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Luego de tres años de intentar tener su expansión y crecimiento en el Parque Bicentenario , donde se realizaron las ediciones de 2016, 2017 y 2018, el pasado viernes la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil ( FILIJ ) regresó al Centro Nacional de las Artes , que fue su sede original, pero retorna distinta: es más austera, más improvisada, con muy poca oferta internacional y reducida en los espacios para exhibición, y también en las ventas.
Pasados los primeros días de esta 39 edición, que como cada año se realiza en el marco del Día Nacional del Libro —el cual se celebra el 12 de noviembre, desde 1979—, la FILIJ preocupa a los editores, pues durante este primer fin de semana las ventas fueron casi 50% menos que en el mismo periodo de 2018.
“Este primer fin de semana, en comparación con el año anterior en el Parque Bicentenario el tema de la venta se redujo bastante, 40 y hasta 50%, me han reportado los editores”, señaló Alicia Espinosa de los Monteros , encargada del Comité de Libros Infantiles y Juveniles de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana ( Caniem ), quien dijo que es una cifra alarmante, pero que esperan recuperarse en el segundo fin de semana.
Sin embargo, aún cuando faltan varios días y tendrán resultados más claros tras la evaluación que hace Caniem a sus editores agremiados, Espinosa de los Monteros ya planea sostener con el equipo de la FILIJ, que encabeza Marilina Barona , un encuentro para trabajar en varios temas.
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En la feria más importante de habla hispana destinada al público infantil y juvenil, ya no hay las grandes carpas para presentaciones de autores internacionales, ni los enormes espacios donde los grupos editoriales podían organizar firmas de libros y presentaciones; ya no hay varios foros para presentaciones editoriales ni en las áreas verdes del Cenart hay grandes pabellones para talleres, espectáculos escénicos y menos conciertos; no hay exposiciones ni encuentros de profesionalización para escritores, ilustradores y animadores de la lectura.
Editores, escritores y promotores de la lectura entrevistados por EL UNIVERSAL aseguraron que esta edición se logró realizar a pesar de la incertidumbre por la que atravesó, sin embargo, la calificaron como una feria distinta, más pequeña y modesta.
Alejandra Quiroz
, bibliotecaria y animadora de la lectura señaló que definitivamente hay una perdida enorme tanto de espacio como de actividades, “el espacio sí se ve significativamente reducido y la cadena del libro no se restringe a las editoriales, claro que son importantes, pero hay una serie de actores que contribuyen a la formación de lectores, como universidades o instituciones privadas que suelen participar y que en esta edición no fueron convocadas con lo cual se diluye esa fuerza que necesitamos para fomentar la lectura”.
Es ella quien aseguró que en cuanto a profesionalización se perdió el programa de capacitación para escritores e ilustradores que eran experiencias necesarias, “ante un Estado que no capacita, la FILIJ se enmarcaba en esa etapa de la formación, de la capacitación, del intercambio de experiencias, y este año no hubo; a duras penas se está haciendo el Seminario de Fomento a la Lectura que el año pasado cumplió 20 ediciones y que esta vez está un poco desangelado”.
Quiroz reconoció que el flujo de editores, escritores, ilustradores internacionales que solían venir también se vio bastante reducido, “creo que apostaron por darle oportunidad a experiencias locales; sin duda puede ser un acierto conocer un poco más de lo que se está haciendo en el país, sin embargo la expectativa era pensar: ‘¿a qué figura internacional que admiro voy a poder aprender algo este año?’. Era una experiencia formidable y eso no lo tenemos”.
39 años de historia
Desde su primera edición, en 1981, la FILIJ se convirtió en un espacio que exhibe y pone a la venta los libros de editoriales, tanto independientes como de los grandes sellos, complementado con un amplio programa de actividades artísticas relacionadas con el libro y la lectura.
Durante más de dos décadas, la FILIJ hizo suyas las instalaciones del Cenart , que se convirtió en su sede idónea, pero en 2016 la feria migró al Parque Bicentenario en el propósito de crecer; hoy, la actual administración optó por regresarla a su sede original, pero hacerla más austera y básica, al grado de que en su edición 39 es una feria distinta.
“Es una feria diferente, pero a todo hay que amoldarse, hay que ver el lado positivo de todas las cosas, lo importante es que ahí está la feria y que de aquí hay que comenzar a construir, para mí es lo más importante, que ahí está la feria, ahí están los niños, ahí están los editores, lo demás vamos a ver qué pasa”, afirmó Juan Arzoz , presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana ( Caniem ) que coorganiza la FILIJ, junto con la Secretaría de Cultura federal.
