también: Fotos y videos de la caída del techo que resguardaba el Templo Mayor
De Anda Rogel asegura que esta semana se está desmontando hasta el 50% de la cubierta temporal y se está colocando la estructura que dará paso a la colocación del multipanel, que es la cubierta definitiva, “En la parte superior de la cubierta estamos hasta un 25%, pues requerimos que pueda tener puntos de apoyo, pues si se quiere poner el 50% del multipanel no tendría puntos de apoyo, se tiene que avanzar más en colocar la estructura para poner el multipanel”.
Reconoce que al estar colocando los módulos se tiene que tener mucho mayor cuidado en poner los puntos de soporte de la cubierta y nivelarlos y en esa tarea la empresa TGC fue la que ayudó a hacer todo el diseño de la remoción de la cubierta, y posteriormente siguió todo el proceso para la cubierta definitiva con base en estudios puntuales y en decisiones colegiadas se hizo un documento con todos los requisitos de conservación estructurales y una memoria descriptiva mucho más detallada.
Dice Patricia Ledesma que hubo quien le comentó que deberían hacer una pirámide como la del Louvre, pero en Templo Mayor se tuvieron que considerar varios elementos: “Estamos en una área considerada Patrimonio Mundial por la UNESCO, no es posible modificar o poner un elemento nuevo que altere la visual de alrededor. Si nosotros pusiéramos un elemento muy vistoso o muy alto estaríamos obstaculizando la vista hacia San Ildefonso y hacia Marqués del Apartado”.
En segundo, asegura, tuvieron que pensar que las cubiertas son protecciones para lo que está abajo, que es lo verdaderamente importante, pues dice que cualquier cubierta en una zona arqueológica tiene que funcionar no por lo bonito de la cubierta sino por la funcionalidad para la parte de abajo, “hay cubiertas muy interesantes en Asia y en Europa, en particular de sitios megalíticos, el tema con Templo Mayor y a lo que se enfrentaron los restauradores y los arquitectos fue la cantidad de soportes que puede tener una cubierta, aquí el problema es que no hay mucho espacio, hay muchos edificios alrededor de Casa de las Águilas y mientras más ambicioso, por así decirlo, es un techo, más grande tienen que ser los soportes”. Otra razón dominante para el uso de tridilosa fue el hundimiento del suelo del Centro Histórico.
De Anda refuerza y dice que no es la cubierta en sí, es la protección que le da al inmueble, “es aislar al inmueble de todos los agentes de deterioro: iluminación, incidencia, la inclinación del Sol, del viento que es un gran factor de erosión. Es muy complicado estar trabajando al mismo tiempo restauración, arquitectura, ingeniería, todo en el mismo momento”.
Leer también: El crimen organizado extorsiona a artesanos de Taxco
Vestigios, prioridad
Tras el siniestro y luego de ser apuntalado, al sitio se le colocó una cubierta temporal que tuvo dos funciones importantes, asegura De Anda, proteger los vestigios debajo de la cubierta colapsada mientras se hacía todo el retiro porque seguía la temporada de lluvias, y proteger la Casa de las Águilas mientras se estaba diseñando la nueva cubierta. La finalidad era el reforzamiento de la protección de los vestigios arqueológicos y el cálculo estructural para su desmantelamiento y sustitución, que inició el 25 de octubre del año pasado.
“Ahora la cubierta temporal se está seccionando por módulos, se quita un módulo temporal y se pone un módulo de la cubierta permanente. Esto nos permite que todo el tiempo esté protegida completamente, y entonces un día se retira un módulo por la noche, y al día siguiente se coloca el módulo de la cubierta temporal”, apunta De Anda.
Para ello diseñaron una especie de tapanco de madera para proteger los muros y pisos del sitio que está hecho de tierra, piedra, con estuco y pintura mural. Michelle de Anda asegura que uno de los mayores retos fue cómo proteger el inmueble para el tránsito peatonal de los trabajadores y de los puntos de apoyo, sobre todo que es un edificio muy rico arquitectónicamente porque son espacios complicados que tienen banquetas, desniveles y todo el piso está estucado.
“Después de varios proyectos, la solución fue hacer tarimas modulares de madera elevadas que permitieran tres cosas: uno, no tener contacto para nada ni con el piso ni con las banquetas y tener una superficie completamente homogénea; dos, delimitar completamente cuáles eran las partes donde si se podía apuntalar; y tres, se crearon ventanas dentro de estas mismas tarimas para ver muros y pisos, y monitorear ventilación para evitar los microclimas y tener presencia de sales, microorganismos que nos generara un reto mucho mayor”.
Michel de anda
Arquitecta restauradora
“Es un sistema bastante resistente, es muy ligero y cubre claros muy grandes sin necesidad de poner puntos de apoyo internos”
El gran pendiente
Patricia Ledesma asegura que tras concluir el 100% del perímetro colapsado, que es de alrededor de 850 metros cuadrados, hay un compromiso de la Secretaría de Cultura Federal para sustituir el techo restante que supera los 560 metros cuadrados y que no vuelva a ocurrir otro incidente semejante. “Se va a requerir el cambio de las demás cubiertas, hacer la adecuación de los otros tres que nos faltan: Etapa dos y Templos Rojos norte y sur”, señala la directora del Museo del Templo Mayor que permanece abierto a los visitantes, al igual que una parte de la zona arqueológica, salvo por supuesto la Casa de las Águilas, donde ahora se está haciendo la sustitución del techo.
El reto de la llamada Etapa dos es que está en medio de la zona arqueológica y para sacar la cubierta y poner una nueva será un trabajo muy complicado, sin embargo deben empezar la sustitución este año para concluirla en 2023 porque es urgente pues si se colapsó una techumbre, el riesgo es que ocurra con las otras, pues son contemporáneas.