Arzoz planteó que a partir de esta “feria diferente” comenzar a construir. ¿Cómo comenzar a construir una feria con 39 años de historia?, el editor reitera que lo importante es que ya se inauguró. “Al principio sí hubo una serie de problemas en el montaje, creo que un poco por la falta de experiencia de los nuevos organizadores, sin embargo ahí está la feria ya, está jalando y está funcionando”.
Aceptó que se ha reducido considerablemente el espacio para exhibición y ahora “están bastante parejitos todos”, dijo y agregó que el que más puede tener son tres stands de 2 metros de frente, “las reglas cambian, en mi opinión hay que adaptarse: la feria es diferente, es otro tipo de stands, de pabellones, de espacios. Así son los reglas y ya está”, señaló el editor que aseguró que los organizadores sí los tomaron en cuenta y participaron bastante.
Incluso señaló que los editores están muy contentos por el regreso, y que si acaso se han quejado es que les faltaba publicidad, difusión para que vayan más niños. Sin embargo, no todos los editores están satisfechos, algunos off the record , señalaron que los organizadores les pidieron traer a autores internacionales “pero para que traerlos a una feria con pabellones tan pequeños y con stands tan chiquitos. No valía la pena”.
La propia comunidad de autores e ilustradores manifestó su incertidumbre y preocupación durante los meses previos a que se avanzaran detalles de la FILIJ. Uno de los más visibles fue el escritor Antonio Malpica , quien concluirá este año -con la clausura de la FILIJ-, sus tareas como Embajador FILIJ.
Malpica dijo que con el cambio de administración “notamos que había una diferencia en la organización, y que efectivamente valía la pena estar atentos, eso lo hicimos desde el principio, desde que advertimos que no lo estaban haciendo igual que en años anteriores, en tiempos y en formas, claro que entendíamos que era un cambio y que tenía cierta lógica pero uno tiene que ser suspicaz por naturaleza, cuando algo que funciona y ya no lo van a hacer como funcionaba surge cierto resquemor”.
El narrador y un grupo de colegas han estado atentos a las gestiones, incluso ejercieron presión porque durante mucho tiempo no tenían ni pista de por dónde iba la Feria, y mucho menos el programa que se anunció apenas unos días antes de la inauguración. Luego al ver que avanzaba cierta organización, optaron por mantenerse atentos y presentes pero dejándolos trabajar, que siguieran con el plan, cualquiera que este fuese que tuvieran trazado.
“Lo que estamos haciendo ahorita es esperar la mejor de las ferias, y seguir estando atentos, lo que pedimos es que todo salga bien como usuarios de la feria, como ciudadanos, como gente que ha estado involucrada con la feria durante todos estos años; y a sabiendas que siempre funcionó bien pues no queremos que deje de funcionar bien, por eso no vamos a dejar de estar atentos y en estado vigilante, no en mal sentido, sino para detectar cualquier cosa y ayudarlos a mejorarla después”, señaló Malpica, quien el próximo 18 de noviembre dejará el cargo de Embajador FILIJ sin que lo hayan aprovechado para promover la lectura, como sí lo hicieron sus antecesores, entre ellos Francisco Hinojosa y María Baranda .
Una feria muy esperada
La Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil que en 2020 cumplirá cuatro décadas de vida, es una referencia de la formación lectora en México desde la primera infancia. A lo largo de casi 40 años ha detonado con energía una comunidad de escritores, ilustradores, editores y animadores a la lectura y al libro infantil y juvenil; ha crecido y nutrido a decenas de generaciones de mexicanos ligados a los libros.
Es, sin duda, una feria muy esperada y una cita obligada para los autores y los lectores; sigue siendo un encuentro donde los las familias encuentran talleres de fomento a la lectura para niños y jóvenes; espectáculos escénicos (teatro, clown, danza, circo, títeres), cuentacuentos, música, cine, exposiciones y charlas con escritores.
Y a pesar de que esta edición sufrió un recorte presupuestal de más de 50% y no tendrá casi 100 invitados como en 2018 y solo se anunció al escritor belga Bart Moeyaert ; la alemana Caroline Philipps ; el ilustrador lituano Kęstutis Kasparavičius ; la chilena Paloma Valdivia ; el mexicano Gabriel Pacheco y a las coreanas Geum Yi Lee y Young Sook-Moon , como parte de la delegación de Corea, que es el país invitado; la FILIJ espera a los mexicanos para adentrarlos en el mundo del libro.
Desde el pasado viernes y hasta el lunes 18 de noviembre, la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil espera a los lectores en el Centro Nacional de las Artes (Churubusco y Tlalpan) de 10 a 18 horas, donde han organizado un programa que incluye 50 presentaciones artísticas, 110 talleres para primera infancia y otros 680 para niños y niñas. Entrada libre.